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El conflicto como oportunidad de cambio // By @Siibariita

Liz-Gómez-Despojo-De-Censuras_


Por Liz Gómez

El escuchar la palabra conflicto puede generar varias reacciones tales como angustia, miedo, desesperación, frustración, fastidio, entre otras, ello dependerá de la manera en que se suele afrontar. Las personas cuentan con distintos recursos para resolverlo o evadirlo, sin embargo, pocas veces se detienen a ver el trasfondo del mismo, esto implica identificar el fin último del conflicto: la madurez.

Sí, en efecto, la madurez y por consiguiente la experiencia tanto positiva como negativa serán el resultado de este, el problema de las personas no es que tengan problemas, el problema es que siempre sea el mismo conflicto con ellos mismos, con otras personas o circunstancias, repiten las mismas problemáticas y viene el clásico ¿por qué siempre a mí? Si es así, ¡hay un estancamiento! Es de esperarse que las personas tengan conflictos pero que a través de su crecimiento estos vayan evolucionando y se transformen en otros, dado que de manera natural el sujeto va evolucionando también; el ser humano desde que nace hasta que muere siempre se encontrará en periodos o etapas de crisis, sí leíste bien, ¡siempre!, las cuales son normales y necesarias para crecer y por ende aumentar el conocimiento en todos los contextos. Como consecuencia, el conflicto proporciona el desarrollo del juicio, la moral, el razonamiento lógico, la creatividad y la autodisciplina. Lo anterior implica que en la medida en que se evadan situaciones difíciles por las que pasa el individuo, su desarrollo psíquico estará en pausa, esto podría parecer algo confuso, pues el conflicto proporciona la capacidad de crear o de destruir.

En la generalidad los conflictos emocionales tienen un fuerte vínculo con los valores y perspectivas, por lo tanto, habrá un problema cuando no se puede vivir de acuerdo a los valores que a nivel personal son importantes y que posiblemente no se llevan con los que la sociedad impone, o cuando los objetivos que se tienen se vuelven incompatibles con las personas y circunstancias en las que se involucra el sujeto, así mismo, porque viven en base a un autoconcepto y metas de otros y no en las propias; por ejemplo, los niños están en crisis por querer ser adolescentes para tener mayores permisos pero tienen miedo de renunciar a los placeres de la infancia, los jóvenes quieren ser adultos para tener dinero, iniciar una vida sexual, tener un empleo pero les cuesta trabajo adoptar la responsabilidad, a los adultos les preocupa quedarse solos y ya no ser productivos, en las personas longevas hay frustración por no haber culminado sus metas en la juventud y la posibilidad de que la muerte llegue, es decir, el conflicto está relacionado con la incapacidad para renunciar a placeres (ya sean situaciones, lugares o personas) y prefieren quedarse en una zona de confort.

El ser humano requiere de la frustración, su principal función es potencializar la capacidad de esfuerzo en el individuo y ayudarlo a buscar herramientas que mejoren sus talentos, cuando a un niño no se le compra el juguete que quiere se generará frustración y se esforzará en cumplir las condiciones de buen comportamiento para obtener el juguete, si un adulto no pasa el examen para entrar a la universidad o a un empleo aparecerá la frustración y la persona buscará los errores o faltantes que tuvo para lograrlo, estos se esperaría los corrigiera, es decir, la frustración bien elaborada llevará a un análisis personal para volver a intentarlo y cumplir el objetivo. Mientras la persona se sienta frustrada se sentirá en conflicto, sin embargo, si la persona se paraliza y evade la frustración adoptando un rol de víctima, no estará resolviendo, las experiencias adoptadas serán fatalistas, la autoestima estará en duda y dará como resultado un proceso de inmadurez que implica el mínimo esfuerzo.

Actualmente la gente tiene miedo a crecer, de pronto cuando aparece una situación de cambio el miedo aparece, sin duda se tiene miedo a lo que se desconoce y en ese sentido el miedo va de la mano con el conflicto e invocan a la frustración, es ahí cuando la persona se detiene, se suspende el pensamiento, las decisiones asertivas, la iniciativa y la voluntad, ¡vaya caos que se aproxima! y con justa razón, ya que no se educa para resolver el dolor, la angustia y el conflicto, en la generalidad se educa para obtener herramientas que ayuden a evitarlo, si se sigue esta línea, se puede decir que se educa para no crecer, desarrollando una predisposición a la dependencia e incapacidad para soltar los placeres que ya han dado suficiente sostén en la etapa de vida que se encuentra la persona.

Se puede confirmar que el conflicto es constructivo cuando ayuda a la persona a la resolución de problemas partiendo de una comunicación autentica y asertiva, ayuda a elaborar las emociones, estrés y ansiedad, potencializa el pensamiento para el beneficio propio, el de los demás y el cumplimiento de metas, favorece la capacidad de espera, la creatividad, el desarrollo intelectual y emocional. No se olvide que todos venimos de un proceso de frustración como lo es el nacimiento, jamás un bebé querrá salir del vientre materno (tanta comodidad que hay ahí) pero el ciclo biológico lo obliga, por consiguiente lo frustra y le crea conflicto, pero así, solo así es como inicia el proceso de crecimiento y madurez en toda la extensión de la palabra. En la medida en que se deje de educar para que la persona no se frustre y evitar el dolor básico de la vida diaria, se seguirá evadiendo la realidad y construyendo mentes rosas con tendencia a la perfección que se sientan solas incluso estando acompañadas. Recuerda que solo cuando el cielo esta obscuro brillan las estrellas.

Nos vemos pronto con más palabras democráticas para el placer y la conciencia.


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