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Más verdad que fantasía

Por SANDee

Quizá suena como película de ficción, pero algunas  teorías de la conspiración suenan a realidad, como la que habla del control totalitario a través de lo que es esencial para la vida.

Tiene sentido, quien posee la mercancía que otros necesitan para vivir tiene el control sobre cualquier situación.

Como la comida, como las medicinas.

Así es, los grandes corporativos tomaron posesión de la producción en masa de todo, invadieron terrenos, usaron el agua de los pueblos, martirizaron animales para industrializarlos, desde la concepción por manipulación genética hasta llevarlos a una vida oscura, triste, acelerada y fatal tempranamente.

En el nombre de la producción, de la competencia, del mercado, de la ganancia.

La naturaleza se agota en ciertas regiones por una siembra permanente y fertilizantes o herbicidas agresivos. Las semillas frankeinstein se esparcen y acaban con las especies endémicas, plantas, insectos, aves, ganado, gente.

La vida natural muere a su lado, prevalece la modificada genéticamente.

El alimento transgénico se ha filtrado a todos los mercados, en muchos países no se sabe cuál es cuál, a pesar de la controversia a nivel mundial, no ha habido ley que pueda hacer que las trasnacionales etiqueten sus productos y se informe al consumidor lo que se lleva a la boca.

Y la gente tiene que comer; entonces, el alimento se convierte en una herramienta de control, es cara y cada vez más inaccesible para el pueblo; artificial, de dudosa procedencia y quizá, a la larga, termine siendo lo que cause su diabetes, cáncer, enfermedad renal, etc.

Entonces necesitan medicinas, y también están caras, entonces las pagan a cualquier precio y casualmente, ellas, las trasnacionales, tienen el remedio. Son tan buenos que ellos pagan los estudios y los experimentos en sus laboratorios.

Pero no solamente enfermedades crónico degenerativas curan, también tienen una vacuna para cada microbio.

Son infinitos los escenarios de los preocupados en el tema, los positivos se “ponen las pilas”, cada maceta, jardín o azotea es usado para producir su propio alimento, con el cual se mantienen sanos e  intentan ser  autosuficientes.

Los apocalípticos ya almacenan alimento en latas, cajas y bloques congelados, para “cuando truene el caos y no haya nada en la tienda”. Se clavan horas investigando cómo hacer de su casa un refugio a prueba de invasores que los podrían saquear.

Los apáticos simplemente dicen, “Ay que hüeva, ya vas a comenzar”.

Gulp.

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