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Rebelde a los 15… Hablemos de Tlahuelilpan.

By: Itzia Ramos

ITZIA

El 18 de enero de este año parecía un viernes como cualquier otro. En Tlahuelilpan, Hidalgo, se reportó una fuga de combustible a las 13:30 en un ducto cercano al poblado. Las personas comenzaron a llegar, primero unas cuantas docenas y luego cientas, con botes y garrafas para llenarlas de gasolina.

 

No se sabe bien qué o cómo pasó. Se dice que el ducto no fue cerrado, que los elementos del ejército intentaron ayudar o no lo hicieron, que había personas fumando, que alguien lo encendió a propósito… sólo sabemos el resultado.

 

100 muertes en el día en el que escribo esto, decenas de personas lesionadas y 11 que siguen estando hospitalizadas. Tlahuelilpan se ha convertido en un lugar donde virtualmente no queda nadie que no haya perdido a alguien en esta explosión. Es, en verdad, una tragedia.

 

O eso fue lo que yo pensé cuando me fui a dormir, en mi propio cuarto y mi propia cama, en una casa cómoda y segura, donde siempre hay comida en la mesa. Y al día siguiente desperté y vi las noticias en una televisión, donde seguían subiendo las muertes. No fue hasta la noche que usé el internet en mi Smartphone y entré a mis redes sociales que encontré que había quienes no estaban de acuerdo conmigo.

 

La mayoría de lo que vi eran memes, hechos con imágenes y videos del acontecimiento. Había publicaciones de personas que no conocía pero llegaban a mí porque el algoritmo había escuchado a mis contactos, (¡eureka!). Parecía haber un resentimiento, una sensación de venganza, como si las verdaderas personas que habían provocado el desabasto hubieran fallecido esa noche.

 

Podía imaginarles desde una posición parecida a la mía, en la comodidad de sus hogares, hablando de estas ratas que merecían morir por haber robado. Nunca decían explícitamente que no merecían respeto, no, dejaban que sus acciones lo demostraran: trataban a estas personas como estadísticas, meras cantidades que nunca existieron y que servían como ejemplo para decirle a las personas: ¿ven? Eso te pasa si robas. Que yo nunca lo haría aunque no tuviera ni para comer, escribían, porque yo sí tengo valores.

 

Valores. Vaya palabra. Valores como para participar en una deshumanización masiva, porque se nos olvida que la dignidad nunca se pierde, sólo se desconoce y eso hacen. Valores tales que asumimos que nuestra realidad es LA realidad y quien no vive con el privilegio que tenemos, que no cuenta con nuestra suerte, lo hace porque no quiere. Porque creemos que este sistema, ese que nos está poniendo unos en contra de los otros, nos favorece en vez de estarnos jodiendo cada día un poco más.

 

Esas 100 personas no fueron las verdaderas criminales. Son el resultado obvio de una serie de condiciones que han pasado en nuestro país; el mundo es complicado y ser o no ser una buena persona ya no está en blanco y negro. Hacemos lo que tenemos que hacer para sobrevivir e intentar ayudar a quienes queremos: no siempre es lo correcto.

 

¿Haría yo lo que hicieron? ¿Lo estoy recomendando o romantizando de alguna manera? No, y lo aclaro, seguir la ley debe estar SIEMPRE en nuestras prioridades. Mas yo escribo esto desde el privilegio y la suerte que tengo de estar donde estoy. Cuando nos damos cuenta que somos quienes somos por las situaciones que nos han pasado en nuestra vida, es más fácil ser comprensivxs.

 

Tengan sus propias opiniones conociendo la manera en la que afectan a los y las demás. No hagan bromas o compartan contenido que hable de una manera despectiva sobre las víctimas: se merecen el mismo respeto que ustedes y yo. Démosle el espacio necesario a sus familiares para lidiar con su dolor en paz.

 

Y con esto, les dejo esta semana.

 

Itzia Ramos, estudiante de preparatoria. Ferviente defensora de la libertad y de los tacos al pastor con piña. Escribe poesía en sus tiempos libres.

 

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