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Un año después…// By Luis Fabián Fuentes Cortés

editoriales

Nací en Zamora el primero de enero de 1982. Diría que soy el típico capricornio, pero no creo en tonterías. Mi vida académica me ha llevado a varias partes del país: Guadalajara, Querétaro, la Ciudad de México, Guanajuato, Salamanca y Morelia. Estudié Ingeniería en Industrias Alimentarias en el Tecnológico de Zamora, la maestría en Ingeniería Mecánica en la UMSNH, institución donde actualmente estudio el doctorado en Ingeniería Química. Profesionalmente, he sido consultor de algunas empresas y docente. Estoy casado con la ciencia y la tecnología, pero me gusta ser infiel y a veces me escapo y le pongo el cuerno con la música, la poesía y la Filosofía. En ocasiones he sido activista político, cuando la causa me convence, afortunadamente mi disciplina y ética no me da para pertenecer a ningún partido político.
Nací en Zamora el primero de enero de 1982. Diría que soy el típico capricornio, pero no creo en tonterías. Mi vida académica me ha llevado a varias partes del país: Guadalajara, Querétaro, la Ciudad de México, Guanajuato, Salamanca y Morelia. Estudié Ingeniería en Industrias Alimentarias en el Tecnológico de Zamora, la maestría en Ingeniería Mecánica en la UMSNH, institución donde actualmente estudio el doctorado en Ingeniería Química. Profesionalmente, he sido consultor de algunas empresas y docente. Estoy casado con la ciencia y la tecnología, pero me gusta ser infiel y a veces me escapo y le pongo el cuerno con la música, la poesía y la Filosofía. En ocasiones he sido activista político, cuando la causa me convence, afortunadamente mi disciplina y ética no me da para pertenecer a ningún partido político.

Un año después… Dos reportes, cuarenta y tres desaparecidos y hartas preguntas

Por Luis Fabián Fuentes Cortés

En esta semana se cumple un año de la desaparición de los estudiantes de la Escuela Normal de Ayotzinapa. Durante el último año, este tema se ha mantenido vigente debido a la movilización y al interés que genera en la comunidad internacional. Llevo un par de meses viviendo fuera del país y no hay extranjero que no me pregunte sobre el tema ¿Quiénes son esos estudiantes? ¿Por qué los desaparecieron? ¿Quién fue quien ordenó el ataque? ¿Cuál es la relación del crimen organizado?

En fin, que el tema levanta expectativas y va a ser difícil que se meta en el mismo cajón que el caso Colosio, el Caso Stanley, El jueves de Corpus, el 2 de Octubre, Acteal, Aguas Blancas, Tlatlaya, la Narvarte y… apunte aquí todo lo que nos ha quedado sin respuesta y sin responsables ni castigos.

Sin embargo, aunque será difícil, creo que al final pasará de largo, lo único que me pudiera cerrar la boca es que el próximo 26 de septiembre las movilizaciones se generalicen y se sostengan, lo cual es difícil en un país donde todos hablan de su inconformidad pero al final del día se resignan a evitar andar de revoltosos y se conforman con bajar la cabeza y asumir su indignación mientras toman el autobús, cobran su salario de miseria y encima gritan: “pónganse a trabajar” lo cual tiene como mejor traducción: “resígnense como yo lo hago, vayan a votar, aunque todos sean la misma mierda, ya verán que algún día nos darán a escoger a alguien bueno”.

Algunas de las preguntas que mencionaba al inicio tienen respuesta fácil, otras no tanto. Los estudiantes de la Normal de Ayotzinapa no son solo estudiantes que aspiran a ser profesores. La mayoría proviene de comunidades marginadas a las cuales retornaran como profesores.

Durante su formación académica, también son formados políticamente, esto implica que deben estar preparados para entender las condiciones de marginación y explotación de las comunidades donde terminarán dando clases.

Deben entender, no solo que los niños que no comen no pueden aprender al mismo ritmo que los demás, que las pruebas estándarizadas y la educación por competencias son un fracaso ya que solo restringen el problema educativo al aula.

