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A diferencia de las dos últimas unciones de un candidato a gobernador del PRI en Michoacán, la de hoy del senador Chon Orihuela careció de ‘chispa’, de entusiasmo bullante, vamos, que para ser un evento de eso que llaman ‘fiesta de la democracia’, el ambiente no era el más alegre por llamarlo menos.
Dos horas antes del registro del senador zitacuarense como el único precandidato del Tricolor al Solio de Ocampo apenas había un puñado de militantes, miembros de las estructuras, para empezar a calentar el sillerio destinado para unas tres mil personas, aunque oficialmente la dirigencia nacional afirma haber convocado a cinco mil personas, no más de 3,500 según nuestros cálculos, incluyendo algunos asientos vacíos.
Los sectores grandes del partido, la CNC,CNOP,OMPRI, etc, pasaban lista con unas cuantas mantas y reducido ánimo en su semblante. Por ejemplo, no había aquellas pláticas que dan la oportunidad de presumir cómo, cuándo y dónde había “saludado” cada uno al hoy, ungido.
Una que otra voz, un murmullo por ahí se oye decir de entre los presentes: “ya nos jodimos con Chón, no es candidato para ganar”.
Al filo de las 13:34pm Orihuela Bárcenas, recibió su registro como precandidato a Gobernador. La sala mas llena de periodistas y personal de oficina que de seguidores (verdaderos, no lamebotas o busca-chambas), tampoco de aquellos que por su peso político “deben acompañar al elegido”. Nadie, excepto, el dirigente nacional César Camacho y el senador Emilio Gamboa Patrón,amigo personalísimo de Chon le escoltan.
“¡Arriba Chón!” alentaba el animador desde el templete, pero los asistentes, que para entonces ya superaban los 3 mil, no respondían muy convencidos a sus palabras, sus rostros más bien serios, algo dubitativos, incluso no faltaban los cabizbajos. Escasas sonrísas.
En primera fila la familia del llamado “candidato de unidad”, destacando el ánimo de su hijo, “como pavorreal” diría alguien, el diputado local Eduardo Orihuela, tal vez el más, sino es que el único convencido de que su padre tiene “alguna chance”. Mientras que los sobrinos medio incómodos, Toño Ixtlahuac y Eduardo Orihuela apechugaban los desencuentros familiares del pasado y con su presencia, intentaban mandar otro mensaje de unidad.
Dos ex gobernadores priistas nada más se dieron cita: Genovevo Figueroa, alguna vez converso en el PRD y Víctor Tínoco. La ausencia de Ausencio Chávez en cambio, otra no muy buena señal, siendo la figura que aún aglutina a gran parte de la estructura que el ex gobernador Jesús Reyna controla aún desde prisión. Alguno que otro faustista asomó la cara, como el secretario de Turismo Roberto Monroy o la ex coordinador de Comunicación Social, Guadalupe Santacruz. Reynistas ni hablar.
En el templete, Chon Orihuela, con su clásica camisa blanca sin logo, acompañado por tres de los precandidatos perdedores, Alfredo Anaya, Victor Silva y Wilfrido Lázaro quienes escuchaban el “macizo” discurso de Camacho Quiroz que se reventó alguna que otra frase ocurrente para buscar “prender” los ánimos : “Todos estamos con Chon, por que será quien encabece la gran locomotora del triunfo”; “en este partido donde la puerta es muy ancha, para todos hay oportunidad”; “en el PRI hemos elegido al mejor candidato, me dan pena aquellos partidos que tienen que escoger entre los menos peores”,;“gracias a la actitud generosa de los otros aspirantes”.
El siguiente en tomar el micrófono fue el candidato virtual, quien llevó escrito su discurso, por cierto mal redactado y mal leído. Agradeció cual ganador de un premio artístico, a toda su familia, amigos y compañeros; fue región por región del Estado, mencionando los 113 municipios, y en tono de “gobernador” prometió prosperidad y seguridad.
La presencia de muchos de los que acudieron a ese evento, respondió más para saludar a “los cuates” y no besar la mano del candidato o poner a sus ordenes su estructura, capital político o trabajo.
Sin duda el PRI no presentó la fuerza de los proceso electorales anteriores.Ahora hasta escasearon las porras, los tradicionales aplaudidores, las bandas de música, los miles de acarreados, las tortas y los refrescos, las matracas, los discursos alentadores, el optimismo y la fiesta. Bueno, hay quienes dicen que ¡hasta faltó candidato!.
