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La corcholata y otros más // By Luis Fabián Fuentes Cortés

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Nací en Zamora el primero de enero de 1982. Diría que soy el típico capricornio, pero no creo en tonterías. Mi vida académica me ha llevado a varias partes del país: Guadalajara, Querétaro, la Ciudad de México, Guanajuato, Salamanca y Morelia. Estudié Ingeniería en Industrias Alimentarias en el Tecnológico de Zamora, la maestría en Ingeniería Mecánica en la UMSNH, institución donde actualmente estudio el doctorado en Ingeniería Química. Profesionalmente, he sido consultor de algunas empresas y docente. Estoy casado con la ciencia y la tecnología, pero me gusta ser infiel y a veces me escapo y le pongo el cuerno con la música, la poesía y la Filosofía. En ocasiones he sido activista político, cuando la causa me convence, afortunadamente mi disciplina y ética no me da para pertenecer a ningún partido político.

Por Luis Fabián Fuentes Cortés

Desde hace ya varios días circulan en redes sociales diversas peticiones de apoyo, firmas y demás parafernalia que llama a pedir la renuncia de Carmen Salinas. Cuando yo era niño, tenía una vecina medio zafada que gustaba de hacerles travesuras a los demás vecinos. Tirarles basura en la banqueta, aventarles agua, escupirles en las puertas y ventanas, mentar madres. Varios vecinos llamaron a la policía en repetidas ocasiones y nunca pasó nada, entonces escuché a alguien con la magnífica solución: ¡Vamos a juntar firmas para que la corran de la colonia! Una vecina totalmente bienintencionada, salió libreta en mano a pedir firmas de todos los vecinos, luego las llevó a la presidencia y… veinte años después, la señora vive donde siempre ha vivido y continúa realizando sus amistosas travesuras. Ahí aprendí que juntar firmas sirve para nada y para lo mismo.

Han pasado reformas que se supone eran impopulares, la laboral y la energética (aunque lo cierto es que a nadie le importó y a los que les importó: ¡juntaron firmas!) y la juntada de firmas solo sirvió para que se talaran árboles para hacer muchas hojas llenas de firmas. Al final, pese a que estaban bien respaldadas, con los numeritos de las credenciales del INE (antes IFE), solo sirvieron para ser almacenadas en alguna insospechada bodega. La historia sirve para muchas cosas, pero una fundamental es para no meter la pata dos veces en el mismo agujero. La historia de este país nos ha enseñado que juntar firmas no funciona. ¿Por qué una petición por internet, que puede ser llenada por medio de cuentas fantasma, sin los valiosos numeritos de una credencial del INE, tendría más valor?

Y hasta aquí alguien podría decir: “De menos hacemos algo”. Pero, no se trata de simplemente “hacer algo”. Eso es iluso y por lo menos ingenuo, los que lo hacen a sabiendas de que no funciona, pero entrampan a las personas bien intencionadas en esa estrategia tienen otro nombre: Hipócritas funcionales al Estado. Si hay un incendio en una casa y actuamos sin saber qué hacer, es decir, simplemente por “hacer algo”, terminaremos incrementando el número de víctimas y no resolveremos el problema: la casa se seguirá quemando. Generalmente, un bombero se lleva un tiempo preparándose, estudia el incendio y las estrategias para enfrentarlo. Cuando llega a la escena, sabe que no se trata de simplemente “Hacer algo”, sabe perfectamente lo que debe hacer. No es un espontaneo. Igualmente, quien quiere cambiar un país, debe de hacer un análisis de la historia, de cómo se han enfrentado otros incendios, de que origina el fuego y como enfrentarlo en cada caso. El esquema actual de “junta firmas”, o el más mediocre: firma esta petición, dale like, comparte, solo crea la ilusión de la participación, del activismo a dos nalgas y solo moviendo un dedo con el que se consume el atole preparado por uno mismo.

Y ¿qué tiene que ver todo este choro con el asunto de la diputada Carmen Salinas? Muy sencillo: No va a renunciar con firmas y menos con firmas virtuales. Pero, aquí lo grave no tiene que ver con que la corcholata sea diputada, al menos en este caso es un malo por conocido que es famoso. Pero ¿cuantos diputados igualmente inútiles habitan la cámara y viven del erario en forma más o menos anónima? Si revisáramos encontraríamos una lista de Juniors, compañeras y compañeros sentimentales, mascotas humanas, pusilánimes, lambiscones, hermanos y primos que tienen menos talento legislativo que la corcholata. Lo más interesante de este juego es que todos ellos se deben a su público, sí a todos aquellos que acuden cada elección a legitimar el aparato electorero antidemocrático. El cual solo ilusiona bajo el juego de “vota ahora por este”, “vota ahora por aquel”, cuando todas las alternativas de los estos o los aquellos provienen de la misma fuente y se inventan un teatro de rivalidades para justificar el infame juego donde los beneficiados se esconden tras bambalinas.

Una petición realmente justa, con más que solo firmas de por medio, acompañada de la movilización y formas que históricamente si han sido útiles, sería no solo exigir la renuncia de Carmen Salinas, no solo la renuncia de toda la Cámara de Diputados, es más, la renuncia de la mal llamada clase política, incluyendo las franquicias que se hacen pasar por partidos. La petición real debería ser la conformación de un aparato democrático más amplio, directo y popular. Uno que si represente los intereses de los trabajadores y no solo de un puñado de achichincles, mascotas, gerentes y propietarios. Sin embargo, ahí es el asunto del bombero, algo que tomara más tiempo ya que requiere conocimiento y un entrenamiento consciente que nos lleve a más que simplemente “Hacer algo” o mentarle la madre a los políticos o pedirles a ellos mismos que amablemente renuncien o se corten el salario… ¿Usted ha visto una llamarada que se apague a mentadas de madre o rogándole que se apague solita?… yo tampoco.

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