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El fantasma de una mujer que carga dos velas entre las manos que no se pagan ni con la lluvia. La leyenda cuenta que se pasea por las inmediaciones de la Basílica hasta que llega a alguno de los altares.
Antes de que se edificará la Basílica de Guadalupe, el 12 de octubre de 1976, existía otra estructura que fue levantada mucho tiempo antes en 1709, y que es llamada “la antigua Basílica”
A ese lugar han llegado millones de turistas y peregrinos con el propósito de cumplir promesas, orar o simplemente visitar la iglesia, pero hay uno en especial que no falta año con año y que muy pocos testigos han podido observar.
Desde que ese viejo edificio se construyó, por ahí del año 1709, millones y millones de personas han visitado el lugar con el propósito de cumplir mandas, elevar oraciones o sólo turistear. Sin embargo, hay un visitante que ha logrado llamar la atención de todos por ser un ente.
Se trata del fantasma de una mujer que carga dos velas entre las manos que no se pagan ni con la lluvia. La leyenda cuenta que se pasea por las inmediaciones de la Basílica hasta que llega a alguno de los altares.
Luego se pone a rezar con fervor y aunque sus plegarias suelen ser escuchadas por otras personas, nadie se atreve a mirarla de frente. Finalmente, deja una ofrenda y sale atravesando las paredes. Algunos cuentan que sólo desaparece sin dejar rastro.
Hasta ahora nadie conoce la historia de la mujer ni el motivo por el que siga acudiendo a la Basílica. Muchos creen que está cumpliendo una manda –eterna– o que tiene muchos pendientes por arreglar en este mundo antes de poder, por fin, descansar en paz.
