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La Carcajada de Tersites… Apuntes sobre el tango

By: Ángel Fernando Acosta

El tango es una pulsión de vida y muerte, y en el palpitan todos los sentimientos. El tango es a la vez responso y afrenta, carcajada y llanto, burla y lamento, cursilería infinita y poesía profunda. El tango es la crónica de una ciudad que se reinventa cada día, el testamento musical de un mundo rústico que, entre tragedias, se vuelve cosmopolita, el tango es Buenos Aires. El tango es arrabal violento y caricias furtivas a la medianoche. El tango es ritmo y cadencia, melodías sublimes y letras cuchilleras. El tango es lunfardo que gambetea el entendimiento de los no iniciados… El tango es, como dijo el gran Discépolo: “Un pensamiento triste que se baila”.

El tango surge, por lo menos, de la mezcla entre el candombe, la habanera, la milonga, el tango andaluz y varios ritmos europeos y americanos. Más de ciento veinte años después de la creación de este género musical, que ha puesto a bailar y a llorar al mundo entero, los estudiosos y especialistas siguen teniendo discusiones bizantinas sobre el “verdadero”  origen de este ritmo y sobre la etimología correcta del vocablo que lo nombra. Hay quien dice que la palabra tango es japonesa y asegura que una ciudad de aquel país se llama así; otros afirman que es la voz africana tangó que designa un lugar destinado a los saraos de negros o que así se le llamaba a uno de los tambores que se usaban para acompañar sus danzas.  Lo que es cierto es que esta música al igual que el jazz, el blues, la habanera, el bolero, el danzón, etc., está influida, directamente, por los ritmos que los esclavos africanos trajeron a América. La deuda que tiene el tango con la música que llevaron los inmigrantes europeos a Argentina y Uruguay durante todo el siglo XIX y hasta casi la primera mitad del XX, es muy grande; muchos de ellos se dedicaban a tocar y cantar en los cafés, fiestas privadas, milongas y prostíbulos… Entre los mejores letristas, compositores, directores de orquesta y cantantes de tango han destacado los de ascendencia italiana: Pascual Contursi, Roberto Firpo, Francisco Lomuto, Alfredo Bevilacqua, Francisco Canaro, Francisco y Julio de Caro, Alberto Marino, Alberto Morán, etc.

Hablar de tango  y no hablar de Gardel es poco menos que un sacrilegio. Carlos Gardel (188?-1935) es el gran parteaguas en la historia del tango y con él se impone el tango-canción, gracias a sus composiciones y letras (pero sobre todo a su voz, interpretación y estilo únicos) el tango trasciende todas las fronteras y se vuelve universal. Con “El Zorzal Criollo” el tango llega a su mayoría de edad y se vuelve un fenómeno discográfico y cinematográfico; primero conquista París y buena parte de Europa, para después continuar con Norteamérica. Gardel era una superestrella, y, paradójicamente, al morir se convierte en inmortal. Incluso ahora hay quienes aseguran que lo han visto deambular por su “Buenos Aires querido”, con el rostro cubierto, gafas oscuras, sombrero de ala ancha y una gabardina de largos faldones para que la gente no vea las quemaduras que le quedaron del avionazo en Medellín…

A lo largo de su historia, el tango ha sufrido una serie de altibajos de los que ha salido airoso. En un principio, fue catalogado como una danza procaz que incitaba a todo tipo de perversiones, por eso fue prohibido en todo salón a donde asistía la gente de buenas costumbres. Ante el miedo de ser señaladas, las mujeres de todas las clases sociales evitaban bailar tango, pues si lo hacían aunque fuese una sola vez su reputación se acababa para siempre. Debido a estas dificultades, en sus inicios, el tango sólo se bailaba entre hombres; quienes solían ser orilleros, compadritos y gente de la peor ralea, motivo por el cual en un tiempo se relacionó al tango con la homosexualidad. Incluso el Papa Pío X  prohibió que los católicos bailaran tango.  Con el paso del tiempo este ritmo ganó la batalla y comenzó a bailarse en los mejores y más distinguidos salones. Ahora el tango es sinónimo de elegancia, sensualidad y buen gusto.

