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Los medios hoy… La Batalla de Culiacán

La ofensiva del Cártel de Sinaloa en Culiacán no fue muy distinta a la ejercida por la Familia Michoacana en la propia ciudad de Morelia no hace muchos años, cuando las fuerzas federales capturaron a uno de sus principales líderes, Arnoldo Rueda, apodado el Minsa. Como represalia los michoacanos atacaron destacamentos de la PFP y quemaron vehículos particulares en distintos puntos de la capital provocando psicosis en la sociedad.

By: Camila Cienfuegos (Incrédula)

 

En el caso de los sinaloenses, el motivo fue la captura de Ovidio Guzmán, hijo del aún poderoso Chapo, actualmente preso en los EU, que también provocó cuantiosa movilización, pero con la diferencia de que las tropas del cártel prácticamente tomaron a la capital de Sinaloa y atacaron al Ejército, que incrédulo, y hasta superados en número, se vieron obligados a ceder terreno, vehículos y lo más vergonzoso: la victoria.

Las comparaciones no se hicieron esperar, pero no con la época del “PRIAN” y la autodenominada Cuarta Transformación, sino específicamente con el sexenio de Felipe Calderón. Está claro que estamos ante dos estilos de gobernar, ante dos formas de enfrentar los problemas: uno que decidió declarar la guerra al narco y se lanzó al combate con escasa preparación en materia de información, y otro que decidió de manera abierta no enfrentar a los cárteles y dejarlos seguir con sus actividades criminales.

Pero lo que debe de quedar muy claro, es que la violencia no es un fenómeno que apenas forme parte de los problemas de los mexicanos; la violencia nos ha acompañado desde antes de llamarnos México, así que pensar que con Felipe Calderón se inició esta escalada de crimen resulta un error, acaso el expresidente solo evidenció -con sus ataques y los posteriores contraataques del crimen organizado– lo enorme del problema que como sociedad omitimos, o mejor dicho, que sabíamos que estaba ahí pero pasamos la vista de largo y fingimos que no había nada.

Lo cierto es que ningún gobernante escoge las condiciones en que encontrará el país que va a gobernar. No hay un solo presidente que llegue a administrar la abundancia; todos heredan problemas, aunque para AMLO lo más comodino es repartir culpas y lavarse las manos: “nos dejaron un cochinero”, expresa cuando su ineptitud se hace manifiesta ¿Nos dejaron un cochinero? El presidente parece olvidar que él mismo formaba parte de ese cochinero cuando dirigía al PRI en Tabasco.

Si con la acción de Calderón no mejoraron las cosas, con la inacción de López no parece que cambien, antes podían empeorar pues el mensaje que se envía a los narcos es muy claro: van por el camino correcto porque el gobierno SÍ CEDE A LOS CHANTAJES.

NARCO CULTURA

Al momento de redactar la presente columna me entero en las noticias que en el estado de Sinaloa se dio un fenómeno curioso que reafirma la narco-cultura: decenas de recién nacidos fueron registrados con el nombre de Ovidio (información por confirmarse), en clara alusión al hijo del Chapo. El arraigo del narco está tan adentrado que resulta casi imposible controlarlo debido a que la misma sociedad donde echa raíces lo protege. No es un fenómeno del calderonato para acá, es de muchos años atrás y se manifiesta en la ropa, la música, el arte popular y hasta en las actitudes aspiracionales: “yo quiero ser sicario”.

No es pues un cochinero heredado del calderonismo, sino una cultura que se ha creado desde hace más de medio siglo y su erradicación depende más de la educación que de las armas. Lleva tiempo porque es tardado, pero si se prefiere repartir culpas que dar el primer paso, estaremos muy lejos de erradicar este mal que nos aqueja.

EL FUTURO

El futuro de las drogas va a cambiar a corto plazo, la legalización de algunos enervantes es inminente, y será el Estado mexicano quien tendrá entre sus facultades la de designar mediante concesiones a los productores. Ya parece evidente quiénes serán los primeros beneficiados.

Por ahora, en la batalla de Culiacán perdió el Estado morenista, y no me voy a complicar dando detalles de la responsabilidad que tienen los anteriores gobiernos, pues la crítica de los medios fue muy clara, sin contar con la opinión de los medios internacionales que ven en AMLO a un gobernante débil, timorato y falto de liderazgo, aunque su popularidad en México se encuentre por las nubes.

Al final tenemos lo que merecemos: una narco-cultura enraizada en la sociedad, solapada por la sociedad, protegida por la sociedad y que al mismo tiempo nos lastima como sociedad. Pero también tenemos un gobierno que no solo la tolera, la poya y libera… después de todo también tiene una oposición endeble a quien echarle la culpa… del pasado, del presente y del futuro. ¡Faltaba más!

 

¡Excelente miércoles para todoooooooooooooos!

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