STAFF/Alejandro Amado-@Letravierta
A Fernando Flores la pasión por las motocicletas le costó la vida: su motocicleta derrapó y de la caída ya no pudo levantarse. Están por cumplirse dos años del accidente por el que se convirtió en donador, el 28 de agosto de 2016. Al ver que no volvería a levantarse de la cama, su familia tomó una de las decisiones más difíciles de su vida.
Su fallecimiento, sin embargo, pudo salvar varias vidas: su familia donó riñones, córneas, pulmones, hígado, corazón, huesos, tendones, vasos arteriales, páncreas e intestinos. Del destino y de la aceptación de los órganos por parte de los receptores no puede saberse, la ley no permite que haya comunicación entre donadores y donantes a fin de que no se desvirtúe el carácter altruista que tiene la donación de órganos. Sin embargo, al sondear entre parientes de donadores y los receptores, Changoonga.com pudo constatar que si existe un deseo de conocerse entre ambas partes.
La madre de Fernando Margarita López refiere que su hijo tenía 18 años y trabajaba en la construcción, laboraba en las obras de un panteón privado cuando ocurrió el accidente.
“Nos sentimos orgullosos de que alguien pueda vivir con los órganos de mi hijo, los dinamos todos, excepto la piel. Pensamos que, si alguien podía vivir con sus órganos, viviera. De las personas que recibieron los órganos hasta el momento no hemos recibido ni una carta, pero si nos gustaría conocerlos, vienen siendo como un pedazo de familia. Así lo tomamos nosotros”.
Finalmente, la madre de Fernando reiteró que sí le gustaría conocer a alguno de los receptores, les pidió que sepan aprovechar los órganos que recibieron y que les deseo que vivan felices.
