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Hace un par de días, se hizo pública una entrevista que dio Robert Pattinson a la revista GQ. El actor, que dará vida a Batman en la próxima adaptación cinematográfica del personaje, confesó que durante estas semanas de confinamiento prácticamente no ha entrenado. "Estableces un precedente. Nadie hacía esto en los años 70. Incluso James Dean, no estaba exactamente marcado", dijo.

By: Héctor García Ramírez

Hace un par de días, se hizo pública una entrevista que dio Robert Pattinson a la revista GQ. El actor, que dará vida a Batman en la próxima adaptación cinematográfica del personaje, confesó que durante estas semanas de confinamiento prácticamente no ha entrenado.

«Estableces un precedente. Nadie hacía esto en los años 70. Incluso James Dean, no estaba exactamente marcado», dijo.

Las declaraciones del protagonista de Crepúsculo generaron respuestas en las redes sociales por parte de los fans que no fueron particularmente positivas. Estas reacciones eran de esperarse, después de todo, una de las críticas que se generaron desde que se hizo público que el inglés de 34 años sería al hombre murciélago en la nueva cinta dirigida por Matt Reeves, consistió, precisamente, en que carecía del físico necesario para interpretar al encapuchado.

Los dichos de Pattinson podrían develar una falta de compromiso profesional; sin embargo, cabe preguntarnos si tiene algo de razón. Vayamos al pasado. Entre 1943 y 1966 tres actores interpretaron a Batman: Lewis Wilson, Robert Lowery y Adam West; y en los años 50 George Reeves a Superman. A pesar de que todos ellos usaron mallas, ninguno transformó notablemente su cuerpo para desempeñar su papel. West y Reeves incluso lucen un poco cómicos si los miramos ahora.

Las cosas comenzaron a cambiar en 1978 cuando Superman llegó a la pantalla grande. Christopher Reeve, quien era considerado demasiado delgado para el rol protagónico, tuvo que subir más de diez kilos para lograr una imagen digna del hombre de acero, para lo cual, tuvo que someterse a una intensa rutina de ejercicio y dieta estricta.

Entre 1989 y 1997, tres actores dieron vida a Batman: Michael Keaton, Val Kilmer y George Clooney. Ninguno emuló a Reeve transformando su físico. Lo que es comprensible, después de todo, se enfundaron en trajes negros de goma, por lo que era irrelevante cómo se veía el hombre debajo del traje. A nadie parecía molestarle.

Con la llegada del siglo XXI, la tendencia de que los actores que interpretan a superhéroes se sometan a duros regímenes alimenticios y de ejercicio, adquirió fuerza. Tobey Maguire entrenó durante 6 meses para poder interpretar a Spiderman, y Hugh Jackman encarnaba a un Wolverine cada vez más musculoso en cada entrega del X-verso.

El hombre murciélago no escapó a esta tendencia, ya que para Batman inicia, estrenada en 2004, Christian Bale alcanzó el peso de unos 90 kilos. Por primera vez en pantalla, pudimos ver a un Bruce Wayne musculoso, pese a que en su identidad de justiciero, su cuerpo estaba oculto por una armadura de goma negra. Lo mismo ocurrió en las secuelas de 2008 y 2012 El caballero de la noche y El caballero de la noche asciende, donde vistió una especie de armadura urbana que no mostraba al hombre debajo de ella.

En los años siguientes, la tendencia continuó acentuándose. Para muestra están los cuerpos logrados por Chris Hemsworth, Chris Evans, Chris Pratt y Henry Cavill en Thor, Capitán América: el primer vengador, Guardianes de la Galaxia y El hombre de acero.

Claro que esta tendencia a veces nos regala casos absurdos. Por ejemplo, Ray Fisher, quien dio vida a Cyborg en La liga de la justicia, se pudo en forma para interpretar a un tipo que es puro CGI; o Paul Rudd, que hizo de Antman, enfundado en un holgado uniforme, se ejercitó durante meses para poder filmar una sola secuencia sin camisa.

Cuando un actor va a interpretar a un superhéroe, es normal que se empiece a hablar sobre el entrenamiento al que se va a someter, en qué va a consistir su dieta. A través de redes sociales, casi nos muestran día a día cuáles son sus avances, como se van convirtiendo poco a poco en superhombres. Es una estrategia de mercado para generar hype entre los consumidores, para que se hable de la película meses o incluso años antes de su estreno.

Así, Pattinson tiene razón cuando dice que no siempre se exigió a los actores que ganaran músculo para interpretar a un superhéroe. Y de hecho, el compromiso que pueda tener un histrión con su personaje no se debe medir únicamente en la parte física. Michael Keaton nos dio el que para muchos es el mejor Batman sin ponerse en forma. Heath Ledger no tuvo que pasar por una drástica transformación para hacer un Joker épico. Ambos intérpretes fueron inicialmente rechazados por los fans. Por otra parte, Henry Cavill nunca pudo entregarnos un Superman convincente. Jared Leto subió no sé cuántos kilos de músculo para traernos al Joker más olvidable que ha habido.

De lo poco que se ha visto, en su próxima adaptación cinematográfica, Batman no usará mallas, sino algo muy cercano a la armadura urbana empleada por Christian Bale en sus últimas películas. Así, como pasó como Keaton, Clooney y Kilmer, poco debería preocuparnos qué tan musculoso se ponga Robert Pattinson.

Por el contrario, el actor ya ha recorrido bastante camino desde que hizo a aquel vampiro adolescente y sus últimos trabajos muestran que tiene todas las tablas para darnos un hombre murciélago convincente. Ahí están Good time, The Lighthouse y High life, nada más hay que verlas.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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