Que el problema no se resuelve dedicando diez minutos a enseñar a los alumnos como hornear galletas ya que el problema es más amplio y aunque es bonito y voluntarioso, no rebasa eso, ya que los niños volverán a sus casas a enfrentar la realidad cuando salgan del aula.

Una realidad sin empleo, sin comida y con la violencia del narco a la espera en cada calle. Es por eso que los estudiantes de la Normal no se conforman con la buena voluntad académica, saben que tienen que salir a las calles y pelear por el paquete completo.

La Normal ha enviado a las aulas a personas peligrosas para el Estado: Lucio Cabañas, Genaro Vázquez, entre otros. Esa es la razón política para desaparecerlos: Los normalistas son un enemigo político y una amenaza para los intereses de la burguesía, golpearlos manda un mensaje: Aquí no hay espacio para los que no se pongan a trabajar, estimado profesor, si quiere cambiar el mundo, deje de quejarse, no se meta en problemas, mejor dedique diez minutos más a sus alumnos, súmese al tren de la educación por competencias y verá que eso es más valioso que andarse peleando.

Ahora que sí no le gusta eso, lo podemos condenar a la indiferencia o a la suma de personas  que están desaparecidas en este país. Eso que se llama terrorismo de Estado.

Tenemos dos informes, la llamada “verdad histórica” que se sostiene con unos muy cansados alfileres, igual que su autor: Murillo Karam. Esa versión ya estaba desmentida desde antes de salir a la calle. Los albañiles torturados no nos iban a convencer de la inocencia de Abarca, no nos iban a convencer de que la PFP no disparó, de que el ejército no fue cómplice y de que los cuerpos paramilitares del Estado, los sicarios, no estaban ahí. No se nos iba a olvidar que en este juego sucio participaron personas de todos los colores de las franquicias políticas: PRD, PRI, MORENA y hasta los panuchos, aunque luego todos se deslindan de lo lindo, así son las complicidades electoreras. Por cierto que no nos queda claro hasta donde llegan las redes de relaciones de Abarca. A nadie convenció la historia del basurero.

El segundo informe, aunque documenta nuestra incredulidad y nos dice lo que no sucedió, comete un pecado capital: No nos dice lo que sí sucedió. Amén de los errores técnicos, los cuales no voy a tocar aquí, me parece que el error más grande es que actúan bajo consigna: La idea es desmentir a la PGR, pero no aclaran que sucedió con los normalistas. Una investigación realmente seria, se enfocaría en descubrir la verdad, simplemente señalar la mentira, la “verdad histórica” caería a medida que se descubriera la verdad concreta.

Lamentablemente, nos conformamos con lo inmediato, aunque se tenga que valorar en ese sentido, ahora sabemos lo que no pasó pero no tenemos idea de lo que sí sucedió. Y quizá aún no nos demos cuenta, pero las comisiones de derechos humanos también son parte del Estado. Por eso no buscaran la verdad, por eso aún ignoramos de quien son los restos que se encontraron, si acaso nos van a confirmar las mentiras de las que sospechamos y luego nos quedaremos en la nada. Hoy estamos muy lejos de la verdad, no solo temporalmente, no solo porque en Cocula pueda haber cosas entre la basura que se ha acumulado en estos meses, no solo por las plantas que han crecido y la erosión de las montañas, por lo que se ha llevado el agua, sino por que los asesinos siguen sueltos y han tenido tiempo para cubrir sus huellas.

Los que han estado más cerca de la verdad son los padres de los normalistas, los grupos que los han acompañado a buscar en los cuarteles, en los cerros y en cuanto lugar ha sido necesario. Los que continúan movilizándose y retando a la autoridad esos son la verdadera amenaza, por eso el Estado también los quiere calladitos. Así que la invitación es sumarse a apoyarlos. A salir a la calle a exigir no solo la presentación de los normalistas sino de toda la gente que ha sido desaparecida por el Estado, y conste que no solo me refiero al Estado como su forma de gobierno. Todos los desaparecidos de nuestra sociedad tienen un carácter político y es tiempo de salir a la calle a pedir su presentación y el castigo para los que resulten culpables.

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