STAFF/@michangoonga / @ellycastillo
Con su sonrisa amplia que brillaba aún más con sus braquets, su aspecto le daba un aire a Selena Gómez, la juvenil estrella de Disney ex novia de Justin. El parecido es lo más, si se le observa de perfil sonriendo. Sus ojos vivarachos, inquietos, pero a la vez de inocencia profunda reflejada al instante. En algunas fotos de sus cuentas en redes sociales incluso se podría decir que pasaba por modelo, aunque lo suyo siempre fue la Enfermería. Particularmente los niños, y sobre todo los recién nacidos, los bebés.
“Ya sé porque no me gusta Pediatría, ni UCIN (Unidad de Cuidados Intensivos Neonatales). Me encariño mucho, y fácilmente con los pequeñitos”, compartió apenas unos meses atrás en Facebook acompañada de unas fotos mientras cargaba a diversos bebés del lugar donde trabajaba. Baste ver su tierna mirada para intuir de qué tipo de persona, de qué tipo de mujer, de qué tipo de joven, de qué tipo de michoacana estamos hablando.
Es por eso que uno no se explica qué especie de ser, de bestia, sobre la Tierra pudo acabar con la vida de Erika Kassandra Bravo Caro, de la forma en que lo hizo: desollandola, degollandola, tirando su cuerpo a bordo de una carretera, ahí a la vista de quien pasara por la carretera Uruapan – Los Reyes a la altura de la comunidad de Las Cocinas.
Se trataba de una moreliana radicada en Uruapan, de 19 años de edad, enfermera de profesión, amante de su trabajo en el Hospital Regional de la ciudad aguacatera. Soñadora, romántica empedernida, con gustos por el rock en español de Panda, Mago de Oz, Zoé, pero sobre todo aficionada a la trova, particularmente de Leonel García, el ex integrante de Sin Bandera, quien alguna vez incluso le devolvió un tuit.
Podría decirse que era una michoacana “común y corriente”, como todas las chavitas de su edad, con sueños y aspiraciones y toda una vida por delante. Pero no es así. En el Michoacán de hoy, describir a una joven como “común y corriente”, implica que pueda ser buchona (amante de la narcocultura), o revoltosa, o conflictiva, porque pues, así es mucha de la juventud local, sobre todo a los 19 años.
Erika desapareció el 3 de diciembre. Tres días después ayer sábado 6 de diciembre fue encontrada destrozada. Irreconocible. Sin sus bellos ojos, sin su pispireta sonrisa, con su calavera al desnudo como crudo testimonio de la violencia que aún se registra en Michoacán.
Y es que mientras el Comisionado federal para la seguridad de Michoacán, Alfredo Castillo, disfrutaba el viernes pasado del concierto del Buki en la Monumental de Morelia asegurando que dicho evento era una muestra del desarrollo del estado, Erika cumplía dos días de desaparecida. La Alerta Amber, el protocolo que ofrece el Estado para la localización de personas extraviadas nunca fue activada y la búsqueda fue a través de pasar la voz, entre amigos, conocidos y sobre todo las redes sociales, que difundieron diversos letreros de su búsqueda.
De hecho, al visitar la página de alertaamber.gob.mx dependiente del gobierno federal, se notifica que el estado de Michoacán es uno de los tres que operan sin formalizar dicha herramienta, lo cual quiere decir que no hay comunicación con autoridades federales ni protocolos establecidos para apoyar la localización de gente extraviada.
Así, en medio del río revuelto que sigue siendo el estado, donde te debes cuidar por igual de ladrones que de policias, Erika Kassandra fue secuestrada y luego asesinada a sangre muy fría por alguien que evidentemente carece de cualquier rasgo de humanidad.
Más allá de las notas periodisticas, las autoridades locales como siempre en estos casos, han guardado silencio y ni siquiera reporte oficial han emitido acerca del caso.
Mientras tanto, la última foto con vida de Erika ahí está, colgada en su cuenta de Twitter como mudo testimonio: “Viajanduu” exclamó sin decir su fatal destino, mientras observa profundamente a la cámara. La joven vestía pantalón, filipina y zapatos blancos (uniforme de enfermería), al momento de su desaparición, reportó la familia, siendo la última vez vista en la colonia La Quinta, a donde se dirigía cuidar a unos bebés.
Junto con su vida, apagaron un mar de ilusiones de una joven que aspiraba a formar una familia, que se quejaba de su suerte en el amor pero confiaba en que el bueno llegaría, aunque mantenía esperanzas en que su novio le dedicara más atención.
Erika Kassandra, una jóven enfermera que gustaba de escribir pensamientos románticos y versos de trova, que lo mismo externó su duelo por la muerte de Chespirito que exigía a Peña Nieto su renuncia, pero nada de manera insistente ni activa mucho menos, pues lo suyo, lo suyo, era cuidar bebés, irle a las Chivas, amar su trabajo, apapachar a su mascota, e ilusionarse con una vida como la que muchas chavas, mujeres de su edad aspiran y desean: Una familia, hijos, pareja.
Si buscas en Google, en Twitter su nombre, hallarás la peor de las fotos de Erika. Esa donde ha perdido su linda carita, su angélical rostro, y verás el rostro de la muerte en su más inhumana expresión. Será inevitable que la imágen no rebase la difusión masiva ante la gravedad del caso, pues su vida vale lo mismo, que la de 43 estudiantes desaparecidos en Ayotzinapa o en cualquier otra parte de este país, como la de Julio César Mondragón, el normalista desollado en Iguala cuyo caso fue el inició de la tragedia que hoy, seguimos padeciendo con el asesinato de Kassandra.
Y como ésta es una historia triste con un final sacado de una historia infernal de terror, debemos mostrarte una parte de esa cruda realidad, sin embargo, hemos decidido hacerlo a través de una imagen difuminada, sólo para que te des una idea de lo que le sucedió a Erika Kassandra, para que te indignes, para que digamos ¡basta ya en Michoacán! ¡Ni una más! Ni uno más! Ella pudo ser tu hermana, tu novia, tu prima, tu amiga.
Para este domingo se espera una manifestación de compañeros y amigos, y para el lunes se contempla que organizaciones sociales de Uruapan hagan lo mismo.
Porque al final de cuentas, la mejor manera de recordar a una chava tan bella y risueña como ella, es de la forma en que siempre era:
