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Fausto y el zafarrancho

Por Paul Alcántar

Lo que pasó el fin de semana tiene  muchas lecturas y no todas son la neta y tampoco son mentiras. Es cierto, los jóvenes que bloquearon la avenida Madero desde el viernes 27 de abril debían ser quitados de la vía pública. ¿Por qué? Simplemente porque eran dos chavos sentados en una banca con cartulinas con demandas para el gobierno de Fausto Vallejo. Ante esta lógica se debió invitarlos a retirarse.

Sin embargo se les dejó y ese “nadie está por encima de la ley” que pregona el gobernador no se ejerció. Con toda la intención se toleró, inclusive que una decena de jóvenes – y no los doscientos que están ahora detenidos- secuestraran dos unidades y las quemaran ante los ojos de la ciudadanía, de turistas y de las propias autoridades.

Se dejó crecer esa repugnancia que sentíamos al ver que los que se dicen llamar estudiantes hacían del centro histórico un infierno; nos indignaba no sólo ver cómo la cuadra de la Máxima Casa de Estudios de Michoacán estuviera, una vez más, desprestigiada por esos delincuentes y, sobre todo, que el gobierno no hiciera nada.

Después vino el madruguete, entraron los policías a las casas de los estudiantes. Se llevaron a la mayoría, aparentemente sin una orden judicial. En la oscura noche, sin que la sociedad observara cómo tratarían a estas personas. Ahora no se saben de muchos de ellos, ¿cuántas violaciones se ejercieron en esta detención?

Tolerar la fuerza pública del gobierno es indispensable cuando se sabe que éste se ejercerá conforme a derecho. Fausto Vallejo deberá responder muchos cuestionamientos sobre las decisiones que tomó; porque si su propósito es cerrar definitivamente las casas estudiantiles no es por esa vía.

Chapulines

  1. Lo que se buscaba era acrecentar los zafarranchos en la Av. Madero para que el gobierno de Vallejo se legitimara ante la opinión pública. Claro, estamos en campañas.

Twitter: @paulalcantar

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