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Polírica… Artistas en la calle

By: Vania Montes

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Esta semana el centro de algunos temas en Morelia fue el artista plástico Jesús Machorro y es que el Sanborns del portal en Morelia decidió, luego de 12 años, que era más importante poner una mesa en el sitio donde por todo este tiempo se ha expuesto la obra del “pintor de boca”, como es conocido.

Inmediatamente diversos sectores de la sociedad se manifestaron, entre otras cosas, porque se consideraba que era un tema de discriminación por la evidente discapacidad del artista, pero el tema es más profundo, esta vez no se trata de discriminación por un tema de salud, sino del valor que se le da al artista en Michoacán, de manera generalizada.

Morelia ha buscado distinguirse por la diversidad de eventos culturales que ofrece, tratando de posicionarse ante el país como una ciudad intelectual, pero en realidad es más bien, snob; porque al talento local ni le paga y además tener la sede del que probablemente sea el principal festival de cine del país, no nos ha vuelto cinéfilos, ni el festival de música nos ha pulido ni un poco el oído y para muestra un botón.

El Teatro del Pueblo ha sido siempre un excelente sensor de la inconformidad social, inevitablemente se vuelve tema de conversación de los Morelianos la cartelera que anuncia cuánto dinero de los impuestos se invertirá en el circo de la #ExpoFiestaMichoacán en relación al año anterior, artistas de talla internacional que abarrotaron el lugar  la comparación en la cartelera no tan nutrida, pero que igual siguió dando de qué hablar esta semana; y es que la zona numerada, nueva creación de esta administración, ha destacado por evidenciar lo clasista de una sociedad que está apropiándose del espacio público, porque ya no paga miles de pesos por ver de cerca a su artista favorito, como en el caso de “La Trakalosa”, una banda de gran popularidad entre la población que no logró vender entradas para la zona numerada y la dejó prácticamente vacía, tal vez como símbolo de dignidad; por otro lado, una organización que no dimensiona la inconformidad social y “no le pierde” dejándolos pasar, y por último, “artistas” que condicionan su participación a escenarios específicos, más caros, más grandes; como el caso de Maluma, que polarizó a la sociedad michoacana entre los que: no les importa porque no saben ni quién es, quienes le lanzaron el calzón porque a final de cuentas es “Maluma baby” y los que se volcaron en la red indignados por el costo de su presentación, misma que dejó mucho qué desear, porque el repertorio del Colombiano no daba para un concierto entero de dos horas, así que se aventó hasta veinte minutos sin “cantar”, en un escenario especial “carísimo de París”, para que el joven intérprete “luciera” en sus sofisticados ¿pants? y un público poco exigente que tampoco abarrotó el sitio como se esperaba, a pesar de la popularidad del agraciado reguetonero. Y por otro lado, “La Arrolladora” que se tuvo que saltar las trancas para que su vocalista cantantara trepado en las rejas que dividían a la gente de un espacio vacío, nuevamente, de sillas numeradas.

El artista Jesús Machorro fue una muestra de esta polarización que también se da entre los artistas en Michoacán, los que pueden pedir y cobrar lo que quieran, aunque su talento sea cuestionable; y los de probado talento, los que han ganado premios y han sobresalido por la calidad de su expresión y que no logran ni el pago de sus honorarios, ya no digamos de sus becas: los artistas que están en la calle.

Sólo en Michoacán se pueden gastar cientos de millones de pesos en la remodelación de un teatro y adeudar todavía a decenas de artistas locales como el grupo de Jazz «Pollomingus», música tradicional «Media Luna», el charro Alejandro Yhamel, el grupo de danza aérea «Vértigo», el grupo de seguridad para danza aérea «Stone Adventure», el grupo de hip hop “Royalty”, el grupo de danza prehispánica «Itzcoatl», el grupo de danza contemporánea «La Tempestad», el percusionista Joao González, la soprano Margarita Amaro, el iluminador José Alfredo Pérez y el Artista visual José María Hernández, que entre todos cobrarían cerca de un millón y medio de pesos; diez veces menos de lo que percibió sólo por honorarios el “baby boy”, Maluma. Y a ellos por cierto, NUNCA LES PAGARON.

El caso de Jesús Machorro no sólo es símbolo de cómo se trata a las personas discapacitadas en Michoacán, y basta ir a la #ExpofiestaMichoacán para verificar que los escasos espacios están clausurados o saboteados por botes de basura que impiden el acceso en silla de ruedas, es cómo se trata al artista en Michoacán.

El mensaje enviado desde la #expoferiamichoacán pasando por el portal de Sanborns fue más claro: Aquí los artistas están en la calle de la amargura porque ni siquiera les pagan.

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Vania Montes nació en Morelia Michoacán en 1982, es escritora del no, activista social y adoradora de Lila Downs.

 

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