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El saco de lino color marfil que el revolucionario Pancho Villa vestía cuando lo mataron en el año 1923 ha sido preservado por estudiantes de la Escuela Nacional de Conservación, Restauración y Museografía de México que restauraron la pieza.
En un boletín divulgado hoy a los medios, el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) aseguró que el saco, donado a la institución por la segunda esposa del revolucionario, Austreberta Rentería, quedó como evidencia histórica del asesinato de Villa, ocurrido el 20 de julio de 1923 en la ciudad de Parral, Chihuahua.
Proveniente de la colección del Museo Nacional de Historia del Castillo de Chapultepec, la prenda llegó a la Escuela a mediados del año pasado para ser atendida por un grupo de estudiantes del tercer semestre de licenciatura del Seminario Taller de Conservación y Restauración de Materiales Textiles.
Una curiosidad de esta pieza textil es que presenta once orificios, pero no expone a simple vista las huellas de sangre de las heridas.
Para indagar las causas de este hecho y determinar los procesos metodológicos que debían seguirse en la preservación de este bien cultural, las especialistas en formación Mónica Pinillos, Cecilia Colín y Andrea Ortiz, dirigidas por la restauradora Lorena Román, realizaron un estudio del contexto histórico.
Después del estudio, las estudiantes identificaron la materia prima y la técnica de factura y, con la elaboración de un patronaje, emprendieron la confección de la prenda y detectaron el grado de deterioro que habría de atenderse, proceso que concluyó con el dictamen de conservación.
El saco que Francisco Villa vestía el día de su asesinato estaba hecho a medida, con el estilo propio de su dueño y era de lino color marfil, tejido ligero con el que se confeccionaban algunas vestimentas para climas cálidos como el de Chihuahua.
Según el INAH, el material de composición se encontró estable, pero fue necesario coser el extremo de la manga izquierda, cortada para extraer la prenda del cuerpo en el lecho de muerte con el propósito de detener la pérdida de hilos.
Para evitar que el exceso de manipulación afectara al textil, se propuso diseñar un maniquí que permitiera las labores de costura y apoyara a una mejor lectura de los balazos que dan valor histórico al objeto.
El maniquí fue construido sobre un modelo de menores dimensiones al que se le aplicaron capas de espuma de polietileno, moldeado por las estudiantes como si se tratara de una escultura. De este modo, el saco quedó fijado de manera exacta al maniquí.
El montaje puede servir para la exhibición y para su resguardo, sugirieron las estudiantes.
Con info de http://ecodiario.eleconomista.es/
