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JournalRebel… La nueva realidad (lo que más quiero).

Nuestra generación tendrá que aprender sobre este evento del COVID-19 y con ello crear una normalidad diferente.

By: ITzia Ramos

Estaba viendo la conferencia del día de niño de Hugo López-Gatell, cuando una pequeña hizo una pregunta: Cuando podamos volver a salir, ¿cómo sabremos que no habrá alguien infectado todavía? A esto, el subsecretario respondió que tendríamos que seguir con ciertas medidas de prevención, porque cuando regresáramos a nuestras vidas diarias, las cosas no volverían a ser iguales. Nuestra generación tendrá que aprender sobre este evento, y con ello crear una normalidad diferente.

Una nueva normalidad.

Nos han dicho muchas veces que somos el cambio, y como alguna vez dije, creo que ese cambio no es algo que pase en un futuro como se suele decir, sino algo que pasa ahora. Sin embargo, debo admitir que subestimé ese “ahora”: no fue la cura contra el cáncer o tecnologías inimaginables como decían mis maestros de secundaria. Tampoco fue la realidad más justa y pacífica con la que tantos jóvenes soñamos. Llegó de una manera cruel e inesperada, en la forma de una pandemia global que en cinco meses mató al equivalente de poco más de la mitad de la población de Islandia. Estoy tan consumida en este momento que me es tremendamente difícil pensar en lo que viene después, pero al escuchar a Gatell lo vi muy claramente: esto no será sólo otra cosa terrible. Esto cambiará todo.

No hay nada que me apasione más que pensar en una nueva manera de vivir. Un mundo donde quepamos todas las personas, y nuestros derechos humanos signifiquen más que palabras en un papel. Creer que las personas pueden cambiar. Confiar en que el cúmulo de pequeñas acciones está haciendo una diferencia.

Por eso entré a este espacio en su momento, por eso sigo haciendo esas pequeñas acciones que pueden parecer graciosas o sin sentido. Sé que esos diminutos granitos de arena que lanzo al vacío provocan cambios, porque lo he visto, porque así cambié yo. Y sí, esta no era la manera que nadie quería ni esperaba… como humanidad encontramos las maneras más trágicas e injustas de abrirnos los ojos; de ninguna manera era esto necesario. No hay nada que pueda justificar el sufrimiento que nos ha traído y nos traerá esta pandemia… pero sí podemos hacer cosas que le den un sentido. Que honren a las personas que no regresarán. Y una de ellas es encontrar esta nueva normalidad.

Aunque sí quiero salir de mi casa para abrazar a mis abuelos, platicar en la prepa con mis amigas o ir al cine con mi mejor amigo, también quiero salir para ver a las personas atarantadas del encierro, con la experiencia a flor de piel y la introspección fresca. Quiero rogarles que abran los ojos y que entiendan que el cambio es posible. Esta pandemia nos ha enseñado de desigualdad social, de la terrible distribución de las riquezas, de la informalidad de la que depende nuestra economía, esto va mucho más allá de epidemiología o higiene básica.

 

Cuando salgamos, yo quiero un mundo donde el personal de salud cuente con las condiciones dignas para trabajar. Quiero un mundo donde los maestros y maestras sean valoradas por su labor, y un lugar donde la brecha entre quienes tienen educación de calidad y quienes no sea cada vez más corta. Quiero un mundo donde la salud mental tenga la misma importancia que la salud física. Quiero un mundo donde ninguna niña o mujer tenga que llegar a casa a su agresor. Y, más que nada, quiero un mundo, antes de que las compañías multimillonarias, las guerras insensatas y la explotación de recursos fósiles se lo acaben.

Llámenme loca, yo creo que es posible. Y, en mi vida, haré todo lo que esté en mis manos para que eso se vuelva una realidad. No sé si estaré acompañada, no sé si pasarán años y me iré antes de que pueda ver a esta nueva normalidad concretada… pero si eso pasa, espero que como hoy, quede la esperanza, aunque sea entre los escombros del terror o asomándose en las narraciones de estos tiempos a quienes vendrán en un futuro. En el niño de un mes que venció al virus o en la gente que se organiza para ayudar.

Sí, ya lo decidí, esto es lo que más quiero. Que nuestra esperanza sea lo único que nunca muera.

Itzia Ramos, estudiante de preparatoria. Ferviente defensora de la libertad y de los tacos al pastor con piña. Escribe poesía en su tiempo libre.

 

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