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La envidia mata…

Por Ann

¿Alguna vez han escuchado decir “te tengo envidia, pero de la buena”? Yo sí, muchísimas veces, pero no disfracemos los términos, la envidia es envidia y punto.

Para que no quede duda, la definición que la RAE nos proporciona es la siguiente: tristeza o pesar del bien ajeno, o como deseo de algo que no se posee. Mmmm, ¿tiene algún dejo de ser positiva? ¿Verdad que no? Entonces, comprobada la primera hipótesis: no existe envidia de la “buena”.

Y agárrense porque encontré una frase del Dr. Saúl F. Salischiker, (médico psiquiatra y psicoterapeuta) en la que ya nos habla de un padecimiento psiquiátrico: «Cuando una persona se obsesiona y deja de vivir por estar pendiente de tu vida o en este caso en la vida de su adversario, de su entorno, y entre otras cosas siente agobio por cada uno de sus triunfos… Aparte de mostrar signos graves de inferioridad, te muestra que estas tratando con una persona psiquiátricamente enferma.»  Cuando la envidia es tan canija, se pierde la noción de la realidad.

Y la envidia es generalizada: por sacar  buenas notas en la escuela, por  la chamba, por la pareja, por el coche, hasta por los amigos y la familia que pudiera alguno poseer.

Hay una persona que conozco que jamás se puede alegrar por los logros, la felicidad o los triunfos ajenos, es de esas personas que si algo sale mal es la primera en criticar, pero si salió bien siempre busca el error. La verdad es que la convivencia con esta persona  era difícil (era diaria e inevitable);  incluso sentía que me robaba energía porque en su afán de protagonismo se la pasaba desacreditando y burlándose de todo mundo.  Estas personas, como dice el Dr. Salischiker, tienen un complejo de inferioridad tremendo, por ende la sana convivencia se torna complicada e insufrible.

Se supone que cada quien debe estar consciente de quién es y hacia dónde va, digo, teniendo bien cimentados esos dos conceptos lo demás no debe importar porque cada quién es diferente y lo que es bueno para unos no lo es para todos; la onda es probarlo, masticarlo y digerirlo.

En conclusión y para terminar con este chorizo: la envidia es la madre del resentimiento, un sentimiento que no busca que a uno le vaya mejor sino que al otro le vaya peor.  Y lo más cruel del asunto, alegrarse porque el otro esté en hoyo; cuando esto suceda, traten de evaluar la situación y en lugar de envidiar al otro, hagan algo por mejorar su situación actual. Pero si de plano sienten envidia constantemente que incluso les causa ira el bienestar ajeno, lo más recomendable sería buscar ayuda profesional.

Aguas de limón, la envidia es como tomar veneno y esperar que al otro le haga efecto. No  se envenenen y sean los protagonistas de su propia existencia.

Twitter: @ann_hiellow

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