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Ciudadanos Emergentes… El Humanismo

Algunas veces oímos hablar de humanismo, aunque cada vez menos y como un rumor cada vez más lejano, casi como una impertinencia. Por eso resulta oportuno explicar con palabras sencillas de dónde surge.

By: Arturo Ismael Ibarra

Algunas veces oímos hablar de humanismo, aunque cada vez menos y como un rumor cada vez más lejano, casi como una impertinencia. Por eso resulta oportuno explicar con palabras sencillas de dónde surge.

Desde que el hombre viene a este mundo, desde que el hombre aparece sobre la Tierra, un impulso vital lo lleva a interactuar con lo que le rodea. Dado que viene con la posibilidad de representar virtualmente las cosas, se interesa por entender el mundo, por entender a los otros hombres, y sobre todo por entender qué es él mismo. Y aparece la noción de un posible origen absoluto fuente de todo lo contingente que es él, los otros y las cosas. El hombre llega incluso a interesarse por el puro ser de las cosas, por qué existe algo, qué significa ser, existir.

En términos de Heidegger, la forma específica de ser que corresponde al hombre es el «Ser-ahí» (Dasein), en cuanto se halla en cada caso abocado al mundo, lo cual define al «ser-ahí» como «ser-en-el-mundo». El hombre no es ajeno al mundo.

El ser del hombre se define por su relación con el mundo, que es inicialmente práctica («ser a-la-mano») pero también teórica («ser ante-los-ojos»). Como plantea William Halverson, «este intento de comprender el mundo es sin duda la empresa más atrevida en que se haya embarcado nunca la mente del hombre. Solo pensemos por un momento. Aquí está el hombre rodeado por las vastedades del universo en el que es únicamente una parte pequeña o quizás insignificante y él quiere comprenderlo».

En 1863, T. H. Huxley propone que «La pregunta por excelencia para el hombre, el problema que está detrás de todos los otros y es más interesante que cualquier otro es determinar el puesto del hombre en la Naturaleza y su relación con el cosmos. De dónde vino nuestra especie, qué clase de límites está establecida a nuestro poder sobre la Naturaleza y de la Naturaleza sobre nosotros, a qué meta nos dirigimos, son problemas que se nos presentan renovadamente y son de interés imperecedero para todo hombre sobre el planeta».

En el atareo con el mundo, unos intereses cognoscitivos pueden sobreponerse a otros. Al que se interesa por las cosas lo podemos llamar científico. Al que se interesa por la compañía de sus semejantes, sociólogo. Al que se interesa por el ser absoluto, teólogo. Al que se interesa por el ser en sí, metafísico, y al que se interesa por sí mismo, por el ser del hombre, humanista.

Desde que el hombre tiene conciencia se ha interesado por conocer el mundo que le rodea, se ha interesado sobre todo por saber qué es él mismo, y eventualmente esto le ha llevado a interesarse por conocer si hay un ser extramundano que sea la explicación de él mismo y del mundo que lo rodea. La supremacía de uno de estos intereses se alterna a lo largo del tiempo.

El humanismo es básicamente el esfuerzo denodado de algunos individuos por mantener a flote el interés por el ser humano sobre los otros cuatro intereses. Las épocas en las que estos pensadores han formado un número considerable son épocas o movimientos humanistas.

A veces los otros intereses han sido tan fuertes que han reducido al hombre a ser una cosa, una máquina, un animal más, una parte más de la naturaleza o más bien un ciudadano, un miembro anónimo de la sociedad, un figurante, comparsa de la gran comedia humana, o la pura imagen de Dios, sin sentimientos, afectos, pasiones, libertad. O un mero ente. El debate con los reduccionismos de toda clase es la tarea del humanismo. Mientras tanto el humanismo asume diferentes modalidades con los diversos sujetos, tiempos y lugares.

