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En Loco Tidiano… Distraídos de oficio.

By: Rosío Morelos.

Y ya sé que es malo tener un amante en las manos

Y dejarlo pasar porque quieres ir por un helado

Leticia Servín.

 

Cosas como salir a la calle y saludar al vecino (al que por cierto no recuerdas haber saludado nunca, y es más ni lo habías visto en tu vida, situación que te lleva a pensar ¿será nuevo en el vecindario?, y si lo es, ¿hace cuánto que vive en esa casa?, y ¿acaso recuerdas en alguna ocasión el avistamiento del ocupante anterior?), son cosas que solo pueden ocurrírsele a una persona distraída, que cabe decir, se queda absorta en sus meditaciones por algunos segundos mientras piensa todo esto. Probablemente alguna llamada de su jefe o algún otro rompe olas mental lo baje abruptamente de su nube para recordarle que ya es tarde y aún no ha llegado al trabajo, por lo cual sale corriendo.

La historia puede no acabar ahí. Mientras el individuo  inicia sus funciones en la oficina, cae en la cuenta de que particularmente ese día le pidieron llegar temprano y cuidar su “buena” presentación, (debido a una visita de los altos mandos a la empresa), y justo recuerda esto cuando por estar viendo algo en la computadora, derrama sin querer su café, (que va a parar a su pantalón), y al tratar de limpiarlo, se percata ¡maldita sea! de que por las prisas no puso atención al ponerse los calcetines, y uno es de color café y otro azul marino (y ninguno combina por cierto con el traje negro que lleva puesto).

Éste es un ejemplo ficticio, que imaginaba con gran éxito, hasta que recordé que trataba de escribir un artículo sobre las personas distraídas y que mi intención era abordar directamente el tema y además evitar en la medida de lo posible el uso de oraciones subordinadas, (que son producto de mi mente desordenada y ansiosa, que a veces va a mil por hora cambiando arbitrariamente de dirección, hecho que me impide pensar con claridad).

Volviendo a lo que nos ocupa, hablaba sobre las personas distraídas. Quiero pensar (quizás por mera conveniencia) que estos seres no son más que auténticos “libre pensadores” a los que la sociedad no ha logrado domesticar lo suficiente como para anclarlos definitivamente a tierra firme, porque como cantaría Bebe “los pájaros no pueden ser enjaulados, porque ellos son del cielo, ellos son del aire y su amor es demasiado grande para guardarlo”.

Aunque cualquier persona puede ser susceptible de algún episodio de distracción, existen varios signos inequívocos que si son persistentes reconocen a un ser distraído de oficio (curiosamente, estos indicios resultan útiles solo para la gente despistada, pues a un ser humano normal le bastará la simple observación para llegar a esta conclusión. Creo, sin embargo, que es pertinente mencionarlos, ya que un individuo puede resultar tan distraído como para no reconocer su propia naturaleza).

Los distraídos pueden cualquier día corriente mirarse al espejo y darse cuenta de alguna anomalía en su vestir: ya sea la blusa al revés, el pantalón desabrochado, la falta de un arete, la desprolijidad en el afeitado de la barba, la omisión de los lentes, el moco pegado, o el caso famoso de los calcetines impares (aunque, este no es un rasgo necesariamente definitorio, pues existen otro tipo de personas que a sabiendas de que llevan calcetines o calcetas diferentes, deciden salir así a la calle: los fodongos).

Otra de las características que a menudo encontramos en los personajes ya citados es el intercambio de palabras: pueden, por ejemplo, decir encendedor en lugar de cenicero, o sustituir palabras como barbarie por barbarismo (incluso llegan a publicar columnas con errores tan garrafales).

Otro rasgo de este tipo de personalidad es no darse cuenta cabalmente de la realidad: es común que choquen con cristales o muebles, que no recuerden las facturas por pagar, no sepan quiénes son los vecinos, no entiendan algunos memes o comentarios, e incluso vayan por la calle sin saludar a los conocidos (pueden pasar al lado hasta de quien les dio la vida y no percatarse).

Una última particularidad que podemos mencionar es que se vuelve difícil ir a o salir de un sitio: es común que no encuentren las llaves, que revisen dos o hasta tres veces si cerraron adecuadamente su automóvil, o que den varios rondines por el refrigerador para recordar hacia dónde se dirigían.

Ser una persona distraída puede acarrear algunas desventajas como: quedar mal en el trabajo, tener a menudo un mal día (patrocinado por la falta de atención a los detalles) y en general exasperar a las demás personas. Afortunadamente, muchos de estos seres logran compensar su dispersión con imaginación y llegan a ser funcionales la mayor parte del tiempo. Y si no es así, de cualquier manera no se sufre demasiado, ya que se tiene la capacidad de cambiar rápidamente de página… aunque no estoy tan segura de que éste ejemplo ilustre con la suficiente contundencia lo que quiero decir, porque la naturaleza volátil de los distraídos podría describirse de mejor manera si la comparamos con el vuelo errático y necio de una mosca, aunque también podríamos pensar en un personaje de videojuego que se adentra en portales infinitos en donde el tiempo cambia de ritmo constantemente…

Luz Rosío Morelos. Egresada de letras, distraída de oficio, afecta (a veces) a no dar tantas explicaciones.

Contacto: chio.moregu@hotmail.com

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