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Rebelde a los 15…Cómo ser diferente y no morir en el intento.

Vivimos en un mundo donde se nos anima a encontrar nuestra individualidad y crear nuestras propias "únicas" huellas. El contrato, sin embargo, tiene por ahí unas letras chiquitas donde se implica que tu libertad tiene unas cuantas pautas

By: Itzia Ramos

ITZIA

De mis quince años de vida, casi dieciséis, son pocos los momentos donde puedo recordar pensar «oye, pues aquí sí encajo». Fue cuestión de unos pocos años y una pizca de lógica para darme cuenta de que yo era diferente. No mejor, no peor, simplemente no era igual a las personas que me rodeaban. El admitir esto siempre suena como una presunción… de una vez quiero admitir que no. Aunque igual me seguirán diciendo «unik y detergente«*. Prosigamos.

Vivimos en un mundo donde se nos anima a encontrar nuestra individualidad y crear nuestras propias «únicas» huellas. El contrato, sin embargo, tiene por ahí unas letras chiquitas donde se implica que tu libertad tiene unas cuantas pautas. Están las que nos garantizan una óptima convivencia, como «no matar, no robar, no romper la ley en general» y otras un poco más adaptadas al modelo de vida tradicional, ya saben, estudia, ten pareja y amigxs, vístete de x y manera, etc… ¿pero qué pasa cuando no las cumples al pie de la letra?

Me explico. De pequeña, yo no podía concebir mi adolescencia de una manera que no pareciera una película gringa «coming of age». De algún lado tendré que haber sacado la expectativa de ponerme vestidos de flores, maquillarme, tener un novio y salir cada semana con mis tantas amigas a hablar de cosas «típicas de chicas», porque la decepción estuvo ahí cuando no pasó.

(No se agüiten que aquí sigo, con pantalones de mezclilla, felizmente soltera, pasando mis fines de semana compartiendo memes.)

Y entonces tuve que aprender (y sigo aprendiendo) que no ser eso no me hace peor que las chicas que conozco que sí lo son, que sus vidas no son perfectas igual que la mía y que probablemente seamos muy parecidas sin darnos cuenta. Que me toca aprender a vivir en la diferencia, más en esta edad donde a veces me siento una morrita cualquiera, y en otras un alien que no sabe comunicarse ni con sus contemporánexs. Aunque me cueste, me hará más fuerte y tolerante.

En realidad esto no es la queja de siempre «oh, nuestra sociedad debe cambiar» porque creo que es algo razonable dictar lo más básico de la conducta, si cambiamos el modelo va a haber quien no quepa y volveremos a lo mismo. En mi experiencia, recomendaría tomar lo que te dicen como una sugerencia y si no te gustan rebelarte, que al cabo que no te vas a morir por no cumplir lo que se espera de ti. Mírame, aquí sigo, medio raspada y moreteada pero funcional.

Si escribo esto es para dejar un testimonio de que ser quien eres no es el fin del mundo. A alguien por ahí debería servirle escuchar eso. Probablemente en unos años nos reirémos de las tardes que nos martirizámos pensando que «nadie nunca nos entendería» y escribiendo mala poesía (no puedo ser la única que hizo eso). Vamos a encontrar a personas con las que la comprensión sea mutua y nos sintamos agusto. Y si no, para algo existen las mascotas (saludos a mis gatos, los amo).

Con esto termino la columna de hoy. ¡Que tengan unas excelentes vacaciones! si es que tienen. Y si no, buen fin de semana.

*unik y detergente: término coloquial que describe a una persona, usualmente mujer, que se siente diferente y superior a las demás personas, aunque en realidad haga exactamente lo mismo que ellas (escuchan la misma música, usan las mismas frases y leen los mismos libros).

Itzia Ramos, ferviente defensora de la libertad y de los tacos al pastor con piña. Escribe poesía en su tiempo libre.

 

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