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De persignadas y apasionados

Por Luis Bracamontes

Típico que dices Bloody Mary tres veces en el espejo y amaneces muerto al siguiente día, ¿no? ¡Ah, no! Esta columna no es de eso. Comencemos de nuevo…Típico que comienzas a hablar de política o religión con quien sea y terminan peleados o en medio de una discusión que se les sale de las manos y al final, nada resolvieron.

¿Por qué será que estos dos temas son tan polémicos? Bueno, este señorón tiene su teoría 100% debatible que puede que les interese. Se dice que uno de los fines primarios en la psique del ser humano es tener la razón. Yo peleo por tener la razón sobre los demás por una razón u otra que al final termina traduciéndose en la voluntad de poder. Incluso, al yo darte la razón en algo (en caso de que alguien ceda a esta lucha), estoy en la plena convicción de que YO tengo la razón en darte la razón.

¡Vaya! ¡Cuántas veces se puede decir la misma palabra en un párrafo!

Y como tanto la política y la religión se conforman casi en su totalidad en cuestiones ideales y poco tangibles y probables que son introyectadas por los individuos y por ende, se vuelven parte de ellos, se vuelven en el blanco perfecto para una polémica.

Al final de cuentas, nunca se podrá saber quién es el que está en lo correcto y quién no, porque nunca se podrá comprobar todos los escenarios planteados (en el caso de partidos políticos en campañas electorales, por ejemplo) o cuestiones metafísicas y más allá del entendimiento humano (como son las cosas relacionadas con el más allá y las deidades).

Ultimadamente, la verdad no es única y omnipresente. Es sólo una concepción de lo que es basada en una percepción parcial de la realidad, es sólo un vistazo a un cuarto por la perilla de la puerta.

Listo, ya acabé, gracias por la leída. Ciao, ciao.

Twitter: @LAHBdotcom

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