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Ciudadanos Emergentes… ¿Qué es la Oclocracia?

By: Lic. Arturo Ismael Ibarra

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Oclocracia o gobierno de la muchedumbre (del griego ὀχλοκρατία ochlokratía, latín ochlocratia) es una de las formas de degeneración de la democracia, del mismo modo que la monarquía puede degenerar en tiranía o la aristocraciadegenera en oligarquía. A veces se confunde con la tiranía de la mayoría dado que ambos términos están íntimamente relacionados.
El término fue acuñado por Polibio, historiador griego, en su obra Historias (VI, 3, 5-12; 4, 1-11) escrita en torno al año 200 a. C. Polibio desarrolló su propia teoría de la anaciclosis basándose en las tres formas de gobierno aristotélicas y sus correspondientes formas impuras, sustituyendo la demagogia, como forma degenerada de la democracia, por el nuevo concepto de oclocracia.
Mientras que, etimológicamente, la democracia es el gobierno del pueblo que con la voluntad general legitima al poder estatal, la oclocracia es el gobierno de la muchedumbre, es decir,» la muchedumbre, masa o gentío es un agente de producción biopolítica que a la hora de abordar asuntos políticos presenta una voluntad viciada, evicciosa, confusa, injuiciosa o irracional, por lo que carece de capacidad de autogobierno y por ende no conserva los requisitos necesarios para ser considerada como «pueblo»».

James Mackintons (1765-1832), define a la Oclocracia como la autoridad de un populacho corrompido y tumultuoso, como el despotismo del tropel, nunca el gobierno de un pueblo.
“Mediante la acción demagógica en todas sus múltiples formas apelando a emociones irracionales mediante estrategias como la promoción de discriminaciones hacia los opositores políticos u otros grupos sociales o étnicos, fanatismos y sentimientos nacionalistas”(hacen acusaciones infundadas, toman el papel de víctimas, contraponen a las diferentes clases sociales, desprestigian a quien no comparte su manera de pensar y actuar)… “la creación de deseos injustificados, innecesarios o inalcanzables” (promesas, ofrecimientos y proyectos que nunca se cumplen, porque nunca se tiene la intención ni la capacidad para cumplirlos, como hospitales, avenidas, fuentes de empleo, etc.)…“frecuentemente mediante el uso de la oratoria, la retórica y el control de la población o grupos controlados de la misma” (mentiras, engaños, abuso y promesas apoyados por las clases más necesitadas a las cuales mueven a su antojo porque las someten a la ignorancia).

“La apropiación de los medios de comunicación y de los medios de educación por parte de dichos sectores de poder son puntos clave para quien busca esta estructura de gobierno, a fin de utilizar la desinformación” (los medios de información, informan lo que estos grupos de poder les mandan, no lo que realmente sucede, la educación de la inmensa mayoría la proporciona el estado y es sumamente deficiente, sobre todo en valores universales y mantienen un control absoluto de los encargados de proporcionar la educación).

“A mayor abundamiento, la Oclocracia va unida, no solo a una serie de acciones demagógicas sino que además se da un estado de aletargamiento generalizado de grandes grupos sociales, bien sea por conformismo bien sea por la asunción de los miedos e inquietudes fomentadas por el grupo oclocrático”.

La oclocracia –como perversión de la democracia– se manifiesta sobre todo en aquellos estados donde sus instituciones son endebles, carentes de toda legitimidad y empatía con la población; en donde la desconfianza hacia lo público y lo gubernamental predomina, sobre cualquier condición, incluso cuando éstas llegan a ser verdad.Nuestro querido México es un país en el que sus instituciones están forjadas con sudor, esfuerzo y sangre de millones de hombres y mujeres que –incluso– ofrendaron su vida por dejar el estado de barbarie generado por la ambición desmedida de la clase política predominante y sentar las bases para ser un Estado moderno, donde el único mandato fuera la voz del pueblo traducida en leyes.

Varios han sido los momentos en los que ingobernabilidad –materialización de la oclocracia– se ha hecho presente en nuestra historia. La época de la guerra de independencia y la sociedad fluctuante, la intervención francesa y el segundo imperio, el ascenso al poder del General Porfirio Díaz y la posterior guerra de Revolución, fueron momentos en los que las instituciones gubernamentales cesaron sus funciones, muchas veces de facto, y se sujetó al arbitrio de la violencia y a la voluntad de caudillos que siempre tuvieron la intención de la perpetuidad.

Hoy el desencanto inunda la sociedad. Ciertamente nadie cree en las instituciones del gobierno. La desconfianza es mucha y no se ve que la tendencia cambie, pues se percibe que el poder público no responde a las necesidades y exigencias de la sociedad, y sólo sirve a los intereses de los más privilegiados; todo ello en un ambiente en el que la estridencia política hace estragos en cualquier intento de diálogo y entendimiento entre los partidos y actores políticos, mientras que los otros –oportunistas y encantadores de serpientes– buscan aprovechar esta situación y posicionarse como los nuevos “salvadores de la patria”.

Sí, el escenario es por demás desolador. Políticamente hablando –como sociedad– estamos en una condición muy compleja, pues la información que recibimos es tendenciosa y poco objetiva; sobre todo tratándose de temas que implican la actividad gubernamental, donde toda la información emanada no sólo es cuestionada, sino carente de toda credibilidad. Así estamos a nada de arribar a la lastimosa “tiranía de la muchedumbre”.

Arturo Ismael Ibarra Dávalos. Licenciado en Derecho por la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo. Catedrático de la misma en la Facultad de Contaduría y Ciencias Administrativas. Preside la asociación civil “Bien Común Michoacán” y la sociedad civil “Por la Mejora en el Ámbito del Trabajo” (Laborissmo). Es Secretario General del Foro Política y Sociedad.

Correo electrónico de contacto arturoismaelibarradavalos@hotmail.com

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