STAFF/@michangoonga
Gustavo Segura es pediátra y hace más de un año se unió a la Fundación «¿Y quién habla por mí?», organización civil que da
atención a niños en primera infancia (de 0 a 5 años) en condiciones de trata.
El médico fue requerido para brindar atención a los niños del albergue de Mamá Rosa, “La Gran Familia” en Zamora, y a través de una sentida publicación en su cuenta de Facebook ha compartido lo que tuvo oportunidad de ver y escuchar al auxíliar a los cerca de 500 pequeños albergados en el lugar.
El pediatra no sólo comparte testimonios de maltrato, descuido y abusos de todos tipos, sino que asegura que la propia Rosa Verduzco Verduzco sabia de los mismos, e incluso ella misma propinaba algunos de los abusos, como los descalabros con su radio.
“Si bien escuché y leí la reacción de la gente frente a este suceso, incluso de algunos relativamente cercanos, no quise emitir ningún comentario al respecto hasta no tener algo que decir por cuenta propia, hasta no estar yo ahí y contar con mis propios argumentos”, refiere en principio el doctor Segura.
Y comenta que durante el examen médico que pudo realizar en un improvisado “consultorio” a una fracción de la población, “encontré niños con retraso en el desarrollo del lenguaje, cicatrices múltiples de distintos tamaños y orígenes en todo su cuerpo, infestados y con enfermedades virales de la piel y mucosas, destrucción de más de la mitad de sus piezas dentales, con datos clínicos de anemia; una niña con Síndrome de Down sin atención médica adecuada. No tardaron en acudir las adolescentes con probables embarazos, infecciones de vías urinarias y vaginales. Las madres no tenían acceso a las cartillas de vacunación de sus hijos ya que las retenía ‘la Jefa’”.
Tras detallar las pésimas condiciones alimentarias, repone el especialista que Mamá Rosa estaba enterada absolutamente de todo:
“los golpes y maltratos no eran únicamente realizados por los “custodios” sino también por la misma Sra. Rosa Verduzco, quien en varias ocasiones descalabró a niños usando el radio que portaba. He atendido pacientes víctimas de probable abuso sexual en otras ocasiones, pero es la primera vez que presencio el terror y el pánico de uno de ellos al verse observado por uno de sus agresores, quien desafortunadamente también es interno y era de los llamados “consentidos” de “Mamá Rosa”. Esta última, aseguran los niños, estaba enterada de TODO lo que pasaba al interior de ese lugar”.
Finalmente el doctor Segura señala que no busca generar más polémica sino fijar la atención que necesitan tanto niñ@s como jóvenes afectados además de pedir una oración por ellos.
El texto integro:
Querida familia, queridos amigos:
Tengo algo importante que compartirles, pero… no sé ni por dónde empezar. Me invaden sentimientos difíciles de describir…
Hace más de un año me uní a la Fundación «¿Y quién habla por mí?», una organización civil que da atención a niños en primera
infancia (de 0 a 5 años) en condiciones de trata. El fin de semana pasado recibí un llamado de apoyo como pediatra para asistir a un aproximado de más de 300 niños (ahora sé que son más de 400), desde recién nacidos hasta adolescentes… La situación ya es noticia desde el martes pasado.
Si bien escuché y leí la reacción de la gente frente a este suceso, incluso de algunos relativamente cercanos, no quise emitir ningún comentario al respecto hasta no tener algo que decir por cuenta propia, hasta no estar yo ahí y contar con mis propios argumentos… Mucho se oye, mucho se dice, mucho se cuenta de experiencias de otros que tuvieron algún acercamiento con este lugar y su responsable en el pasado… Yo no puedo hablar de ello ni de lo que pudo haber sido años atrás. Pero de lo que sí puedo y debo hablar es de lo que presencié y de los testimonios que recibí personalmente.
