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Bullying, armas y dinero

Por Viridiana López

Es periodista y ha trabajado en diversos medios escritos y electrónicos desde 1999.  Es especialista en Derecho de la  Información. Realiza investigación en  temas de Libertad de expresión y otros derechos de la personalidad en el ámbito de las TICs.
Es periodista y ha trabajado en diversos medios escritos y electrónicos desde 1999.
Es especialista en Derecho de la Información. Realiza investigación en temas de Libertad de expresión y otros derechos de la personalidad en el ámbito de las TICs.

El nivel de impunidad y violencia en la sociedad mexicana es tal que se enquistó en la cultura, al punto de no causar asombro ni alerta, por el contrario se convirtió en parte de la vida cotidiana, pero también en un mercado de consumo bélico, que entre otras industrias, favorece a la armamentista.

No quiero pecar de mal pensada, pero el problema del bullying queda como anillo al dedo para consolidar la industria de las armas, y por eso me pregunto si hay una estrategia real para abatirlo o es sólo un mejoral para “mitigarlo” temporalmente y tapar el ojo al macho.

La realidad es que la violencia también es un negocio con jugosas utilidades, y pese a que existen esfuerzos de la comunidad internacional desde hace medio siglo por lo menos para el desarme de diferentes países, entre ellos México, encaminados a lograr la paz mundial, la realidad muestra otra cara, porque ni el Pacto de la Sociedad ni el Comité de Desarme de Naciones Unidas han logrado reducir el consumo y tráfico de armas.

En 1976 el mundo gastó 330 mil millones de dólares en productos bélicos, cantidad que superaba entonces el PIB de los países afroasíaticos en vías de desarrollo; entre 2007 y 2011 la cifra incrementó, y el Instituto Internacional de Estudios para la Paz de Estocolmo informó que el comercio mundial de armas convencionales aumentó 24 por ciento en dicho periodo, comparado con el lustro anterior.

Actualmente la cantidad del gasto militar en todo el mundo se eleva a un billón 339 mil millones contra 19 mil millones dólares asignados a la lucha contra el hambre y la malnutrición. En los años recientes, México ha concentrado miradas por el nivel de violencia, inseguridad e impunidad que prevalece entre la sociedad, convirtiendo a nuestro país es un potencial consumidor de armas.

Más allá de nuestras fronteras se percibe un país peligroso, porque se considera que hay muertos cayendo en cada esquina, balaceras por las calles, pobreza y desolación… Lo que viene ocurriendo en Michoacán y el resto del país no es momentáneo, es caldo de cultivo para engendrar más días violentos.

Con el llamado bullying surgen potenciales consumidores, (México es el primer lugar de bullying a escala internacional porque afecta a 18 millones 781 mil 875 infantes de educación básica según cifras de la OCDE). Viendo este fenómeno sin pasiones, y fríamente, es el ideal para prolongar y consolidar la violencia, y por tanto la industria armamentística, la que seguramente continuará obteniendo jugosas ganancias a costa de la violencia mexicana.

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