Islandia: la revolución tuiteada no tuvo lugar
Por Alberto Luquín
Entre los rumores que corrieron durante nuestro último proceso electoral presidencial, destacó el de la revolución islandesa. Esa diminuta isla nórdica –de la que poco sabían muchos-, se convirtió en paraíso perdido y recuperado a través de una sublevación pacífica y ciudadana, símbolo de redención para el malvado y decadente capitalismo occidental.
En Islandia, los políticos y banqueros están encarcelados. Islandia se niega a pagar su deuda y ha nacionalizado los bancos. Islandia no sigue las directrices del FMI. Islandia no pide prestado y no padece recortes presupuestales. El pueblo gobierna directamente y la constitución se hace por Facebook. El problema con todos estos rumores es la realidad.
Porque nada de eso ocurrió, y lo que tuvo lugar pasa por un matiz poco grato, sobre todo para los chiquichairos que difundieron notas provenientes de conspiranoicos españoles como Rafapal, cuya agenda personal pareciera más cercana a la ultraderecha gringa que a la izquierda liberal contemporánea. El tinglado se convirtió en consigna y ejemplo de lo que ocurre cuando se quiere hacer política desde el wishful thinking.
Los bancos no fueron nacionalizados, sino entregados a sus acreedores. La constitución feisbuquera (que en realidad era una consulta realizada sobre una asamblea sin autoridad) no pasó de un ejercicio electoral que debió anularse por sus excesivas fallas. De todos los responsables de la crisis económica, sólo 3 fueron sometidos a proceso.
Inicialmente no hubo rescate bancario y la mayor parte de la población se opuso al pago de la deuda, pero la tendencia se revirtió por los manejos fiscales y “corralitos” posteriores a la estatización. Las medidas del FMI, reconfiguradas al gusto nacional, fueron aplicadas: aumento de impuestos, estímulos fiscales a inversionistas extranjeros, recorte a programas sociales. Desempleo y deuda pública a la alza.
Hasta donde alcanzo a entender (no es mucho, pero lo explican mejor en http://cienciasycosas.blogspot.mx/2011/12/islandia-triplica-su-crecimiento.html, http://www.elsentidodelavida.com/2011/03/desmontando-el-bulo-de-la-revolucion.html y sobre todo en http://studiotendra.com/2012/12/29/what-is-actually-going-on-in-iceland/), esto fue lo que pasó. El levantamiento cívico no fue tal y acabó, por decirlo en palabras de Baldur Bjarnason, en “un sueño húmedo del thatcherismo”. Ahora la utopía se desvanece y los islandeses votan por el partido conservador.
Recuerdo algo que escuché cuando aparecieron los spots de “estaríamos mejor con López Obrador”: la política no es un arte que pueda hacerse en subjuntivo. La realidad, terca y hosca, siempre se impone. Y no es que se trate de una oscura conspiración contra un pueblo bienintencionado. A veces, como en el caso islandés, no hay que atribuir a la maldad lo que es consecuencia de la pura estupidez.
Posdata. En Sonora prohíben lo que no hay, las corridas de toros. En Facebook circulan imágenes sobre la extinción del rinoceronte negro, que salió del catálogo desde hace dos años y cuya muerte se debe a técnicas agrícolas primitivas que destruyen su entorno y a su demanda en el mercado de la medicina tradicional china, esa que por ser natural y milenaria sí cura y no hace daño. Creo que los ecolocos necesitan revisar sus prioridades.
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