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Rebelde a los 15, casi 16…¿Justicia?

Hacía unos días estaba pensando que, sorpresivamente, me sabía de memoria la definición de justicia: "la justicia es darle a cada quien lo que le toca".

By: Itzia Ramos

ITZIA

Hacía unos días estaba pensando que, sorpresivamente, me sabía de memoria la definición de justicia (se me hace difícil aprenderlas a la letra); «la justicia es darle a cada quien lo que le toca», recité. La pequeña felicidad que encontré al recordar fue rápidamente ensombrecida por un ruidoso pensamiento: » en este país… ¿en realidad la conocemos?»

Somos el cuarto país en el mundo con más impunidad en el mundo. Solamente se denuncian 5 crímenes de cada 100, y de esos solamente 12 por ciento llegan a algún tipo de investigación favorable para la víctima (según el IGI-MEX 2018).

Nuestro sistema de justicia en el borde del colapso. Este año hubo un aumento de 12.6 mil millones de pesos a esta ámbito, pero basta revisar el presupuesto a detalle para saber que este se irá al ejército (bueno, la Guardia Nacional). Existe una reducción de 990 millones en los subsidios en seguridad para municipios y estados. Estos, según la página oficial del gobierno mexicano, sirven para «Apoyar la  profesionalización de las personas que conforman las distintas instituciones encargadas de la seguridad pública, para la prevención social de la violencia y la delincuencia con participación ciudadana, su equipamiento, la construcción de infraestructura física, así como para la implementación de bases de datos útiles para los fines de la seguridad pública» así que no son algo que se pueda tomar a la ligera… y es exactamente lo que ya nos falta para mejorar nuestro sistema judicial.

Las personas de a pie lo podemos apreciar claramente; los robos en la calle están a la orden del día, y ¿quién no ha escuchado de alguien que lo bajen del coche a punta de pistola? Hemos llegado a un punto tal de normalización que cuando estas cosas pasan, encontramos alguna manera de culpar a la víctima, porque «si ya sabes que el gobierno nada va a hacer, ¿para qué te arriesgas?».

Pero, bueno, al menos me sé la definición de justicia. Me imagino que algunos de mis compañeros también podrán recordarla como eso, una definición. Un imaginario. Un ideal.

Esto no es, claramente, culpa de los maestros y maestras. La escuela debería ser un mero repaso de lo que hemos venido aprendiendo toda la vida, porque la educación moral no debería ocurrir dentro de una institución, sino fuera de ella. Y al no vivir en un mundo perfecto, a veces las clases de cívica y ética (por ejemplo) toman un peso más grande que el que deberían de tener. Lo entiendo.

Tan sólo es mi opinión que es muy difícil  aprender de valores morales si nuestra situación no los contiene. Cuando el mundo nos pide que seamos justxs (no voy a mentir), se siente como si un político corrupto nos pidiera que practicáramos la honestidad: ¿cómo lo hacemos? ¿es cinismo o en verdad nos están pidiendo que enmendemos sus errores? Lo haremos, probablemente, y mientras encontramos la manera… un poco de comprensión no estaría de más.

Itzia Ramos, estudiante de preparatoria. Ferviente defensora de la libertad y de los tacos al pastor con piña. Escribe poesía en su tiempo libre.

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