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La importancia de escuchar

Por P. Pistolas

Ahora ya nadie escucha. Conozco así de gente que se van a trabajar, hombres y mujeres, son maestros o lo que ustedes quieran y por desgracia a los niños nadie los atiende. Conozco a quienes se han suicidado siendo muy ricos, con alberca y todo, pero la señora jamás tuvo tiempo de atender al marido.

¡Si hablar es muy fácil, escuchar no!

Tengo 29 años yendo a México y se me junta una filota de señores y les digo “confiésense con otro”.

-Es que los otros padres lo ponen a uno todo nervioso, Padre ¿qué va a andar uno confesando así, si lo traen a la carrera?

Ni siquiera los sacerdotes quieren escuchar. Y conmigo nos aventamos media hora, una hora, ¡lo que dure! y muchos salen llorando. Tienen hasta 40 años sin confesarse.

Lo primero que se necesita es paciencia y saber escuchar.

Imagínense a mis norteñitos (los migrantes que visito en los Estados Unidos) que cada tres años vienen por un mes y se la pasan pedos todo el mes. ¿Cuándo escuchan a sus hijas? ¡De putas no las bajan!, discúlpenme la expresión, ¿cuándo escuchan a sus esposas? Y luego se quejan, ¡pero no las atienden! Óiganme, si lo principal es la relación personal con las esposas, con los maridos, con los hijos.

Tampoco los hijos escuchan a sus padres:

Mira hijo, no te vayas a sacar una vieja de esas de la calle…

No llegues tan noche…

No te emborraches. Cuando manejes ya deja la camioneta por ahí encargada.

¿Cuándo escuchan sus hijos a sus padres?

Yo les digo: «oye, tu hijo me rebasa en el carro, ta’ medio loco. El otro día me echó pa’abajo de la carretera, no le prestes la camioneta…» Un padre  de familiase quitó el sombrero, se rascó los piojos y me dijo: «Si le quito las llaves ¡me pega, ya no me ayuda! ¡Y la culpa la tiene su madre que lo consiente!»

¿Y cuál es la consecuencia? Alrededor de la laguna de Cuitzeo hay un montón de cruces de accidentados muertos que no pasan de los 26 años… Y también hay chamacas.

Hay un hermano que es doctor; a los 55 años ya estaba bien acabado. Le digo yo:

-Hermano, te va a llevar la fregada, ¡ya ni nalgas tienes! Deja ese méndigo cigarro.

Dos cajetillas de Marlboro diario y cuando cayó en el hospital, le encontraron un cáncer del tamaño de una naranja, de lo más maligno…

¡Y cómo hay viejas fumadoras! A veces vamos a paseos y dicen: Ay, Padre, quiero ir al baño… ¡Cuál baño!¡Ya están que se queman por echarse el cigarrito!

Me dice una enfermera:

-Yo no le hago daño a nadie. Yo me fumo una cajetilla todos los días pero en el patio de mi casa.

Le dije:

-A ver siéntese ai… Señora enfermera, ¿cuánto te cuesta la cajetilla?

-Cuarenta pesos.

-¿No le hacen falta de leche a tus hijos? Y nos echas a perder a todos el ambiente y lo peor de todo que te va a llevar la fregada y todos vamos a pagar de nuestros impuestos, nos vamos a joder a estarte pagando las quimioterapias y todas las medicinas… ¡Y nos tiznas a todos!

Ustedes tomen conciencia, que la humanidad, que este país, que ahora está tan amenazado de la familia y no precisamente de la católica…

Y todavía mi amigo Calderón pregunta ¿que cuál será la causa? Que no se haga tarugo, ¡si no hay trabajo, nos pagan mal nuestras cosechas, le suben a la gasolina y a todos nos está afectando, mis pobres norteños ya no tienen pa’ tragar, por eso ya ni voy!

Ya para terminar con esto, les pido por favor recordar que Dios está en nosotros, en los niños, en los borrachos, en los locos, en las prostitutas… Hay que tratarlos con amor y respeto a todos.

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