La entrada principal y el patio frontal son un recibidor en condiciones aceptables, sin embargo las condiciones en que estos bebés, niños, adolescentes y algunos adultos vivían en las instalaciones posteriores eran totalmente insalubres e indignas; alimentos en descomposición, cucarachas, tijerillas, hormigas, ratas… excremento humano y animal, orina, en habitaciones y pasillos… Un olor nauseabundo predominaba en muchas partes de las instalaciones. Un hacinamiento terrible en dormitorios con rejas y candados, camas sin colchón o colchoneta. Se abrieron al menos 4 “bodegas” repletas de insumos, la mayor parte de ellos caducos, de donde se les daba de comer a todos ellos; una «despensa» con un refrigerador industrial en su interior que a pesar de haber sido vaciado seguía desprendiendo un fuerte hedor.
De otras bodegas se obtuvieron centenares de pares de calzado, toallas y cobijas que se tenían almacenados aún cuando los niños y jóvenes no tenían qué vestir o con qué cubrirse. Durante el examen médico que pude realizar en un improvisado “consultorio” a una fracción de la población encontré niños con retraso en el desarrollo del lenguaje, cicatrices múltiples de distintos tamaños y orígenes en todo su cuerpo, infestados y con enfermedades virales de la piel y mucosas, destrucción de más de la mitad de sus piezas dentales, con datos clínicos de anemia; una niña con Síndrome de Down sin atención médica adecuada. No tardaron en acudir las adolescentes con probables embarazos, infecciones de vías urinarias y vaginales. Las madres no tenían acceso a las cartillas de vacunación de sus hijos ya que las retenía “la Jefa”.
Varios de los pequeños tenían los apellidos Verduzco Verduzco, ya que esta persona los registraba a su nombre, y no eran
únicamente los “abandonados” sino también los bebés de las chicas que se embarazaban en el lugar. Conforme fuimos ganando su confianza, las historias DIRECTAMENTE NARRADAS POR LOS NIÑOS Y EL RESTO DE LOS AHÍ INTERNOS sobre castigos, golpes y abuso sexual no se hicieron esperar. Los golpes y maltratos no eran únicamente realizados por los “custodios” sino también por la misma Sra. Rosa Verduzco, quien en varias ocasiones descalabró a niños usando el radio que portaba.
He atendido pacientes víctimas de probable abuso sexual en otras ocasiones, pero es la primera vez que presencio el terror y el pánico de uno de ellos al verse observado por uno de sus agresores, quien desafortunadamente también es interno y era de los llamados “consentidos” de “Mamá Rosa”. Esta última, aseguran los niños, estaba enterada de TODO lo que pasaba al interior de ese lugar. El albergue contaba con una “orquesta” de niños quienes fungían como el espectáculo que se presentaba a las visitas importantes que llegaron a tener; sus integrantes junto con el grupo de los “consentidos” de la directora eran los que llegaban a salir de las instalaciones, mientras el resto permanecían el interior.
La situación es muy difícil y compleja, rodeada de la opinión de muchos personajes, pero en pocas palabras:
LOS HECHOS ESTÁN AHÍ, CON NOMBRE Y APELLIDO: SON LOS NIÑOS, LOS JÓVENES Y LOS ADULTOS DE “LA GRAN FAMILIA”. SON A ELLOS A QUIENES LA SOCIEDAD DEBEMOS ESCUCHAR Y POR LOS QUE DEBEMOS PREOCUPARNOS.
MI INTENSIÓN EN NINGÚN MOMENTO ES EL DE HERIR LOS SENTIMIENTOS DE NADIE, SINO EL DE HACER ESCUCHAR LA VOZ DE ESTOS NIÑOS Y JÓVENES. ESPERO HABER SIDO SUFICIENTEMENTE OBJETIVO, SIN EMBARGO, ES DIFÍCIL CUANDO UNA REALIDAD ASÍ TE TOCA HASTA LA MÉDULA.
LES PIDO UNA ORACIÓN POR TODOS ESTOS NIÑOS Y JÓVENES..» concluye la misiva.
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