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Polírica… Donación de órganos

“La ley es dura, pero es la ley”

vania

Esta semana hablaba con mis alumnos sobre la Tragedia griega; (es que soy maestra de literatura) les decía que una de sus características es que termina mal, que irremediablemente alguien muere y que es “trágico” porque no tiene remedio, como la muerte. Además, otra característica es que los protagonistas no pueden escapar a su destino, y entonces le pregunto a la clase: ¿Alguien sabe cuál es su destino? Me gusta debatir, que piensen cosas; algunos me dicen que su destino es ser felices, otros se ponen más profundos y me dicen que ser libres, y cierro diciendo que el único destino que yo reconozco como imposible de retar, es ciertamente ese: la muerte… y que tampoco estoy tan convencida.

Hace algunos años tuve la inquietud de tatuarme en el pecho la leyenda: “no me resuciten”, con la firme intención de que en caso de que mi condición de salud fuera irreparable se respetara si mi cuerpo ya se había cansado, también me aseguré desde la mayoría de edad, de tener en la cartera mi credencial nacional de donadora (antes te la daban en la clínica de Salubridad y la firmaban dos testigos contigo), también había pensado y lo externé, que deseaba que me incineraran y con las cenizas llenaran pequeños relojes, minuteros, de arena, como recordatorio de que el tiempo no se recupera, de que la vida no se recupera. Pero como era de esperarse no hubo nadie que quisiera hablar del tema, porque hablar de la muerte es, por lo menos, de mal gusto.

Pues bien, en el país existen 21,809 personas en espera de donación de órganos, de los cuales: 14,162 personas esperan un riñón; 7 mil 209 esperan un trasplante de córnea, 364 personas un trasplante de hígado; 53 personas un trasplante de corazón y 12 personas se encuentran en lista de espera para recibir un trasplante de páncreas, según datos del Centro Nacional de trasplantes y en lo que va del año se han realizado apenas 1,842.

El problema del tráfico de órganos y la falta de una verdadera cultura de la donación han orillado a las autoridades a tomar medidas drásticas desde la legislación para prácticamente obligar a la ciudadanía a donar sus órganos y por esa razón se aprobó en el Senado con 75 votos a favor y sólo una abstención, que se reformara la ley General de Salud con la intención de que los ciudadanos que no hubieran manifestado por escrito su negativa a ser donantes de órganos, lo fueran en automático. Así es, una persona de 18 años con muerte cerebral que no expresó mediante un escrito que no quería ser donante, lo será.

La introducción puede ser tétrica porque a la gente no le gusta hablar de la muerte, pero considerando que es lo único definitivo pensé en esta reforma a la ley como la única manera que tenemos de burlar al destino, porque una persona que dona sus órganos podría salvar hasta 7 vidas, evitando así que el final sea trágico como en la literatura griega.

Me alegra pensar en que será muy útil, una gran reforma… ¿para qué quiero mi cuerpo cuando ya no respire? pero todavía me gusta pensar que mi cuerpo es mío, que yo decido, y no estoy muy segura de que a la gente que no tiene acceso a la información se le estén respetando sus derechos, sobre todo a decidir, al obligarlo a ser donante de órganos en su ignorancia, ¿Sigo pensando si no estará sobrepasando los Derechos Humanos la medida? Porque yo quiero la reforma, la aplaudo, pero yo pertenezco a un grupo de la sociedad privilegiado, pero habrá mucha gente se sentirá vulnerada hasta en ese momento tan sensible, pensar que su familiar fue mutilado sin su consentimiento (porque la ley contempla dejar sin efectos que la familia se oponga), también señala que se prohíbe al Centro Nacional de Trasplantes que viole la confidencialidad, así que en la vía de los hechos no se podría saber quién tiene el corazón, o las córneas del donante.

Resolvería un problema, sí, uno grande, si no le quiero restar mérito, pero quiero que también se considere ¿qué sentimiento generaría en el inconsciente colectivo?, ya bastante teníamos con saber que cuando morías el Estado se apropiaba de los derechos sobre ti por un tema de salubridad, así que por más romántico que pareciera, no podrían enterrarme en el jardín (porque además el Estado cobra derechos por eso), por eso se bromea tanto con que es más caro morirse que nacer.

Lo indiscutible es que la donación de órganos es necesaria, está legislada y entrará en vigor una vez que los diputados le den el visto bueno, pero no sé cuánta gente necesitará un Tanatólogo para sobreponerse a esta decisión del Senado que le apostó a la imposición más que a la educación, probablemente porque las creencias no les dejaron opción.

Vania Montes nació en 1982, estudió Derecho y literaturas hispánicas en la UMNSH, ama profundamente ser maestra y actualmente es Coordinadora editorial en changoonga.com

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