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Orgasmo electoral: ¡ya casi, ya casi!

Por Rafael Escutia- Garmendia

Estamos a menos de 15 días de que México decida ¿quién habrá de conducir la República? Para ello, votarán por primera vez 3.5 millones de jóvenes y al menos 9 millones más lo harán por segunda ocasión como ejercicio democrático –en 2009 lo hicieron en el proceso intermedio- ahora, experimentarán –en sentido analógico- eso que conocemos como “orgasmo” y que dura tan poco, hay que esperar para conseguirlo – yo diría trabajar- y a veces, resulta decepcionante. En este caso: elegir Presidente/a.

Digo decepcionante porque el “éxito” de nuestro país y su prosperidad está sujeto a que todas las partes hagan lo que les corresponde y lo hagamos a diario. Ahí quizás radica el mayor problema: la búsqueda del triunfo electoral – llamémosle “orgasmo democrático” – carece en el fondo, de un sentido social, un gusto o privilegio por servir; de una aspiración por contribuir a lograr ese deseo o anhelo de disfrutar de un país para todas y todos.

A diferencia del año 2000 y 2006 México carece de ofertas innovadoras y exigencias específicas en la agenda política nacional. Tales fueron los casos de Gilberto Rincón Gallardo con el partido de la rosa, Democracia Social (2000) quien lució gigante por sus planteamientos progresistas a pesar de su baja estatura y Patricia Mercado con Alternativa (2006) quien posicionó un nuevo tipo de liderazgo político basado también en la agenda progresista que en ambos casos planteó temas como la despenalización del aborto como justicia social; la unión entre personas del mismo sexo; la legalización de las drogas como una estrategia de salud pública y no sólo de seguridad; la reforma educativa como mecanismo de movilidad e igualador social y la creación de nuevas reglas para la participación política en México, en concreto: la reducción al financiamiento de partidos que tan sólo en 2012 costó poco más de 3 mil 500 millones de pesos.

Así en el 2000 y 2006 México y “su bono demográfico” conocimos por primera y segunda vez un México donde se podía votar diferente a nuestros padres y abuelos. Un México donde tu voto significaba por ejemplo, la posibilidad de que la forma en que amas, en que te vinculas emocionalmente tendría un espacio de garantía y respeto apegado a derecho.
En 2000 y 2006 la sensación de votar era tal que en verdad creías que con tu voto, no sólo cambiabas de presidente, sembrabas el futuro de México. Un México donde se le apostaba a tres grandes esferas: la política, la económica y la social bajo una perspectiva de garantías individuales a partir del reconocimiento mutuo y no sólo del triunfo de las mayorías.

En 2012 seguimos sin concretar una visión de México a 50 años que ponga en el centro de la mesa no sólo los temas a discutir sino también las estrategias, reglas y tareas a cumplir. Nuestra democracia es incipiente y de baja autoestima. No tiene jugadores a la altura de las exigencias presentes y futuras. Carece de árbitros cuya credibilidad sus jugadores se atreven a cuestionar. Se confunde la protesta visceral con la libertad de expresión. Se quiere pues, llegar al 1 de julio y, “sentir bonito”. Seguro así será para muchos/as.

Empero, presiento que como nos paso en 2000 y 2006: a México se nos olvido construir la democracia en el día a día. Nos concentramos sólo en votar. Se nos olvidó que para tener un orgasmo no se necesita hacer el amor, pero para estar plenos, un orgasmo no es suficiente.
Ahora en 2012, deseo que la aspiración no sólo sea sentir bonito porque entonces, para volver a sentir así, tendremos que esperar otros 6 años y es posible que le perdamos el gusto…
Twitter: @paulalcantar

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