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Ciudadanos Emergentes… El Sindicalismo en México.  

By: Lic. Ismael Ibarra

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México está lejos de un sindicalismo que vele por los trabajadores. Ya sea en el sector público o en el privado, las organizaciones gremiales anteponen intereses económicos y políticos antes que los derechos laborales. Incluso el SAT ha detectado que los sindicatos ayudan a empresas a evadir impuestos y con ello afectan directamente las prestaciones. A esto se suman instituciones de Gobierno. En este escenario es donde las nuevas generaciones incursionan en el mundo laboral.

El sindicalismo mexicano más que ser una contraparte que vele por los derechos de sus afiliados ha entregado el porvenir de millones de trabajadores para proteger a los empleadores e incluso a las cúpulas políticas del país.

La tragedia se repite en todos los sectores: los trabajadores de la educación, petroleros, de la salud, entre otros, han tomado las calles para denunciar malos manejos, opacidad, falta de transparencia, arbitrariedades y hasta hostigamiento por parte de líderes sindicales e incluso de instituciones gubernamentales.

Y si eso pasa en el sector público, la situación empeora en el ámbito privado, donde la Reforma Laboral cortó de tajo muchos de los derechos de obreros, oficinistas, transportistas y demás, gracias a los diferentes esquemas de contratación que la legislación permite.

La relación de los sindicatos y empresarios es clara en el ámbito privado, pues en México existen 4 mil 334 sindicatos registrados, de los cuales 3 mil 664 están bajo el escrutinio del Servicio de Administración Tributaria (SAT)  de acuerdo con el listado “Notificaciones a Contribuyentes con Operaciones Presuntamente Inexistentes y Listados Definitivos” por presuntamente incurrir en prácticas fiscales indebidas y facilitar la evasión de impuestos a diversas firmas.

 

El sindicato en su carácter de uno de los tres factores de la relación laboral se encuentra hoy ante la alternativa de su renovación interna y social, y frente a un moderno concepto jurídico de la relación de trabajo. Pero enfrenta varios problemas; por una parte, la deserción de trabajadores afiliados al lado de la capacidad gremial para retenerlos; por otra, la competencia social que ha surgido en el campo de derechos y obligaciones por sustentar frente al sector patronal, así como la protección del interés económico de los asociados a una agrupación solidaria y coherente. Tales problemas, en conjunto, constituyen a juicio de destacados tratadistas el conflicto de subsistencia que acosa en la actualidad a los trabajadores en general, y por ende a los sindicatos, los cuales deberán renovar sus métodos y compromisos si no quieren desaparecer del mapa de la negociación colectiva.

 

Esta tendencia se observa no sólo en los países altamente industrializados en los cuales la libertad sindical ha sido factor del desarrollo gremial, situación que es motivo de la cohesión alcanzada por las asociaciones obreras hoy en peligro de retroceso debido a circunstancias económicas más que a otros factores; también está afectando a países en vía de desarrollo y aquellos que apenas han iniciado su proceso industrial, pese al avance de la solidaridad laboral y el empeño por mantener a toda costa la unidad gremial -que líderes arbitrarios o despóticos ha venido minando con sus deficientes actuaciones-, falta de habilidad en el manejo de las convenciones colectivas y una plena entrega a la causa obrera.

 

Si a lo anterior se agrega el estado actual de la economía mundial y el hecho de que en varios sindicatos sus dirigentes estiman que la sobrevivencia de las agrupaciones ya no depende tanto del número de afiliados como de las prestaciones obtenidas en las revisiones contractuales, se advertirá fácilmente la naturaleza de los hechos que han provocado el desajuste social en el seno del sindicalismo. Es cierto que la economía ha golpeado al sector industrial y por ende a los sindicatos y al empleo, sin embargo, estos factores no disculpan la falta de atención a la negociación colectiva que es el sustento de la relación de trabajo y de la estabilidad obrera.

 

No se culpa al sindicato de su imposibilidad de acción al presentarse contingencias insalvables ajenas del todo a la institución, sino de no haber sabido decidir a tiempo la conducta por asumir al empezar los conflictos internacionales, y no haber querido ubicarse en la realidad social impuesta en el ámbito internacional. No se trata de imponer conductas al sindicato sino de invitarlo a encontrar soluciones conjuntas a través de comisiones mixtas obrero-patronales con facultades plenas para la regulación de las condiciones generales de trabajo sin lesión de los intereses de cada parte, conforme a la situación y cambios que el entorno social imponga.

 

El libro Los demonios del sindicalismo mexicano retrata la compleja red de poderes y complicidad política que permea, al menos, a los más importantes sindicatos del país.

“La falta de transparencia es un problema, no solamente de los sindicatos en México, sino de la clase política; a los políticos no les gusta transparentar, no les gusta decir y tenemos el ejemplo más claro, el presidente de la República”, así lo afirmó Martín Moreno, periodista que ha realizado trabajos de investigación en más de 30 países.

Los sindicatos “se comportan como una especie de repúblicas independientes de difícil acceso, donde algunos líderes han logrado un enriquecimiento evidente, como en los casos de Carlos Romero Deschamps o Elba Esther Gordillo.

Arturo Ismael Ibarra Dávalos. Licenciado en Derecho por la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo. Preside la asociación civil Bien Común Michoacán y la sociedad civil Por la Mejora en el Ámbito del Trabajo. Es Secretario General del Foro Política y Sociedad.

 

Correo electrónico de contacto arturoismaelibarradavalos@hotmail.com

 

 

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