Staff/ Eliza Flores @eliz_ffp
“Yo vengo a aprender a sembrar para replicar el huerto en mi casa” dijo la señora Lorena Fonseca quien está tarde se encontraba sembrando semillas de “Chipi”, por un lado de ella se encuentra un cajón en el que crecen acelgas, su compañera Marianita Cruz, ellas son dos mujeres que intentan acudir diario al huerto comunitario de su colonia, donde crecen diversas hortalizas y plantas comestibles que cuando son cosechadas se dividen entre todos los que trabajan ahí.
Son solo ocho vecinos los que cuidan el en huerto urbano que crece en la esquina de Motul y Benemérito de Yucatán, en la colonia Carrillo Puerto, mejor conocida como “La Chole” de la ciudad de Morelia, “en un principio venía mucha gente, las personas ayudaron a construir la estructura, los cajones, el sistema, todo lo que se ve, pero con la cuarentena todos se alejaron” dijo Carlos Calderón, quien está al pendiente de que el proyecto camine de forma correcta y crezca todo lo que siembra en el terreno; su hija Evolett está en el lugar intentando limpiar y apoyar a todos los que hacen alguna actividad.
“Durante la cuarentena los vecinos de alejaron, yo lo atribuyo al encierro, la gente ya no regresó, nosotros seguimos aquí y durante esos días el huerto nos alimentó” continuó contando Carlos, además explicó que en el huerto crecen todo tipo de alimentos durante todo el año aunque no sea temporada.
El terreno se divide en cuatro secciones, dos están protegidas y otras dos al aire libre, las plantas medicinales y los cajas de ejemplo para huerto de azotea crecen sin mayor cuidado. Bajo los túneles cubiertos con maya se pueden cosechar cebollas, rábanos, acelgas, pepinos, perejil, jitomate, espárragos, lechugas y un sin número de alimentos orgánicos.
Por fuera se encuentran aún muy pequeñas las plantas que en el futuro se convertirán en árboles frutales, como guayaba, limón, higo y naranja. Todos los que trabajan en el huerto son acompañados de los niños que más allá de ayudar alegran el lugar con sus risas y juegos, ellos son Carlitos, Juanito y Emilio.
“Ojalá todos pensarán en el beneficio del huerto urbano, pero las personas prefieren quedarse en su casa sentados viendo la televisión” comentó la señora Marianita, una abuela que acude a trabajar con las plantas hasta que concluye con las tareas del hogar; “tengo que dear la vida hecha, la casa limpia y arrimar todo lo que se necesite mientras vengo para acá” continuó diciendo.
Todos los que acuden al huerto tienen un trabajo y un hogar que atender, pero saben la importancia de aprender a cultivar sus propios alimentos, el señor Cristobal Cortez es un poco más callado, se dedica a regar los cajones, al terminar lavó unos rábanos, en su tono se escuchó un orgullo “mira este está muy bonito” dijo mientras estiraba uno de los rábanos más grandes y rojos de la cosecha de hoy.
El huerto comunitario necesita de muchas manos, de trabajo constante, el riego, alimentar las plantas, podarlas y germinar es un trabajo de todos los días, Carlos, Emily Zamudio, Lorena, Marianita, Nury Crescencio y Cristobal, esperan que más vecinos se unan al trabajo, no es necesario ser vecino, también pueden acudir los interesados en aprender.
“El ejemplo que se pone el huerto demuestra que es posible alimentarse desde la comunidad, pero las personas aún no se han dado cuenta” es la idea que ellos han formulado al trabajar en equipo. Hoy se llevaron a casa acelgas, rábanos y cebollas, “el otro día los tallos de la cebolla los piqué y se los puse al huevo, sabía tan delicioso” se decían en voz baja las mujeres, como si quisieran guardar una receta solo para ellas, sin embargo es conocimiento lo que se comunican unos a otros.
“Son tres huertos comunitarios los que existen en Morelia, todos fueron apoyados económicamente para su construcción por GIZ, una coopertiva alemana que se vinculó con el Banco de Alimentos de Morelia para hacer posible los proyectos” expresó José Guadalupe el técnico que orienta a los vecinos para que el huerto te lleve el manejo necesario y siga siendo productivo.