El humanismo fue un movimiento filosófico, intelectual y cultural europeo surgido en el siglo XIV que se basó en la integración de ciertos valores considerados universales e inalienables del ser humano. Esta corriente de pensamiento surgió en oposición al pensamiento teológico, en el que Dios era el garante y el centro de la vida.

El pensamiento humanista es una doctrina antropocéntrica que intenta garantizar que el género humano sea la medida a partir de la que se establecen los parámetros culturales. Este grupo privilegiaba las ciencias y se interesaba en todas aquellas disciplinas que tuvieran como fin desarrollar los valores del ser humano.

Apoyándose en grandes pensadores de la antigüedad (como Aristóteles y Platón), sostenían que el conocimiento daba poder a las personas, brindándoles felicidad y libertad. Por esta razón buscaron hacer llegar las obras clásicas para expandir el conocimiento y crear una sociedad más culta.

Actualmente esta corriente se opone a las tendencias consumistas, al narcisismo, a la exaltación corporal y a todo aquello que implique la explotación del individuo.

El humanismo se originó en el siglo XV en Italia con la influencia de autores del siglo XIV como Francesco Petrarca y Giovanni Boccaccio quienes defendieron las ideas y la cultura grecorromana.

Ciertos acontecimientos históricos contribuyeron para que este pensamiento prolifere, uno de ellos fue la aparición de la imprenta en 1450 inventada por Johannes Gutenberg. Este revolucionario invento permitió la emisión de libros, panfletos y pancartas destinados a propagar mensajes críticos. Gracias a la imprenta se divulgaron pensamientos humanistas en contra de los pensamientos del medioevo.

Otro factor importante fue la creación de grandes universidades (como la de Alcalá, Henares y Lovaina), desde donde se contribuyó en la proliferación de las ideas humanistas y el pensamiento crítico.

El 29 de octubre de 1945 el filósofo Jean Paul Sartre dio una conferencia en clima de época de posguerra, y lo dicho repercutió profundamente alterando a todo el pensamiento filosófico a partir de ese momento. Esta conferencia se denominó “El existencialismo es un humanismo” y marcó un hito presentando una concepción nueva acerca del hombre y del humanismo.

En un París en ruinas luego de la Segunda Guerra Mundial, esta conferencia dio la pauta para la búsqueda de un nuevo horizonte humano, un nuevo horizonte moral que incorpore la responsabilidad del hombre y su existencia, por fuera de lo que es el progreso y sus consecuencias devastadoras bélicas.

Desarrolló una noción antropocentrista del mundo y dejó de lado la idea teocentrista que había regido los últimos siglos de historia.

Planteó la idea de un modelo de conocimiento mucho más puro que el existente en la Edad Media.

Defendió la idea de utilizar a la razón humana como motor para la búsqueda de respuestas dejando de lado las creencias y dogmas de fe.

Reformuló el modelo de educación existente hasta aquél entonces, dando importancia al estudio de clásicos latinos y griegos y abriendo nuevas escuelas que promovían el estudio de otros idiomas y de las letras clásicas.

Desarrolló ciencias como la gramática, la retórica, la literatura, la filosofía moral y la historia, estrechamente ligadas al espíritu humano.

Buscó eliminar todo sistema cerrado que no permitía la multiplicidad de perspectivas del pensamiento. Se pensaba que con este cambio se alcanzaría el desarrollo total del hombre: físico y espiritual, estético y religioso.

 Arturo Ismael Ibarra Dávalos. Licenciado en Derecho por la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo (UMSNH). Catedrático de la misma. Preside la asociación civil Bien Común Michoacán, Abogado de Laborissmo, “Por la Mejora en el Ámbito del Trabajo”. Secretario General del Foro Política y Sociedad.  Maestrante de la Maestría en Ciencias, con Especialidad en Políticas Públicas del Instituto Iberoamericano de Desarrollo Empresarial (INIDEM)

Correo electrónico de contacto arturoismaelibarradavalos@hotmail.com

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