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Michoacán y el Hombre sin Atributos/ By @gaaelico

Por Toño Aguilera

Espacio para la estulticia de un humilde obrero de la información #Antifascista #Socialismo Humano
Espacio para la estulticia de un humilde obrero de la información #Antifascista #Socialismo Humano

No me refiero a Fausto Vallejo, ya que nadie en su sano juicio puede atribuirle al actual gobernador estatal todos los males que padece el estado, sólo aquellos que han sido producto de su gestión.

Nos referimos a un modelo de gobierno que no sólo ha caducado desde hace años, sino que en los estertores de su cadáver institucional, burocrático y partidista, nos recuerda a aquella Kakania, creada por el escritor austriaco Robert Musil, que alude a una situación política sin salida, a un sistema agotado que ha dejado de creer en sí mismo.

El neologismo de Musil, significa simplemente kaiserlich und königlich (imperial y real) y se refería al imperio austro-húngaro, ese conglomerado de naciones, razas, idiomas y culturas que vivieron varios siglos por la fuerza de la Casa Hasburgo, y que se desintregó hace poco menos de 100 años, por los efectos y consecuencias de la Primera Guerra Mundial.

En los pasajes del Hombre sin Atributos, la obra por excelencia de Musil y que retrata la decadencia y derrumbe del imperio austro-húngaro, el austriaco habla de «Kakania era el Estado que se limitaba a seguir igual (…), donde se disfrutaba de una libertad negativa (…) allí se fantaseaba sobre lo no realizado».

Pero en México también hemos tenido nuestras kakanias. Gobiernos en donde los discursos triunfalistas de los líderes resonaban huecamente en los oídos de los sufridos ciudadanos, absortos de incredulidad: “Estamos recuperando la paz y la tranquilidad de Michoacán”; “los discursos chocarán con los hechos”; “El gobierno federal cumple”.

Desde hace décadas, en Michoacán vivimos dentro de un estrambótico sistema estatal, cuyo manejo de las verdades y de las posturas, pasa por la ocultación de la realidad. E insisto que no es atribuible al actual gobierno, ya que todos han repetido la fórmula hasta el cansancio.

Un modelo de gobierno donde los cambios son cosméticos; donde se publicitan y se presumen obras que resultan estar inacabadas o incompletas; donde se habla de realidades inexistentes; donde el ciudadano crítico es enemigo del estado y no el criminal; donde el reloj está secuestrado por el interés político.

El Hombre sin Atributos, que Musil empezó en 1930 y dejó incompleta al morir en 1942, refiere: “Allí, en Kakania, aquella nación incomprensible y ya desaparecida, que en tantas cosas fue modelo no suficientemente reconocido, allí había también velocidad, pero no excesiva. El país estaba administrado por un sistema de circunspección, discreción y habilidad, reconocido como uno de los sistemas burocráticos mejores de Europa, al que sólo se podía reprochar un defecto: para él genio y espíritu de iniciativa en personas privadas, sin privilegio de noble ascendencia o de cargo oficial, era incompetencia y presunción. Pero, ¿a quién le gustaría dejarse guiar por desautorizados? En Kakania el genio era un majadero, pero nunca, como sucedía en otras partes, se tuvo a un majadero por genio. Cuántas cosas interesantes se podrían decir de este Estado hundido de Kakania”.

En la Kakania de Michoacán se asemeja a un barco dispuesto a los caprichos del mar y sin timón posible. La sociedad exhala rencor y padece vértigo. No tiene de dónde agarrarse, ni del oficialismo ni del archipiélago opositor. Oscila entre resignarse o explotar. Ya no se cree en casi nadie o nada.

A pocas horas del Segundo Informe de Gobierno, el penúltimo para efectos prácticos, pocas son las expectativas de la sociedad sobre lo que allí se vaya a decir o se trate de presumir. Y mal harían los propagandistas gubernamentales y los del partido en el poder, tratar de vender como propios los avances que ha tenido la federación en estas últimas semanas.

También que los comandos virtuales, los orcos del priísmo cibernético, busquen evitar las posturas críticas y el ingenio ciudadano. Ya que así como no existen quienes dicen existir en esas cuentas fantasma, también no existe la barrera que detendrá la vorágine política y electoral contra el partido en el gobierno.

Robert Musil describe con prodigioso talento las contradicciones de la civilización, con sus virtudes y carencias. En una anotación hallada en sus Diarios dice que «el hombre moderno está sentado entre dos sillas: simultáneamente dice sí y no».

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