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Depresión post-electoral

Por Mar Proud

Desde acá (Londres) las cosas se ven desde una perspectiva muy diferente. Claro, me duele lo que le pasa y lo que le deja de pasar a mi país pero creo que al mismo tiempo, es un poco menos difícil tener una óptica menos fatalista y menos ardida, que es la neta de las cosas.

México está ardido por que ganó el PRI. Ajá, recapitulemos… ¡Todos queremos un cambio! ¡Estamos hartos del PRI que nos gobernó por 70 años y nos robó hasta los calzones! ¡SÍ, yo soy 738, arriba o abajo! (ya ni sé dÓnde quedó la bolita) la izquierda Mexicana, comandanda por una bola de universitarios que viven en casa de sus padres, sin empleo y ni saben limpiarse aún el trasero.

Entonces, ¿qué nos sorprende que ganara el PRI de nuevo? Siendo completamente honestos, vendidos o no, comprados o no, la cosa es que el que se dejó comprar o vender, pues eso, se dejó comprar o vender. Insistimos los mexicanos en quejarnos de algo que pudimos haber evitado si hubiéramos tenido la fuerza de voluntad y el valor de hacer.

Es como una de esas dietas locas Hollywoodenses, todas las mujeres del mundo decimos «ay sí, Giselle Bundchen claro, es flaquísima porque tiene toda la lana del mundo» pues no, no es porque tenga la lana del mundo. Es porque se somete a una estricta dieta y ejercicio, y con fuerza de voluntad la sigue y consigue estar guapísima.

Pues justo así deberíamos haber hecho con nuestros sueños electorales. Si ya teníamos «bien claro» cuál era el candidato que revolucionaría México, ¿qué carajos hacemos siquiera considerando un sobornito de 200 pesitos pa’ ayudita de despensa?

Triste como suena, pero lo hecho, hecho está y no hay más que darle pa´delante mexicanos. Ya basta de dejarnos doblegar y hacernos menos por que «el gobierno no ayuda». No por nada según el censo de INEGI del 2010 somos 112 millones 336 mil 538 habitantes en México, más los foráneos. Y somos uno de los 11 países más poblados del mundo.

Vamos a hacer el cambio nosotros, el que está en el «poder» no es tan poderoso sin nosotros. Sin el pueblo, el gobierno no vale de nada. Si es verdad que tanto se quiere y se busca un cambio, ¡que comiencen las propuestas! que lluevan y hagamos debates organizados como se ha demostrado que podemos hacer.

Produzcamos cosas de mayor calidad, dejemos de conformarnos con menos del promedio porque al fin, que la pasa. No, no, no. Me niego a aceptar que el México que me vio nacer sea conformista, sea mediocre y sea bocón. Prediquemos con la palabra, y si tantos movimientos ciudadanos en contra del nuevo «Che», por el cambio, ¡pues venga! que se note.

Me parece interesante ver cómo resurgirá «El Gavioto» de entre las cenizas, ¿quizás como ave fénix? Uno nunca sabe, pero los más débiles y más callados, han probado a través de la historia ser talentosos, entrones y propositivos. Esperemos que nuestro pajarillo pecho amarillo, cante un trino digno de nuestro TRI.

Foto: Adid Jiménez.

Twitter @marproud

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