COLUMNEROS

Por Qué Desconfiar De Una Alianza En Michoacán Y Cómo Dejar De Hacerlo.

La estrategia de AMLO es polarizar al país, dividir al electorado en dos, porque sabe que quienes lo apoyan están unificados, a diferencia de quienes se le oponen. Armar una coalición artificial, contribuye a la estrategia lopezobradorista y debilita a los partidos

By: Antonio Plaza

Para enfrentar a Morena en la elección de Gobernador del Estado, las cúpulas y aspirantes de los antes poderosos PAN, PRI y PRD fraguan una alianza electoral que a muchos entusiasma. No a mí, y creo que no estoy tan solo. Los más duros opositores de la 4T promueven que todos los que no simpatizamos con AMLO debemos (sí, como obligación) sumarnos a un candidato único (quien sea y de donde venga), para derrotar a aquel partido como sea. Ahí los tenemos, de FRENAA a Sí por México.

Estos entusiastas promotores olvidan que a los actores que buscan agrupar, son una clase política impresentable que construyó una partidocracia abusiva y corrupta que fue la primera causa del éxito electoral de AMLO, y que esa oligarquía se mantiene incólume, sin arrepentimiento ni enmienda, al frente de sus mermados partidos, grupos parlamentarios y gobiernos locales. Que estos actores carecen de legitimidad y credibilidad por separado, y que reunirlos aumenta la sospecha de que algo malo traman y de que su único interés es conservar los enormes privilegios asociados al poder público.

Los partidos tienen electorados peculiares, diversos entre sí, que piensan distinto y que compitieron entre sí por años, algunos sectores de esos electorados de los partidos opositores pueden sentirse más cerca de postulados de la 4T que de sus hoy aliados, antes adversarios. Por ejemplo, algunos priístas del nacionalismo, algunos panistas de posturas socialmente conservadoras, los perredistas de temas económicos y energéticos, y casi todos de la lucha contra la corrupción, bandera que a pesar de la realidad, AMLO mantiene intacta. Por lo mismo, la alianza no tiene una agenda, un programa, una plataforma de la que el electorado pueda formarse una expectativa, su discurso se limita a no ser la 4T, lo cual puede servir con unos electores, pero no con todos los que se necesitan para ganar en las urnas. Un antiprograma no es un programa.

Por otro lado, las formas los traicionan. Los partidos en cuestión nunca fueron o hace tiempo que dejaron de ser democráticos. La alianza que fraguan es igual de cupular que las candidaturas que siempre presentaron, y tres cúpulas no forman una asamblea, son un cónclave aún más cerrado y excluyente, que genera más resistencias entre los ciudadanos. Agreguemos a esto que las alianzas electorales tampoco son tan novedosas, se han presentado desde hace más de 20 años en diferentes coyunturas locales, legislativas (como el Pacto por México) y nacional en el 2018; su balance de éxitos y fracasos es bastante ordinario, es más, la elección presidencial fue desastrosa y ha llevado al PRD al borde de la extinción, y de ello pareciera que estos actores aprendieron muy poco.

La estrategia de AMLO es polarizar al país, dividir al electorado en dos, porque sabe que quienes lo apoyan están unificados, a diferencia de quienes se le oponen. Armar una coalición artificial, contribuye a la estrategia lopezobradorista y debilita a los partidos, que parecen pensar muy poco en el día siguiente al de la elección, especialmente ante las inevitables derrotas. Las elecciones de alianza vs. Morena nos dejarán un país más dividido y enfrentado, y una oposición más debilitada y diluida. Nada de eso es bueno.

Cada vez que planteo estos argumentos alguien me dice: “es lo que hay”, pero yo no comparto esta resignación cartuja. Creo que incluso con lo que hay, se puede hacer algo mejor. Aquí una ruta.

Mucho se habla de la experiencia venezolana de unirse tras un candidato sin reparar en que, Chávez enfrentó una coalición de partidos desde la primera vez que fue electo y que eso destruyó a la oposición, la borró de las boletas por una década, y en cada elección desde que regresaron, las divisiones opositoras no han dejado de presentarse y costarle a los candidatos aliancistas. Ahí la oposición sigue sin ganarle al Chavismo. Por eso yo propongo mirar más al Sur. En Chile los socialistas y los democristianos, enemigos históricos, formaron una “concertación” para sacar a Pinochet del poder y gobernaron durante 20 años. La virtud de la concertación fue su alta calidad democrática. Lejos de negociar de espaldas a la ciudadanía, los chilenos construyeron un programa de gobierno y eligieron candidatos en procesos abiertos.

Si los partidos opositores a Morena quieren construir una alianza en Michoacán, para que sea eficaz, deberían empezar por construir un plan de gobierno en foros y consultas. De paso, es vergonzoso cómo los partidos han abdicado de construir agendas y plataformas, reducto que ha quedado casi exclusivamente en manos de agrupaciones empresariales, a las que todos dicen que sí pero no les dicen cuándo. Un proceso así, daría señales muy concretas del programa de la alianza y permitiría saber cómo van a resolver los aliados las diferencias que tienen en sus declaraciones de principios y programas históricos.

Y para seleccionar a su candidato al gobierno estatal (y algunos candidatos a alcaldes) deberían organizar una elección primaria, abierta a todos los ciudadanos, a través del IEM y con cargo a sus prerrogativas. Este proceso eliminaría legítimamente a los aspirantes que solo blufean, daría a los que realmente tienen oportunidad, una plataforma para hacer precampaña legal y un periodo de exposición de sus talentos e ideas.

Una elección primaria bien llevada sería un arma potente contra Morena y su conflictivo y cerrado proceso de designación de candidato, los partidos de siempre darían el mensaje de que están dispuestos a ciudadanizarse y ser un poco democráticos, podrían procesar el conflicto con sus liderazgos y militantes, defender y ajustar sus propuestas y legitimar su coalición, además en caso de ser derrotados, mantener su identidad sería menos complicado. Pero lo mas importante, nos dirían que pueden ser mejores de lo que han sido hasta ahora. Falta que quieran serlo.

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