
STAFF/ @michangoonga
Familiares de pacientes de los hospitales de Ciudad Salud de Morelia, tienen que salir a comprar medicamentos de madrugada, ya que las farmacias internas no cuentan con los fármacos que solicitan sus propios médicos y pasan las noches en las áreas que les permitan debido a que no hay una zona digna donde puedan resguardarse mientras esperan noticias de sus familiares internados.
A través de testimonios anónimos compartidos a Changoonga.com se puede contradecir lo que hace unos días el titular de la Secretaria de Salud de Michoacán (SSM) Lázaro Cortes Rangel, había asegurado sobre un suficiente abasto de medicinas en los hospitales públicos michoacanos.
«Hemos cuidado, por instrucción de nuestro señor gobernador, el abasto óptimo de medicinas, que es un trabajo diario, sobre todo privilegiando medicamentos de alto costo, de enfermedades catastróficas, aunque no sean medicinas de alto consumo o demanda» dijo entrevistado por este medio en días pasados sobre el abasto para este 2025, negando que existiera problemas con dotación de medicamentos a inicios de este año, como ha sucedido en otros estados como Oaxaca.
Pero la realidad es otra. Si uno se da una vuelta por las zonas abiertas al público, se puede escuchar como los pacientes con tratamientos para el cáncer batallan para poder surtir sus medicamentos especializados.
Un padre de familia con su pequeño ingresado en el Hospital Infantil «Eva Sámano» padeció el desabasto de forma además poco ética y humana:
«En plena madrugada (a las 3:00 am) me avisan que debo salir a buscar una medicina, sabiendo que no hay ninguna farmacia cerca. Yo no tengo carro, apenas me alcanza para el tratamiento y a las 3 am me pusieron a buscar un taxi que me cobrará barato de ida y vuelta a buscar una farmacia abierta a esa hora», expuso el afectado.
«Afortunadamente, un taxista se encontraba cerca del área de urgencias y por 200 pesos me ayudó a buscar la medicina y traerme de regreso».
Este gasto se sumó a otros que la atención médica pública de Michoacán no ha podido solventar, ya no era la primera vez que le solicitaban un producto con el que no contaba el hospital, pues el primer día ya le había «forzado» a comprar una solución oral costó mil pesos, esto además de que la familia también tiene que costear hasta el equipo más sencillo como guantes, vendajes y bolsas para residuos de infantes.
Cirujano: Trabajamos como podemos
En charla con un cirujano del nosocomio [del cual nos reservamos su identidad por cuestiones de seguridad], lamentó la situación y expuso que lo del desabasto ya es cosa común:
«Uno confía en que los medicamentos que necesitamos después de los procedimientos quirúrgicos, estén disponibles, y a veces se necesitan de emergencia en las noches y cuando vemos a los padres que van a buscarlos y regresan con las manos vacías, nos apena el hecho de fallar de esa manera», compartió.
No es la única problemática que aqueja al Hospital Infantil. Conflictos internos entre su personal propicia una mala coordinación entre los 3 turnos de atención que se manejan, por eso se observan pancartas que piden a Lázaro Cortes que brinde una solución a sus problemas, ya que una parte del sector laboral se encuentra en paro de brazos caídos.
Y además soportar prepotencia
Pero además de una deficiente atención, los familiares de pacientes deben soportar otro maltrato: el de la Policía Auxiliar que brindan la seguridad del lugar.
Suelen ser «prepotentes» con las personas, a excepción de unos pocos elementos que son comprensivos y ayudan en la medida de lo posible.
Por ejemplo, en el turno matutino no permiten el ingreso de personas al área común del hospital, hasta las 7 am en punto, a pesar de que se encuentren menores en la entrada, ante las altas temperaturas de la zona, prefieren que la gente duerma afuera que resguardarse dentro.
Tanto en el Hospital Infantil como en Civil [que son vecinos], los familiares o acompañantes de los internados, que no tienen donde pasar la noche, ya sea en un coche o no les alcanza para pagar el albergue de la zona, se las tienen que ingeniar para poder dormir dentro de la sala de espera de urgencias, hasta las 7 de la mañana cuando son «sacados» del área, sin importar el clima extremo y las bajas temperaturas de este invierno.
Aun así, hay quienes logran colarse ingresando cobijas o cobertores, pero duermen en donde pueden. Algunas personas se acomodan detrás de las bancas para mitigar el frío, otras encima de ellas, y algunas más directamente en el suelo.
¿Cómo en Dinamarca?
Otro trato inhumano se produjo cuando la trabajadora social del turno nocturno intentó retirar a las personas que se encontraban en el área de urgencias, y personalmente ingresó para sacar a los familiares que no tenían un paciente en esa área, mandándoles al albergue cercano, el cual ya se encontraba cerrado y lleno.
La trabajadora, explicó, que ya cerca de las 12 de la noche solo se permitía la presencia de la mamá de los infantes, y ante los reclamos señaló tajante:
«No podemos dejar que estén aquí solo para apoyar la salud mental de los papás», para después, tras un rato de confusión, los padres opusieron resistencia al desalojo y se les abrió una sala de espera que está cerrada al público por problemas de personal.
«La única cosa rescatable es el personal del Hospital, pues salvo por una o dos enfermeras, todos atienden con una sonrisa, son amables con los niños y siempre están al pendiente de los pacientes» expuso el padre de familia.
Y este es el viacrucis que viven cientos de padres de familia michoacanos que tienen un hijo menor hospitalizado en nosocomios públicos. Así lo padece, Sandra casa 2 meses que debe ir con su hijo de 3 años a tratamiento de leucemia, durmiendo como puede, pasándola como puede, librándola como puede.