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Rebelde a los 15…No quiero tu felicitación

by: Itzia Ramos

ITZIA
Marzo de 1857, Nueva York. Las mujeres de una fábrica entraron en huelga por las pagas tan bajas
y condiciones miserables en las que debían trabajar (si de por sí estas condiciones eran malas para
todxs, las mujeres llegaban a recibir hasta la mitad de lo que los hombres recibían.)
La historia más difundida narra que unas 40,000 mujeres se declararon en huelga. Pero en una
particular fábrica (la Cotton Textile Factory) el dueño encerró a las trabajadoras en el lugar para
que no pudieran dejar de trabajar. Haya sido o no provocado, dentro hubo un incendio que mató a
129 mujeres.
De aquí, salen varias ramificaciones y causales (la revolución rusa, la lucha constante por el
sufragio femenino y el creciente sindicalismo de este género entre otras) de una historia que
culminaría en la creación del 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, oficialmente celebrado por
primera vez en 1975 (o al menos eso dice la ONU).
Han pasado 44 años desde entonces, mas, como teléfono descompuesto, el mensaje se perdió y
de alguna manera terminamos con una fecha en el calendario donde las mujeres recibimos rosas,
felicitaciones y chocolates por el simple hecho de ser… mujeres (Señoras y señores, ¡bienvenidos
al consumismo!)
¿Es que no se han parado a pensar lo absurdo de este razonamiento? Es como si en el Día de la
Tierra, en vez de hablar sobre cómo cuidarla, ¡saliéramos a abrazar árboles!
Por esto es que hoy, 8 de marzo, no es un día de celebración sino de conmemoración. Por todas
las vidas que se han perdido en esta lucha, empezando por esas 129 y siguiendo con todas las
chicas que no regresaron a casa, las que fueron silenciadas por gritar la verdad, las que fueron
condenadas a muerte por el supuesto crimen de decir «no». Sí, se celebran las victorias que las
mujeres disfrutamos gracias al movimiento feminista (¿Eres mujer y vas a la escuela, votaste o
tienes una propiedad a tu nombre? ¡Felicidades! Es gracias a ellas) sin olvidar todo el camino que
nos falta por recorrer.
Y, si para este punto no había quedado claro, soy feminista. Porque en este movimiento he
encontrado a un colectivo que no juzga, que acepta y te ayuda a aceptarte. Hoy puedo decirme,
sin mentir: me gusta quien eres y estoy cómoda siendo tú, y quiero que todas las demás puedan
decirle eso al espejo. Instauraron en mí el afán de preguntarme el porqué de normas absurdas y
levantar la voz cuando sabía que podía ayudar a alguien, aunque el mundo pensara lo peor de mí
(si tuviera 10 pesos por cada vez que me han dicho feminazi…)
Pero, más que nada, porque me enseñaron a ver a las demás mujeres como mis aliadas y no como
mis enemigas. El mundo es más fácil cuando sabes que formas parte de algo más grande que tí
misma, algo así como una sororidad de 3.5 billones de chicas.
Si hoy quieres hacer algo por las mujeres, no compres rosas, no hagas tarjetas, no compartas
felicitaciones. Mejor solidarízate con la lucha y únete: todos y todas pueden ayudar. Desde usar
una cinta morada pasando por los pañuelos verdes y las marchas hasta las huelgas… cualquier
gesto cuenta.

Para terminar, sólo quiero decir muy atentamente que se va a caer, se va a caer, el patriarcado se
va a caer.
Dedicada a Ddesser y a todas las organizaciones que pelean cada día por los derechos de las
mujeres. Gracias por hacer este mundo un lugar mejor.
Itzia Ramos, estudiante de preparatoria. Ferviente defensora de la libertad y de los tacos al
pastor con piña. Escribe poesía en su tiempo libre.

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