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La cuarta Revolución…La posverdad en la 4T  

La posverdad va más allá de noticias falsas diseminadas en redes sociales, se trata de una completa distorsión de la realidad, donde las creencias personales se consolidan en una ideología que genera una percepción en la que los hechos son ignorados, y lo que aparenta ser verdad

By: Manuel Ochoa

“En un tiempo de engaño universal, decir la verdad es un acto revolucionario” – George Orwell

 

La posverdad, esa palabra que en el 2016 fue nombrada por el Diccionario de Oxford como la palabra del año, está formando parte de la realidad mexicana diaria.

La posverdad va más allá de noticias falsas diseminadas en redes sociales, se trata de una completa distorsión de la realidad, donde las creencias personales se consolidan en una ideología que genera una percepción en la que los hechos son ignorados, y lo que aparenta ser verdad, para motivar nuestros fines, es más importante que la propia verdad.

En la posverdad, los medios de comunicación son desvalorizados frente a ideologías o creencias personales. Notas periodísticas, basadas en hechos, son refutadas por el simple hecho de dictar una realidad distinta a la que queremos creer. La ciencia y la técnica pierden legitimidad ante creencias personales y emociones que refutan cualquier evidencia científica que vaya en contra de ellas.

El peligro de la posverdad radica en utilizarla políticamente para crear la percepción de un mundo distinto al que realmente vivimos. Donde se utilizan diversos mecanismos como destruir la credibilidad de opositores, ver a un ciudadano que demanda como un enemigo, o acuñar términos para desaparecer lo esencial.

Todo lo anterior resulta un peligro debido a que, si distorsionamos nuestra realidad y la sustituimos por una percepción distante basada en un paradigma de creencias, será imposible identificar realmente nuestros problemas como sociedad y resolverlos efectivamente, lo anterior sin contar el peligro que representa la polarización en democracias con instituciones tan débiles como las latinoamericanas donde México no es la excepción.

Lamentablemente, el modelo de comunicación de la Cuarta Transformación se está transformando en un modelo asimilado a la posverdad.

Durante las conferencias de prensa matutinas, en múltiples temas, desde económicos hasta de homicidios, el Presidente ha mencionado que “tiene sus propios datos” incluso ha negado los datos de su propia Secretaria de Hacienda y Crédito Público, que el pasado mes publicó los Criterios Generales de Política Económica, documento oficial presentado a la Cámara de Diputados en el que el Presidente negó los datos prospectivos de crecimiento económico.

Más que comunicar a través de hechos, la estrategia de comunicación presidencial, y de algunos miembros de su gabinete, utilizan mecanismos para denotar a la sociedad civil, a periodistas, a medios de comunicación, a organizaciones no gubernamentales, instituciones internacionales, e incluso a sus propios funcionarios que privilegian la ciencia y la técnica por encima de la política y creencia ideológica, todos los anteriores actores fundamentales de contrapeso para una democracia.

Lo anterior crea un peligro grave, no solo para la sociedad, sino para la propia Presidencia y el legado transformador que desea construir. En un escenario donde los hechos y cifras no corresponden a la realidad, donde se culpa al pasado de todos los males, donde periodistas que investigan y publican algo que va en contra del paradigma de creencia ideológica son atacados y acosados en redes sociales; se corre el riesgo de crear una burbuja con un establecido paradigma de una realidad propia, la cual, como toda burbuja, eventualmente tronará.

En la Cuarta Transformación se apuesta por las emociones, percepciones y la interpretación de los mensajes y símbolos políticos, no en la evidencia de transformación real. Y esto último, es justamente el verdadero peligro para la propia 4T.

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