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El secretario y la reportera // By Don Diablo

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Por Don Diablo

Mediante un comunicado oficial acompañado de un video editado, la Secretaría de Seguridad Pública no solo quiso justificar la burda y prepotente amenaza de su titular, Juan Bernardo Corona, en contra de la reportera Alejandra Martínez. La dependencia incluso quiso voltearle la tortilla a la periodista dejando entrever que sería ella la causante de la controvertida discusión al entrometerse en “hechos que podrían ser constitutivos de delitos”.

Alega la dependencia que se comprometían datos privados de dos querellantes pero, en la grabación de la comunicadora estaban ausentes nombres y lugares de las quejosas, de hecho, la reunión tenía como objetivo realizar un posterior encuentro con autoridades locales y jefes sectoriales para atender los casos de manera personalizada así como una estrategia, lo que sí sería de consideración privada para actuar eficazmente en consecuencia.

Dice la dependencia que “el tono y desarrollo de los hechos constan también en un video el cual se anexa a este comunicado”, pero dicho video está editado y justamente, están ausentes los momentos iniciales de la discusión en los que con tono prepotente el secretario lanza su amenaza: “¿Que no puedo? ¿Que no puedo?” (quitarle el teléfono a la reportera).

Pero ni siquiera el parcial video difundido por la dependencia de marras es capaz de justificar el actuar del jefe policiaco y, contrario a la grabación de audio de la reportera, el video sí corre el riesgo de revelar las identidades de las demandantes aún con el bloqueo de los rostros.

El comunicado y video no demuestran tolerancia del funcionario; no revelan tacto político en su actuar. En consecuencia, el titular de la SSP no es garante de la libertad de expresión. No si le advierte a la reportera en tono amenazante el despojo de su teléfono “¿Que no puedo? ¿Que no puedo?”. Es una retadora e infame frase que dicha por cualquier funcionario sonaría prepotente pero, dicha por el encargado de la seguridad de todos se antoja a terrible amenaza.

Lo cierto es que al titular de la SSP le faltó tacto, sentido común y sensibilidad que son básicamente de lo que se componen las buenas relaciones públicas.

 

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