La Alegría. Primera parte.
Por Padre Pistolas
Una de las cualidades del mexicano es saber sonreír en las desgracias, sobre todo en los velorios, quiero hacer un elogio a la alegría y al humor con razones y sobre todo con vivencias.
Me llamaron a auxiliar a un moribundo que decía: “vieja, ya me voy a morir, prométeme delante del padrecito que ya no te vas a casar” La señora dijo “¡Ah, no! Joven y con cinco hijos, nomás que te mueras luego, luego, me busco uno”. Haciendo de tripas corazón, el marido se incorpora y le grita: “ Mira qué jija… Si me apen… hasta la boda alcanzo”.
Otros son simplemente fruto de la ignorancia; un ranchero le pregunta al doctor: “¿cómo está papá?” Le dice el doctor “Señor, su enfermo se está muriendo, está en coma, tiene gastroenteritis y colitis”. Enseguida le habla a los parientes y les informa “Pos que el jefe se va a morir porque se comió un gato enterizo con todo y cola”.
Otros chistes son ilustrativos.
Un gato moría de hambre porque los ratones conocían su maullar, empezó a ladrar y los ratones salieron confiados hasta que el gato atrapó a uno. Le decía al gato: “No se vale porque ladraste”, y el gato le contestó: “El que no habla por lo menos dos idiomas en estos días, se muere de hambre”.
La maestra a Pepito: “Pepito, dime, ¿cuál es la respuesta más usada en clases por los alumnos?” El chamaco le contesta: “No sé”. La maestra le contesta: “¡Muy bien, acertaste!”.
Tengo una letra tan fea que solo la entendemos Dios y yo, y a veces, sólo Dios…
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