Adid Jiménez
Un farol, identificado con el número 33833, está completamente destruido. Es el único que presenta un daño tan severo, pero hay otros más con los cristales rotos.
En el hueco del centro debería haber un guarda cantón, pero no está, debido a los constantes impactos que recibe de automovilistas poco precavidos.
Una viga de acero, que debería sostener la banqueta de la calzada, está fuera de lugar, dispuesta a hacer tropezar a los distraídos.
Ni siquiera las alcantarillas se salvan, como el caso de esta, cuya tapa desapareció. Con unas tablas se pretendió resolver el problema, pero resultan insuficientes para aminorar el riesgo.
Grafiti, no podía faltar.
De a iluminación escénica, colocada hace un par de años, ya no sobreviven más que un par de lámparas, el resto desaparecieron y únicamente quedaron agujeros.
Una de las bancas muestra grandes grietas y la piedra comienza a ceder. Esta escena puede ser apreciada a la altura de un colegio ubicado sobre la calzada.
En una de las lámparas se pueden ver cables pelados, los cuales van a dar a un par de cajas metálicas. Suponemos que de aquí se cuelgan los puestos en temporada decembrina para conseguir electricidad.
Justo en el cruce con Acueducto y Madero, se aprecia el desprendimiento de placas de cantera.
Para no variar, en la Calzada Fray Antonio de San Miguel también existe el terrible mal de las placas desaparecidas de manera misteriosa. En este caso, la placa identificaba a un árbol plantado ahí hace un par de años.
