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La cuarta Revolución…Pemex: El inicio del fin

¿Qué implica una posible caída de Pemex para el ciudadano común? Como ya lo mencionaron las calificadoras, el downgrade de la calificación de Pemex es inminente, el Plan no convence y depende de dos supuestos difíciles de lograr y que incluso no dependen de la petrolera misma

By: Manuel Ochoa

El Plan de Negocios de Pemex presentado de manera completa, el pasado Miércoles 17 deja más incertidumbre que esperanza sobre el futuro de la petrolera mexicana. Pero ¿esta situación nos afectaría a los ciudadanos? ¿El declive de Pemex podría ser el inicio de una cadena fatal para la Cuarta Transformación?

Acorde al Plan de Negocios presentado por la administración del agrónomo Octavio Oropeza, director de Pemex, el futuro de la petrolera depende íntegramente de lograr aumentar la producción y que los precios internacionales de referencia aumenten. Dos supuestos básicos para que este plan funcione que ponen en duda la viabilidad futura de la empresa:

La deuda actual de Pemex es de 106 mil millones de dólares, el Plan presentado incluye una reducción de carga fiscal y subsidio estatal por 13,450 millones de dólares, por lo que no alcanzaría para cubrir la deuda que carga la petrolera. El Plan prioriza la exploración y producción de petróleo a la refinación de este, un gran punto positivo ya que Pemex siempre ha sido ineficiente en su refinación por lo que pierde dinero al tener un costo de producción de gasolina mayor a su precio de venta.

 

Sin embargo, de manera incongruente, el plan incluye un gasto de 8 mil millones de dólares para la construcción y puesta en operación de la refinería de Dos Bocas. Un gasto que carece de sentido financiero, operativo, y ambiental. Las actuales refinerías de Cadereyta y Madero están subutilizadas, el impacto ambiental de Dos Bocas es ecocida al construirse sobre un manglar, y como ya se dijo previamente, Pemex históricamente ha sido ineficiente al refinar y pierde dinero de esta operación, cuando liquidez es lo que más ocupa Pemex en este momento.

¿Qué implica una posible caída de Pemex para el ciudadano común? Como ya lo mencionaron  las calificadoras, el downgrade de la calificación de Pemex es inminente, el Plan no convence y depende de dos supuestos difíciles de lograr y que incluso no dependen de la petrolera misma. Sus bonos pasarían a calificarse como “basura” lo que tiene graves implicaciones para el propio gobierno mexicano y en consecuencia para el bolsillo de los ciudadanos.

La degradación de calificación de Pemex haría inminente que la calificación de la deuda del Estado mexicano también baje, esto implica un mayor costo de financiamiento de la deuda pública, lo que complicaría la permanencia de los programas sociales de transferencias monetarias que existen actualmente.

Adicionalmente, una menor calificación de la deuda del gobierno mexicano implicaría la depreciación del peso mexicano, y en consecuencia un mayor ritmo de desaceleración económica al que ya existe actualmente. La caída de Pemex podría significar el punto de partida de un gran declive económico en la actual administración.

Actualmente, el Presidente de la República goza de una aprobación ciudadana de alrededor del 70% acorde a diversas encuestas, sin embargo un golpe en el bolsillo tiende a resentirse ampliamente en la aprobación de un régimen político, como lo dijo Clinton en su frase más famosa utilizada en la campaña presidencial contra George Bush: it´s the economy, stupid; <<es la economía, estúpido>>.

La economía se uniría a la inseguridad como una de las mayores preocupaciones ciudadanas, lo que en teoría daría origen a la reducción del bono democrático de apoyo con el que llegó López Obrador a la Presidencia.

La situación se complica aún más al tener una desaceleración, y posible recesión, de manera asincrónica con Estados Unidos, ya que tendríamos que hacer uso de políticas monetarias y fiscales (aunque López Obrador se niega a tocar esto último), para salir de esta situación, instrumentos anticíclicos que de agotarse,  no los tendríamos disponibles  durante una recesión de la economía estadounidense, si llegara en el mediano plazo.

Igualmente, el debilitamiento institucional que ha generado la reducción del gasto público a un nivel que ha rebasado los niveles tolerados de austeridad, llegando a la asfixia operacional de varias de las instituciones públicas dedicadas al deporte, la ciencia, la salud, y la cultura, irrumpe con la posibilidad de una recuperación económica con gasto público, ya que el Estado se encuentra asfixiado.

En consecuencia, Pemex podría significar el inicio del fin para un régimen político que se esta tropezando a sí mismo con problemas creados de manera interna, donde la ineptitud se ha convertido en un símbolo de la administración. Esperemos que Pemex logre estos dos supuestos: mayor producción y mayores precios de referencia, de lo contrario, la economía mexicana y el Estado mismo, se encontrarían en graves problemas.

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