Odiseo buscando chamba
Por Fernando Juárez «El Sargento»
En este país los trabajos solo se pueden clasificar en unas cuantas categorías:
- Paga regular/baja con horas eternas y un día de descanso entre semana, donde eres el chalán que hace todo y gana para pasajes y una maruchan con su pascual de uva.
- Mal pagados, de medio tiempo y casi siempre en call centers chingando gente a las 2 A.M.
- Paga regular/buena con un proceso de selección eterno y donde casi siempre al final te sacan por que los apadrinados importan más a pesar de ser pendejos.
- Paga buena, con excelentes prestaciones y a donde solo se accede mediante nalgas, dinero o palancas.
Lamentablemente el autor de la presente columna carece de nalgas, mucho menos cuenta con el dinero para comprarse una plaza y si tuviera palancas, ya le hubiera dicho a mi padrino que me pusiera en un puesto burocrático de solo ir a checar tarjeta y salir a las once.
Porque siendo sinceros todos queremos y aspiramos a una chamba donde todos nos llamen Licenciado, Doctor o Ingeniero a pesar de no haber concluido la nocturna, tan solo por el hecho de que la estabilidad laboral de nuestros empleados depende de nuestros cambios de humor y nivel de demencia senil.
Si uno quiere acceder a una chamba bien pagada en este país y no cuenta con los medios para comprarse su escalera al cielo debe ingresar a procesos donde te mal miran y todos piensan que te hacen un favor, para cubrir vacantes que matemáticamente solo aumentan, pero que gracias a sus filtros y exámenes psicométricos que se robaron de otros países nunca pueden ser cubiertas.
Así es, yo he atravesado muchos exámenes de los supuestos inviolables y de última generación y he aprendido muchas mañas que los mismos evaluadores te dicen cuando te los encuentras afuera comiéndose sus tacos de birria o guisado y al final cuando ya no te pueden mentir te dicen que tu sueldo será el mismo que si fueras un trabajador de librería o de tienda de cómics, con la gran diferencia que a los últimos no los levantan, matan o extorsionan.
Sinceramente hay muchas ocasiones en que me dan ganas de mandar todo a la chingada y dedicarme a ser uno de esos vagabundos mitológicos, cuya piel se ha transformado en un color semejante al granito y cuyo cabello ha quedado inmóvil cual si estuviera esculpido mármol, acompañado por uno o dos perritos y viviendo de la buena voluntad de la gente.
En conclusión, si uno quiere conseguir algo derecho está difícil, siempre serán bienvenidas las cartas de recomendación que te cuestan unos mil o dos mil pesitos donde un Director dice que eres el amor de su vida y que eres el trabajador que México requiere para salir del tercermundismo.
PD. Quien fuera como el osito carpintero de Pedrito Infante para poder tener un venado que nos dé costalitos de oro, para hacer bicicletas con ruedas de naranja dulce y con sus cornetas… Pero de seguro esos pinches chinos harían las mismas bicis pero de plástico y más baratas.
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