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Saliendo del clóset…¿Y la sexualidad de las personas con discapacidad?

 

By: Raúl Martínez

Hoy, es del Día Internacional de las personas con Discapacidad y evidentemente no es un día para celebrar o felicitar, es un día de exigencia, de visibilidad, es un volver a poner en la mesa de los tomadores de decisión el tema, que como muchos otros solo es utilizado en el discurso y para la foto. Este año el lema es “Empoderar a las personas con discapacidad y garantizar su integración e igualdad” y no es cosa menor, con ello se busca el empoderamiento de las personas con discapacidades para asegurar un desarrollo sostenible, independiente, inclusivo e igualitario y de esta manera, cumplir con la Agenda de Desarrollo Sostenible en el que la apuesta es «no dejar a nadie atrás»

La discapacidad es una condición que afecta el nivel de vida de una persona. El término se usa para definir una deficiencia física o mental, como la discapacidad sensorial, cognitiva o intelectual, la enfermedad mental o varios tipos de enfermedades crónicas.

Las personas con discapacidad, llamada la «minoría más amplia del mundo», ya que de acuerdo a estimaciones de la ONU existen más de 500 millones de personas con algún tipo de discapacidad, suelen tener menos oportunidades de desarrollo económico, casi nulo acceso a la educación y tasas de pobreza y marginación más altas. Eso se debe principalmente a la falta de servicios que les puedan facilitar la vida (como movilidad y salud) y porque tienen menos recursos para defender sus derechos. A estos obstáculos cotidianos se suman la discriminación social y la falta de legislación adecuada para protegerlos. Uno de los temas que se han dejado de lado en las personas con discapacidad es el ejercicio libre y pleno de la sexualidad. Sexualidad no es igual a genitalidad; ésta es uno más de sus componentes. Sin embargo, la sociedad construye desde su desinformación o información inadecuada, olvidando que la sexualidad es una sola: SEXUALIDAD HUMANA». No existen distintas sexualidades, es una sola.

Para nadie es un secreto que el erotismo y la sexualidad, forman parte de un impulso vital, además se considera que es esencial para el desarrollo y la salud, siendo también reconocidos como vías de comunicación entre seres humanos. Aun así, en el caso de la sexualidad en personas con discapacidad, son muchas las limitaciones que la sociedad o familiares podrían colocarles, por falta de información o por considerar que no presentan interés por la intimidad. Creencias morales o religiosas y sin fundamento como aquellas que indican que las personas con discapacidad permanecen en la infancia permanentemente y que sus impulsos sexuales deben ser evitadas, ya que no se controlan; o que siendo adultos conciben apetitos retorcidos, inmorales e insanos, sumergen este ámbito de la vida de quienes padecen discapacidad, sea cual sea su causa, en un desconocimiento de sus necesidades reales.

La vivencia de la sexualidad de cada cual, sus expresiones eróticas, a partir de las peculiaridades personales deben estar señaladas en sentirse a gusto y tener un enfoque positivo, evitando situaciones que no se quieren.

Por lo tanto es urgente que se eduque a todos en  sexualidad, el objetivo de la educación sexual en general, incluyendo a personas con discapacidad, es que cada uno aprenda a conocerse, aceptarse, a vivir y expresar su sexualidad. Todas las personas independientemente del tipo de discapacidad que presenten tienen derecho de recibir una adecuada, pertinente y permanente educación sexual libre de prejuicios laica y con evidencia científica. Además es necesario trabajar arduamente en la concepción de la sexualidad humana que vaya más allá de un simplista curso de anatomía y fisiología humana y que está enormemente influenciada por una visión patriarcal de la misma, limitándola hacia la heterosexualidad, penetración, culto al pene, reproducción y a períodos de edad determinados.

No olvidemos que los seres humanos poseemos un cuerpo en el que cada milímetro de piel es capaz de proporcionarnos sensaciones placenteras, y un cerebro que se constituye en el órgano erógeno más importante junto con las actitudes positivas o negativas acerca de nuestra sexualidad.

Desarrollar habilidades como la comunicación, empatía, expresión emocional pertinente, que posibiliten vivir el erotismo y las relaciones personales adecuadamente son vitales para quienes sufren alguna discapacidad, ya que la mayoría de las veces, su erotismo no está vinculado con el coito y la estimulación genital,  sino que se circunscribe a formas más sencillas y multisensoriales.

La sexualidad de las personas con discapacidad no es mejor ni peor que la de los demás. Es la suya propia y se expresa en su forma de vivirla y experimentarla. Los mayores problemas provienen de la resistencia de los padres al enfrentarse con la sexualidad de sus hijos. Si se los excluye de su propio goce se los discrimina, y si excluimos en cuanto al goce sexual estamos excluyendo también en el goce de poder ser.

Cambiemos la mirada y actuemos.

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