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Mary Poppins, brusca y aterradora

Staff

Todos conocemos de sobra a la encantadora Mary Poppins gracias a Walt Disney ¿pero cuánto sabemos de la original?

P. L. Travers, concibió en su mente a la niñera sin los rasgos bellos y angelicales agregados por el gigante de los dibujos animados, sino como una mujer brusca, picajosa y desgarbada que resopla de indignación.

A diferencia de Julie Andrews, la verdadera Mary Poppins se indignaba de la nada, de hecho en el relato original, uno de los cuatro niños que cuida, Michel, intenta abrazarla y ella despótica se revuelve: «No soy una sardina en una lata». Y es que la autora no ideó la historia pensando en el público infantil sino que pretendía «la creación de un mito» y despreciaba la película por ser demasiado optimista, sin mostrar los altibajos emocionales de la cuidadora que llegó volando.

Además, a juicio de la primera ilustradora, la británica Mary Shepard -hija de Ernest H. Shepard, el padre del osito Winnie the Pooh-, la institutriz no era especialmente agraciada. Muy al contrario, la pintaba poco femenina, sin gracia ni estilo. Aunque Travers, con evidente malicia, la describe como una señora “presumida” que “estaba convencida de ir impecable”. “Era delgada, de manos y pies grandes, y con unos ojos azules que parecían escrutarlo todo”.

Travers tardó casi 15 años en vender los derechos del libro a Disney, que la hizo rica. Le molestó especialmente que en la adaptación apareciesen dibujos animados.

Travers no era una distinguida dama burguesa de vida anodina que escribía para niños para entretenerse, de hecho era tan enigmática como su niñera, pues se esforzó por conservar su vida privada en el más absoluto secreto.

Hace poco se ha sabido que antes de consagrarse como autora colaboró en 47 ocasiones en el periódico de las Antípodas Sun, donde publicó un cuento titulado Mary Poppins ocho años antes de que se publicara en Irlanda el libro en 1934. Visto el éxito de su libro, Travers escribió luego Vuelve Mary Poppins (1935), Mary Poppins abre la puerta (1943), Mary Poppins en el parque (1952), Mary Poppins en la callejuela del cerezo (1982) y Mary Poppins y la casa de al lado (1989).

Con información de El País.

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