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La mujer herrada

Por Fernando Juárez «El Sargento»

Hombre sabio sin estudios, interesado en la lectura y en lo paranormal, conductor de un Podcast de corte esotérico, sus principales objetivos son lograr entender un poco más con cada día que pasa, ver coronarse campeón al Atlante y llegar a tener una colección de libros que si bien no compita con una biblioteca pueda ocupar un cuarto de 3 por 3, eso sí, todos leídos y comentados. Espacio dedicado a la sugerencia de lecturas de diversos temas, a la especulación de temas paranormales, reflexivos y misteriosos, sitio donde se abordaran cuestiones que bien pueden creerse vánales o irreales pero que todos en algún momento han escuchado, leído o vivido
Hombre sabio sin estudios, interesado en la lectura y en lo paranormal, conductor de un Podcast de corte esotérico, sus principales objetivos son lograr entender un poco más con cada día que pasa, ver coronarse campeón al Atlante y llegar a tener una colección de libros que si bien no compita con una biblioteca pueda ocupar un cuarto de 3 por 3, eso sí, todos leídos y comentados. Espacio dedicado a la sugerencia de lecturas de diversos temas, a la especulación de temas paranormales, reflexivos y misteriosos, sitio donde se abordaran cuestiones que bien pueden creerse vánales o irreales pero que todos en algún momento han escuchado, leído o vivido.

Esta semana  les traigo una historia corta sobre nuestro México Antiguo.

Cuentan los viejitos que en la época colonial existía un cura cuya conducta era intachable, era un religioso que ayudaba a los pobres y que trataba de hacer una diferencia en la Nueva España, todos sus feligreses lo estimaban y las autoridades lo apoyaban en todo lo que podían.

Pero como todo en la vida, siempre hay algo que descompone las historias de virtud y alegría, un día el sacerdote conoció a una muchacha muy hermosa que con el trato diario fue ganándose el amor del religioso, dicha situación era por todos conocida y mal vista. Se cuenta que incluso llegaron al extremo de vivir en la misma casa, cosa que en aquel tiempo era pecado mortal.

Una madrugada tocaron a la puerta del herrero del pueblo, al abrir su sorpresa fue grande pues a la entrada estaban dos hombres de altura exagerada con ropajes negros acompañados por una mula, no podía distinguir sus facciones debido a la poca iluminación, tan solo le dijeron que el cura tenía una emergencia y que mandaba a que le pusieran las herraduras a su animal pues debía recorrer una gran distancia.

El herrero de mala gana lo hizo, no intercambio otra palabra con los hombres y al concluir el trabajo de poner las herraduras a la mula recibió como pago una moneda de oro, al intentar explicar que era un pago exagerado los hombres simplemente se alejaron pegándole con un látigo al animal.

Al día siguiente el herrero fue a buscar a la muchacha a la casa donde vivía con el cura, para darle la moneda y pedir simplemente el pago justo por su trabajo, al llegar al domicilio encontró la puerta abierta, entró y ante sus ojos estaba la mujer cubierta de sangre con marcas de látigos en la espalda, pero lo que más lo impactó fue encontrar los clavos y las herraduras que había puesto la noche anterior, clavados en las manos y pies de la joven.

Se dice que los hombres que habían acudido en la madrugada eran demonios, que convirtieron a la mujer en mula para que pagara el pecado de haber tentado a un hombre de fe, del religioso no se volvió a saber nada, simplemente desapareció, algunos dicen que se lo llevaron al infierno y el herrero quedo loco por la culpa de haber sido la herramienta que utilizo el Diablo para cumplir su castigo.

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Se cuenta que aún se puede ver caminando a la mujer herrada por las calles del centro histórico de la Ciudad de México, muchos han sido los testigos, inclusive han muerto debido a la impresión de ver a una dama con herraduras en las manos y pies, dejando un camino de sangre por dónde camina,  gritando, llorando, suplicando, por un descanso que jamás llegará…

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