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Polírica… Ya bájenle a su clasismo, homies

By: Vania Montes

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Pedro César Carrizales Becerra ganó una elección y ya hizo más de lo que la mayoría de los diputados han hecho; conectó con la ciudadanía al grado de que le dieron su confianza en la próxima legislatura. ¿Qué es lo que no le perdonan a Pedro? Que represente a los pobres, que tenga un apodo, que sea moreno, que esté tatuado, que haya estado en la cárcel o que haya rescatado de la calle a miles de jóvenes, que como él, sintieron que no había opciones en algún momento.

“El Mijis”, como lo llaman,  fue electo por mayoría este primero de Julio y será uno de los 27 diputados que compondrán la LXII legislatura del Congreso Local en San Luis Potosí. Cumplió con los requisitos de forma que exige la Constitución para aspirar a un cargo de elección popular: tener un modo honesto de vivir y exhibir constancia de no antecedentes penales.

Sirva el ejemplo para hablar sobre la readaptación social. Al diputado electo le reprochan la facha, no los antecedentes, aunque claro, el clasismo de la derecha herida dirá que es porque no le alcanza su autoridad moral para legislar, pero seamos serios: ¿A quién le alcanza? Tuvimos a Carmen Salinas en la máxima tribuna, tendremos a Cuauhtémoc Blanco erigido gobernador de Morelos, Sergio Mayer será diputado, y así podemos estar toda la tarde hablando de perfiles que son por decir lo menos, NO APTOS para dirigir esta nación, pero que alcanzaron la popularidad necesaria para que votaran por ellos; ahí sí, “aiga sido como aiga sido”.

Pero retomando el caso del “Mijis”, cumplió una condena que lo considera ex convicto, en consecuencia pagó su deuda con la sociedad; entonces pues, la readaptación social es una realidad que podemos ver en él, por lo menos en la teoría. En su primera aparición llegó rodeado de jóvenes que gustamos estereotipar como “cholos”, los mismos que seguramente integran su asociación civil dedicada a rescatar jóvenes de la calle, de las drogas, de la violencia, de la delincuencia… les decía, Pedro ya hizo más por la sociedad que cualquier diputado trajeadito que llegará al Congreso; pero no lo perdonan aunque haya pagado su deuda con la sociedad (si es que la tenía, porque eso de que tiene antecedentes penales es inexacto, por la simple razón de que no se le permitiría registrarse como candidato si los tuviera). No le perdonan que sea moreno, que sea pobre, que esté tatuado, no les importa si es bueno o malo, les importa que los represente alguien con quien les duele identificarse. No, no les molesta que sea bueno o malo para legislar; buena o mala persona o ciudadano, les molesta su exterior. Les molesta su apariencia de chico pobre, de barrio, tatuado y ex pandillero.

No estoy diciendo que en esta Democracia que estamos construyendo hayan ganado los mejores, como era la aspiración de Aristóteles, pero celebro que esta elección nos esté volviendo tan exquisitos a la hora de analizar a los perfiles, que nos dé un poco de vergüenza elegir a quienes elegimos y sobre todo que exijamos, no quitemos el dedo del renglón.

Esto es lo que hay, ahora a chingarlos hasta que trabajen; porque ya permanecimos muy calladitos frente a delincuentes de traje, y que con todo y su ropa de marca, resultaron viles ladrones que desde la clase política acabaron al país. Y sí, el país está en ruinas y nosotros estamos apurados por el outfit del nuevo diputado de San Luis Potosí. #SeanSerios #NoALaDiscriminación dejen a un lado su clasismo, homies, México tiene 53.4 millones de pobres.

Vania Montes es escritora del No, hizo dos carreras universitarias y por su aspecto de ñoña nunca ha sido discriminada por sus dos tatuajes; también es activista de Derechos Humanos.

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