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Despojo de censuras… Pepe Grillo vs El Inconsciente

By: Psic. Liz Gómez

Casi todos conocemos la historia de Pinocho y Pepe Grillo, en donde este último simboliza la parte consciente del ser humano. Es cierto que todos estamos dotados de este personaje: Pepe Grillo. Es real también que no todas las personas lo escuchan o por el contrario, cuando le prestan demasiada atención se pierden del mundo enfocándote en detalles muchas veces innecesarios. Vale la pena referir que las personas tienen similares necesidades básicas pero no la misma jerarquía de necesidades.

Es la conciencia colectiva la que en su mayoría de veces establece reglas de vida y convivencia que ayudan a diferenciar lo que es correcto de lo incorrecto y por ende lleva a que se actué de determinada manera. Desde ese cuento de Pinocho, se dio a entender que la conciencia es esa voz que de forma individual se escucha y que te dice las cosas que debes y no hacer, así como las responsabilidades que se adquieren y se tienen.

Este Pepe Grillo que juega a dar la conciencia de los actos, implica por lo tanto, que también otorga la culpa, siendo en este sentido, el ser humano la persona que se vive como inculpada, viéndose lo anterior como una culpa sana, porque lleva al diálogo consigo mismo, y a su vez da como resultado una reflexión para asumir las propias responsabilidades de las situaciones que pueden hacer sentir inestable a la persona o aun otro, como consecuencia de un acto.

Sin embargo, a veces no pasa como una culpa sana, sino que este diálogo interno que culpabiliza crece como espuma hasta hacer de la existencia de la persona una etapa de vida destructiva y caótica a causa de que su inconsciente amenaza, reprime y lanza chispazos de consciencia de cosas que no se quería dar cuenta el sujeto.

En esta pelea de Pepe Grillo contra el inconsciente surge un proceso de parálisis en el presente de  las personas, pues devienen acciones del pasado que laceran, lastiman y que están fuera de control, que por consecuencia generan un castigo hacia sí mismos, muchas veces inconsciente. Estos castigos van desde somatizaciones, ansiedades, angustias, preocupaciones, problemas cardiovasculares, problemas gástricos, etcétera. Este inconsciente doloroso cuando se hace presente, se muestra en frases plagadas del típico y mal intencionado hubiera: “Si le hubiera dicho…” “Si no hubiera hecho…” “Si me hubiera dado cuenta…” “Si hubiera escuchado sus comentarios…” “Si hubiera sido diferente…” Es decir, interminables frases recriminatorias y castigadoras que hacen del inconsciente un lugar a donde no se quiere llegar, por miedo al darse cuenta de eso que muchas veces los demás ven y viven de uno mismo, pero que de forma personal en muchos casos no se quieren hacer conscientes, es decir, dotan a Pepe Grillo de somníferos para que no sacuda la realidad ni mucho responsabilice a la persona en cuestión.

En esta lucha del propio Pepe Grillo y del inconsciente, desafortunadamente no solo participan ellos en el proceso, sino que se unen los de personas allegadas que generan y plantan a su vez en el sujeto culpas que muchas veces no son propias, sino solo las depositaron porque el otro no se puede hacer responsable de las suyas. Teniendo actitudes representadas en frases como: “tu tuviste la culpa…” “mejor no te hubiera conocido…” “Tú lo enfermaste…” “Ya no te pienso hablar…” etcétera.

¿Pero qué se debe hacer para que esta lucha entre Pepe Grillo y el inconsciente resulte benéfica y en pro del desarrollo de las personas? Bueno, es importante identificar las propias limitaciones psíquicas que se tiene como persona, por ejemplo, entender que no todo lo que pasa se puede controlar y que tampoco se pueden predecir los peligros; actúa para solucionar los errores que existieron en ciertas situaciones o contextos, por ejemplo, transforma los sentimientos de culpa en responsabilidad, ten acciones solidarias con las personas que quieres o algunas otras personas que hayas afectado, busca acciones concretas para remediar los errores cometidos; cuida y haz consciente los pensamientos que tienes, identifica que no sean pensamientos que provoquen culpa, sino que por el contrario, te ayuden entender el problema o situación en la que estas y además te lleve a analizar tranquilamente lo ocurrido; aclara tus responsabilidades con quienes te inculpan, busca hablar y aclarar malentendidos con personas con las que hubo algún inconveniente, sino se puede hablar frente a frente por el nivel de incomodad existente, busca recursos como los mensajes, e-mail o llamadas; si ninguna de las anteriores ayuda a aminorar esa lucha interna, busca ayuda profesional para que te auxilie a aclarar ideas con el fin de evitar castigarte a ti mismo a nivel psíquico o físico.

Recuerda que la autorregulación está relacionada profundamente con el desarrollo de la conciencia, es decir, hablar sanamente con nuestro Pepe Grillo, entendiéndose como autorregulación a la capacidad y autocontrol de una persona para adaptarse y ajustarse a lo que socialmente le permiten, ya sea en el hogar, los amigos, el trabajo, la escuela o la pareja. Hay que mencionar también que existen contextos culturalmente exigentes, con patrones sociales inflexibles que agravan los sentimientos de culpa, y para evitar lo anterior, hay que educar en la libertad de pensamiento y palabra para poder poner un límite por amor propio a contextos como estos.

Nos vemos pronto con más palabras democráticas para el placer y la conciencia.

Liz Gómez, psicóloga, psicoanalista

fiel creyente de que en la oscuridad es

donde encontrarás más luz y conciencia.

 

 

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