A lo largo del siglo XX, a partir de los años 30 y hasta 1983, Argentina sufrió una serie de golpes de estado seguidos de gobiernos militares o dictaduras que limitaron los derechos civiles de los argentinos, por decir lo menos. Durante los distintos periodos se aplicó una fuerte censura a las letras de los tangos que les parecían subversivos o procaces. Entre los tangos más prohibidos por las dictaduras se encontraba Cambalache, del compositor y letrista Enrique Santos Discépolo, que tal vez fue prohibido porque los militares se sentían aludidos por las duras verdades que contaba. Sin embargo, también se trató de encumbrar al tango como uno de los máximos símbolos del nacionalismo argentino. Debido a todo esto el tango entró en franca decadencia de los años 60 a los 90, pues los disidentes veían en él la representación de lo más reaccionario de los regímenes militaristas. En esas tres décadas el tango fue gradualmente desplazado por otro tipo de música que se consideraba más liberal como el rock, la cumbia y otros ritmos. En los 80 se veía al tango como un género muerto, sólo quedaban unas cuantas milongas en toda la Argentina donde se podía escuchar y bailar tango, casi todas ellas en Buenos Aires.

Durante los años 90, gracias a los esfuerzos de Juan Carlos Copes y su pareja María Nieves, además de otros bailarines y coreógrafos, se logró posicionar el tango-danza como uno de los espectáculos más atractivos en el mundo, lo que le infundió nuevos aires a un género que parecía agonizar.

Astor Piazzolla (1921-1992) fue el gran reformador del tango, con él se dio una renovación estilística y armónica sin precedentes. Él se formó como bandoneonista tradicional con Aníbal Troilo, pero después continuó su propio camino, y a la par estudió con grandes figuras de la música clásica y orquestal de su tiempo. Piazzolla fue duramente criticado, casi toda su carrera, por detractores excesivamente puristas. Sin embargo, nadie puede negar que sin las obras de Astor no se puede concebir la música y el tango contemporáneos.

Actualmente, el tango goza de muy buena salud: hay escuelas donde se enseña a tocar el tango más tradicional, también se componen y se bailan tangos -puristas, orquestales o mezclados con música electrónica y los más diversos elementos y ritmos-  alrededor de todo el mundo desde África hasta Finlandia, pasando por Asia y Europa. México no es la excepción, en nuestro país hay una Orquesta Mexicana de Tango y un buen número de guitarristas que interpretan tangos. Además contamos con una gran tradición tanguera y para muestra los tangos que compuso El Flaco de Oro y aquellos que cantaron, con enorme calidad y voces muy bellas, Emilio Tuero, mejor conocido como El Barítono de Argel; Jorge Negrete y Javier Solís. Otro gran intérprete del tango en México fue, aunque en tono más chusco, don Germán Valdés Tin Tan.

No puedo terminar este texto sin hacer un listado que sirva de homenaje a algunos de los personajes más valiosos, a mi parecer, de la historia del tango. Por supuesto que dicha lista obedece más a un gusto personal, a la memoria y al olvido de quien esto suscribe. Como toda antología es limitada, parcial e injusta. Espero que mi selección no moleste a los aficionados y conocedores del género, también espero que al neófito le sirva como pretexto para adentrarse en el maravilloso mundo del tango: Ángel Villoldo, Gerardo Matos Rodríguez, Carlos Gardel, Mariano Mores, Alfredo Marino, Francisco Canaro, Enrique Santos Discépolo, Juan D’Arienzo, Rodolfo Biaggi, Osvaldo Pugliese, Alberto Castillo, Horacio Salgán, Aníbal Troilo “Pichuco”, Homero Manzi, Astor Piazzolla, Susana Rinaldi, Roberto Goyeneche “Polaquito”, Horacio Ferrer, Catulo Castillo, Agustín Bardi, Alfredo Bevilacqua, Juan Carlos Cobián, Pascual Contursi, Alfredo de Angelis, Hugo del Carril, Carlos Pérez de la Riestra “Charlo”, Edmundo Rivero “El Feo”, Vicente Greco, Alberto Marino, Ángel Vargas, Roberto Firpo, Julio de Caro, Osvaldo Fresedo, Celedonio Flores, Tita Merello, Enrique Cadícamo, Homero Expósito, Julio Sosa, Rodolfo Mederos… ¡Larga vida al tango!

 

 

 

 

 

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