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Journal Rebel… Sí, soy bonita

Tu cuerpo es perfecto tal y como es y no necesita ningún cambio, ningún filtro... sólo necesita que lo quieras.

By: Itzia Ramos

ITZIA

Los estándares de belleza son absurdos. En esencia, intentamos hacer nuestros rasgos lo más europeos posibles y en vez de admitirlo, decimos que eso es ser «bonitas». Y cuando esta población decida cometer un poco de apropiación cultural, querremos esos rasgos (como los glúteos y labios más grandes) hasta que los tiren por alguna otra cosa que también pondremos en un pedestal.

¿No me creen? ¿Entonces por qué entre más blanca sea nuestra piel, más pequeño nuestro abdomen, más claros nuestros ojos y más rubio nuestro cabello, nos vemos «mejor»?

Recuerdo haber visto un episodio de Los Simpsons a los cinco o seis años donde Liza buscaba a la inventora de las Barbies (o su equivalente de ese universo) y juntas hacían una muñeca real, empoderada, con ideas en su cabeza y un aspecto diferente, una muñeca que nadie compraba. Y recuerdo haber pensado que yo sí lo hubiera hecho, quería pasar la mano por la pantalla y tenerla, quería una muñeca que se pareciera a mí.

Hasta hace apenas unos años comencé a entender que mi cuerpo era mío. Digo, sabía que era mío, pero que también debía cambiarlo para que se viera de cierta manera, las decisiones ya estaban tomadas y yo debía seguirlas. El mundo me decía que fuera yo misma con el mensaje muy claro entre letras que esa yo debía ser de cierta manera, o era mejor no intentarlo.

Me escudé, entonces, en la consigna de que «yo no era como las otras chicas», a mí no me importaba qué me ponía o cómo me veía porque era algo superficial. Sé ahora que en realidad sí me importaba, como le importa a todas las chicas adolescentes de este mundo cuando son bombardeadas cada día con cuerpos perfectos, y sé que no era la mejor postura para adoptar, porque estaba cayendo en el mismo círculo vicioso de juzgar a la otra persona por su aspecto, tomando el lado de quienes dicen que es «vanidad» pero también esperan que las mujeres nos veamos «presentables» (entiéndase, que sigamos los estándares pero que no se note que intentamos)

Mi verdadero empoderamiento no llegó cuando dije «no soy atractiva, aunque no es como que sea necesario»… llegó cuando tomé el control de mi cuerpo y decidí que así era como se veía y así lo quería, aunque el mundo me dijera que estaba mal. Cuando las decisiones que tomaba en mi aspecto las hacía por mí y por nadie más, cuando entendí que maquillarme o ponerme la ropa que me gusta no es para verme bien, porque bien ya me veo siempre.

El mundo cambia de a poco. Las redes sociales le están dando una plataforma a muchas personas, entre ellas chicas de mi generación con quien comparto estos pensamientos y usan su voz para pasar el mensaje. Cuando me comencé a interesar por la moda, me encontré con la agradable sorpresa de que el contenido ya no se trata de esconder tus «imperfecciones», sino de encontrar tu estilo y la confianza en ti misma para usarlo (algunas incluso recomiendan como practicarlo de manera sustentable porque es 2019 y el activismo debe ser interseccional, claro que sí). Me hacen sentir esperanza para las generaciones que vienen… tal vez ellas nunca tengan que sentirse mal con quienes son.

Comencemos desde nosotras, entonces. A las chicas adolescentes (y no tan adolescentes) que me leen: No necesitas adaptarte a la opinión de nadie sobre tu cuerpo. No necesitas verte de cierta manera para ser respetada: ese derecho ya lo tienes desde que naciste y no tiene nada que ver con tu apariencia. Tu cuerpo es perfecto tal y como es y no necesita ningún cambio, ningún filtro… sólo necesita que lo quieras.

Tu vida cambia cuando le sonríes al espejo. ¿Estás lista para hacerlo?

Itzia Ramos, estudiante de preparatoria. Ferviente defensora de la libertad y de los tacos al pastor con piña. Escribe poesía en su tiempo libre.

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