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Despojo de censuras… Maternidad y paternidad por cumplimiento social

By: Psicóloga Liz Gómez

México es un país lleno de tradiciones y costumbres, donde se ha notado que se hereda un estilo de vida y ciertas metas, en donde algunas personas actúan en base a las expectativas puestas en ellos por parte de sus padres, pareja, amigos e incluso colegas, etcétera, y pocas veces por las expectativas propias. Se hereda también estilos de comportamiento, de pensamientos y de lenguaje.

Hay una tendencia simbólica en la que dice el maestro Jesús Alveano: existe mucha madre, poco padre y demasiados hermanos en México ¡Que razón tiene! Las tradiciones de la familia están sumamente arraigadas a la educación que hoy en día se tiene y que existe desde muchos años atrás, en ella se marca la importancia mayúscula de una familia más que de una educación, esto último en la actualidad es difícil de asumir por el cambio social que se está viviendo desde la educación sexual hasta la revolución del pensamiento en cuanto al compromiso.

Ahora se vive un conflicto en las personas jóvenes-adultas entre la importancia de la formación educativa, la estabilidad económica y emocional, y la concientización de la conformación de la familia al mismo tiempo. Esto va más allá del simple equilibrio entre todo lo anterior, es más una cuestión cultural heredada y que por consiguiente provoca culpa al ir en algunos casos en contra de la formación académica y monetaria deseada, y lo social y familiarmente esperado: la formación de una familia y la concepción de los hijos.

Antes se podía tener un sin número de hijos y claramente no se pensaba en una cuestión monetaria, mucho menos en una cuestión emocional o educativa en algunos casos. Muchas de las personas que ahora viven esta dificultad en cuanto a la decisión de tener hijos es porque probablemente han vivido las consecuencias de tener una familia numerosa, con carencia económica y educativa a causa de lo mismo, ausencia de alguno de los padres por tener que solventar los gastos familiares, renuncia por parte de alguno de los hermanos a la escuela para tener que convertirse en padre o madre de sus hermanos porque sus padres estaban trabajando, entre muchas otras consecuencias de la falta de planeación de una familia.

No es que este mal tener cero hijos, dos, cinco, ocho o más, el conflicto mayor es saber qué clase de sociedad se quiere tener en un futuro para el niño, qué clase de ciudadano será, qué clase de estabilidad se busca para ellos, qué clase de vida se quiere ofrecerles, qué tantos recursos se tiene para ofrecer un maternaje o paternaje lo más adecuado posible, de cuánto tiempo se dispone para dedicarle a un hijo, cuánta paciencia se fomenta personalmente y en la vida diaria como para saber y concientizar que se necesitará a lo largo de la formación de ese hijo, cuánto dinero se tiene o estabilidad laboral para solventar las necesidades básicas propias y de los hijos, qué tanta estabilidad hay con la pareja como para comprender y asumir que será un caminar y un proceso en conjunto.

Lo que sucede actualmente es que hay un bombardeo social en el que se juzga a quienes tienen demasiados hijos, como a los que deciden no tener. Se presiona desde las necesidades sociales pero NO personales para la concepción de un bebé, las causas y explicaciones de embarazo que escucho frecuentemente en mi consultorio son: «ya estoy grande, debo apurarme a tener hijos», «mis padres dicen que a esta edad debo hacerlo, es la adecuada», “mis papás y suegros quieren ser abuelos…”, “mi pareja me embarazo”, “es para que mi hijo mayor «tenga un hermanit@», en ninguna de estas explicaciones se lee el análisis de la estabilidad del niño que se pretende tener, ni tampoco la madurez para ser padres, mucho menos los recursos con los que se cuenta para tenerlo, sino que estas explicaciones están en muchos casos llenos de miedo, de preocupación por no cumplir un estándar social o miedo a no poder ser padres en un futuro.

Las personas no ven que la juventud se ha ido alargando en la actualidad, antes las personas de 30 años eran los señores en sociedad con hijos y en matrimonio, actualmente las personas de 30 años son en muchos casos personas productivas, pensando en estabilidad en todos los aspectos para poder tomar una decisión en beneficio propio, de la pareja y de los futuros hijos. El ser adulto es una condición emocional en varios casos, más que una edad cronológica.

Ser padre es planear y ser consciente de la responsabilidad, estabilidad laboral y emocional que implica tanto personal como en pareja; leía hace unos días, – es saber responder para cuántos hijos te alcanza tu paciencia, tu dinero, tu tiempo, tu disposición, etcétera.- Ser padre es saber planear la estabilidad emocional y futura de tu hijo, al igual que la propia y la de la pareja. Es saber que se está planeando la vida de un ser humano, en la que ocupará de unos padres que lo formen y lo eduquen, no donde los demás integrantes familiares sean también autoridades que le pongan límites y que quieran ser padres al mismo tiempo de alguien que no es su hijo. Ser padres es disfrutar el proceso, vivirlo en plenitud, sentirse lo más seguro posibles, es no estar preocupados por estar embarazados, es hacer un espacio en un hogar para un integrante más, jamás debe existir agobio por esa decisión, mucho menos arrepentimiento.

El ser padre por primera vez sin duda genera incertidumbre y miedo a lo desconocido, pero eso dista mucho a tener miedo o incomodidad de una condición de vida y a la llegada de un nuevo integrante. Todo ser humano merece ser recibido en amor, que se sienta deseado y tener un espacio exclusivo para él.

Nunca habrá maneras para ser padres perfectos, pero hay un sinfín de maneras de ser buenos padres.

Nos vemos pronto con más palabras democráticas para el placer y la conciencia.

Liz Gómez, psicóloga, psicoanalista

fiel creyente de que en la oscuridad es

donde encontrarás más luz y conciencia.

 

 

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