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La derrota cultural de México/ By @gaaelico

Por Toño Aguilera

Espacio para la estulticia de un humilde obrero de la información #Antifascista #Socialismo Humano
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La aprobación en tiempo expedito, con mayoriteo absoluto y sin tolerancia al debate o al análisis de la reforma energética, de la mano del PRI y del PAN, encierra varias consecuencias, las que van del ámbito político, las económicas que afectarán la vida de millones de mexicanos, pero sobre todo implica la derrota cultural de éste país.

La forja de este país como nación independiente emana de la lucha de muchos por concretar la soberanía, la justicia y la libertad, y en esa empresa se sacrificaron miles de vidas, al menos cuatro guerras (Independencia, Reforma, invasión de EUA y Revolución), una gesta patriótica (la expropiación petrolera) y muchas más movilizaciones sociales.

La soberanía es uno de los valores que han motivado muchos cambios en nuestro país, como el movimiento de Independencia, las leyes de Reforma y la Revolución Mexicana.

Particularmente, este último acontecimiento fue posible gracias a la participación de miles de mexicanos, quienes ofrecieron su vida para lograr quitar del poder al presidente Porfirio Díaz cuyo gobierno, que duró más de 30 años, propició la pobreza del pueblo. Francisco I. Madero, uno de los líderes que encabezó la lucha, también se dio cuenta de estas injusticias y aunque su posición económica era holgada, eso no le impidió comprometerse y luchar por su ideal: el progreso espiritual y material del pueblo.

Con el legado de la Revolución Mexicana a cuestas, el Gral. Lázaro Cárdenas del Río emprendió la liberación económica del país y la búsqueda de la soberanía sobre los energéticos que eran explotados y expoliados por empresas extranjeras que Porfirio Díaz entregó en total libertad.

Desde ese acto de 1938, Cárdenas forma parte del paraninfo de nuestros próceres y su efigie encabeza plazas públicas, los mismo su nombre está en los capiteles de escuelas públicas, de instituciones, de calles, avenidas, presas e infinidad de lugares.

Aquella acción catapultó a la soberanía al nivel de pilar de la nación, y su culto fue una práctica política, económica y social por décadas. La soberanía forjó valores y símbolos culturales en México, a tal grado que se hablaba de soberanía educativa, alimentaria y hasta espiritual.

¿Pero, qué es la soberanía? La soberanía es un concepto que se define en torno al poder y se comprende como aquella facultad que posee cada estado de ejercer el poder sobre su sistema de gobierno, su territorio y su población. Lo anterior hace que, en materia interna, un estado, junto a la autoridad en ejercicio, sean los que se encuentran por sobre cualquier otra entidad.

La soberanía se puede considerar en dos aspectos diferentes, uno interno y otro externo. En su modo interno, la soberanía hace alusión al poder definido anteriormente, el que se relaciona con el poder de un determinado Estado sobre su territorio y su población. Por otra parte, el carácter externo hace referencia a la independencia que tiene un Estado del poder que ejerce otro, en un territorio y población diferentes, en otras palabras, un Estado en particular es soberano mientras no dependa de otro Estado.

Por otra parte, la soberanía se puede comprender desde dos perspectivas, una jurídica y una política. La soberanía jurídica es aquella a través de la cual un Estado puede tomar contacto con el mundo, con lo internacional, a través de su participación en diferentes organizaciones internacionales, tratados, pactos y compromisos diplomáticos, entre otros.

La soberanía política es aquella que hace alusión a poder del Estado de imponer todo aquello que le parezca necesario. Aunque se piense que cada Estado ejerce su soberanía jurídica y política, no es así en todas las naciones. Existen casos en los que el Estado puede tener la soberanía jurídica, sin embargo, su soberanía política depende de los dictámenes de otras naciones en cuanto a su desarrollo social, político y económico.

Desde que Cárdenas del Río logró nacionalizar a los energéticos, comenzó la lucha de la contra reforma para intentar frenar el acto de 1938. Por más de 30 años los mexicanos pagaron de su propio patrimonio, con grandes expresiones de humildad, la indemnización a las empresas petroleras. Todos conocemos esas imágenes de las personas que acudían a entregar gallinas, cerdos, maíz y lo que podían aportar.

Así, la soberanía se convirtió en el símbolo político de mayor raigambre en México y fue el propio PRI quien construyó mucho de su supuesta identidad ideológica nacionalista en la expropiación de Lázaro Cárdenas.

Sin embargo, con el arribo del neoliberalismo como eje conductor del capitalismo occidental, el PRI comenzó a plegarse a los dictados del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial, y entre aquellas recetas, la de mayor prioridad fue la apertura total de los energéticos.

Podemos ubicar el parte aguas, a partir de Miguel de la Madrid, quien dio entrada a las primeras ideas neoliberales y demostró sometimiento a los estadounidenses. Quienes sucedieron al colimense fueron inclusive más cínicos, verbigracia Ernesto Zedillo y Felipe Calderón, quienes actualmente viven y laboran en Estados Unidos, y fueron de los cabilderos con las empresas trasnacionales para la apertura energética.

Otro ejemplo es el del salto al vacío que significó el sexenio de Vicente Fox, en donde se gestó una mayor apertura de Pemex bajo la modalidad de contratos.

Por estos días, varios intelectuales e investigadores como Sergio Aguayo, el historiador Lorenzo Meyer o Denisse Dresser, han llamado la atención sobre la indiferencia, la apatía, el desinterés y hasta la desfachatez con la cual los ciudadanos de México tomaron la aprobación de la reforma energética, y lo que ello implicará en su devenir económico.

Los investigadores señalaron que: “El mexicano que es taxista, trabajador, oficinista, tiene su vida llena de problemas como para poder imaginar que ese petróleo es de él, y se lo están quitando. Quienes fueron los instrumentos de la negociación van a ver recompensas, el partido los verá bien, tienen una formula recompensada, el grueso de los mexicanos en realidad están bastante dispersos, no les despierta ningún entusiasmo”, criticó Lorenzo Meyer.

 En cambio, Sergio Aguayo sostuvo que los partidos políticos de izquierda carecen de autoridad moral para demandar el rechazo de la sociedad contra la reforma. “Ahora nos llaman a la unidad, cómo nos piden unidad si ellos (los políticos de oposición) no son capaces de unir. Somos una sociedad insatisfecha e indignada, pero no solo con la pobreza que está encabezando la oposición, porque no hay un panorama claro”, criticó.

Para que estas condiciones se dieran y que esta reforma pudiera ser aprobada sin el mayor atisbo de oposición partidista o reacción social, los neoliberales estuvieron preparando estos escenarios por más de 30 años.

Y su estrategia, a la par de económica y política, fue fundamentalmente cultural, lograron desincorporar el ideario y el imaginario social a fuerza de educación mediatizada, con la injerencia cómplice de las televisoras, y con el bombardeo mercantilista y de ocio.

México fue un terreno dócil para la imposición de la agenda del Consenso de Washington, con un aparato político y gubernamental domeñado, una sociedad indiferente y alineada, y la permisividad para que por el país circulen con total libertad agentes de la CIA, el FBI y no se diga de la DEA.

El país ha sufrido una gran derrota cultural, en su historia, en su devenir como nación independiente y queda muy lejos de la actitud de resistencia que han demostrado los pueblos árabes, quienes sufren una invasión militar.

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